ajado muy duro durante muchos años en eso. Con más de cuatro años de datos del telescopio Bicep-2 y su análisis, emergió la señal, una vez que habíamos hecho todo lo posible para descartar lo que nos pudiera dar un falso resultado. En 2014 consideramos que no podíamos retrasarlo más, que teníamos que compartir nuestros datos con la comunidad científica, dar la información que teníamos y la explicación que nos parecía más verosímil. Hay que tener en cuenta que entonces había muy poca información sobre el efecto del polvo de la galaxia en la polarización de la luz en esas regiones del cielo. Todo el mundo en este campo trabajaba con modelos que tenían rangos muy amplios de posibles valores.
P. ¿Y ustedes lo infravaloraron?
R. Nuestros análisis indicaban que la influencia del polvo de la galaxia en las señales que captábamos del cielo no era significativa y, con esos modelos, la interpretación más probable era que teníamos la señal de ondas gravitacionales en el universo inicial. Al anunciarlo, todo el mundo estaba muy emocionado… y nosotros también, claro. Pero sabíamos que los modelos habían de ser confirmados con observaciones directas y que no tendríamos una confirmación de nuestros datos hasta entonces. En la primera mitad del año pasado solo teníamos indicios de los análisis del telescopio Planck. Luego empezamos a trabajar con ellos y, comparando los datos, resultó que la señal del polvo galáctico era mucho mayor de que habíamos considerado.
P. Los de Planck afirman ahora que con los datos de ambos equipos no se confirma esa señal de las ondas gravitacionales, pero tampoco se descarta que pueda estar ahí.
R. Sí, esa es la situación ahora mismo.
P. Ustedes anunciaron los resultados de Bicep-2 en una rueda de prensa, en lugar de seguir el procedimiento habitual en ciencia de someter un artículo con toda la información a la evaluación de expertos.
R. Sí. Publicamos nuestro artículo on line (ArXiv) antes de someterlo al proceso de revisión, y sabíamos que se iba a propagar inmediatamente, que sería una noticia… y queríamos dar la información nosotros mismos tan claramente como fuera posible y para todo el mundo. Por supuesto que preparamos el artículo, pero entre nuestra comunicación de los resultados y su publicación oficial tuvimos indicios de que los modelos sobre el efecto del polvo podrían no ser suficientes y por eso advertimos en artículo ya publicado que hacían falta más datos porque aumentaban las incertidumbres de la interpretación.
P. ¿Se desmoralizó después de ese revés de alcance internacional?
R. No. No fueron semanas fáciles. Pero nosotros somos científicos experimentales y no estamos comprometidos tanto con una interpretación concreta de los datos, si son ondas gravitacionales o no….. Nos contentamos con que nuestros datos sirvan para averiguar la verdad. No nos desmoralizamos porque el camino está más claro ahora que antes y los datos que estamos tomando van a reducir las incertidumbres.
P. La mayoría de los especialistas han criticado las conclusiones apresuradas de Bicep-2 , pero nadie cuestiona la calidad del experimento, de los fantásticos telescopios Bicep.
R. Sí, eso creo.
P. ¿Explique un poco qué es lo que buscan?
R. Los Bicep y el Keck Array miran la luz más antigua del universo, y en ella podemos ver patrones de cómo era el cosmos inmediatamente después de la gran explosión. La imagen que obtenemos, con mucho detalle, concuerda muy bien con el modelo estándar de cosmología, con el Big Bang, pero aporta muchos detalles de las condiciones iniciales.
P. ¿Es como si esas condiciones iniciales hubieran quedado impresas en la luz que ahora captan, 13.800 millones de años después del inicio del universo?
R. Sí. Parte de las condiciones iniciales son las fluctuaciones de densidad que dieron lugar a toda la estructura del universo que vemos a nuestro alrededor. Y lo que vemos en esas fluctuaciones de densidad es que pueden ser consistentes con la predicción de la teoría de la inflación que indica un crecimiento exponencial del universo en sus primeros instantes. La inflación se habría producido en condiciones de altísima energía, muy superior a la que podemos investigar experimentalmente en los aceleradores de partículas. Es un nivel de energía extraordinariamente alto en el que deben confluir la mecánica cuántica y la relatividad general para explicar el origen del universo. Sobre esto debaten los teóricos, y con razón, porque están implicadas preguntas muy profundas. La inflación cósmica es una bella teoría y parece que las observaciones encajan muy bien en ella , pero no podemos decir que la comprendamos completamente o que estemos seguros de que es correcta, así que necesitamos verificaciones de la misma. Una predicción de la teoría es que las fluctuaciones cuánticas producen ondas gravitacionales primordiales y su señal en la luz polarizada es lo que buscamos con nuestros telescopios.
ajado muy duro durante muchos años en eso. Con más de cuatro años de datos del telescopio Bicep-2 y su análisis, emergió la señal, una vez que habíamos hecho todo lo posible para descartar lo que nos pudiera dar un falso resultado. En 2014 consideramos que no podíamos retrasarlo más, que teníamos que compartir nuestros datos con la comunidad científica, dar la información que teníamos y la explicación que nos parecía más verosímil. Hay que tener en cuenta que entonces había muy poca información sobre el efecto del polvo de la galaxia en la polarización de la luz en esas regiones del cielo. Todo el mundo en este campo trabajaba con modelos que tenían rangos muy amplios de posibles valores.
P. ¿Y ustedes lo infravaloraron?
R. Nuestros análisis indicaban que la influencia del polvo de la galaxia en las señales que captábamos del cielo no era significativa y, con esos modelos, la interpretación más probable era que teníamos la señal de ondas gravitacionales en el universo inicial. Al anunciarlo, todo el mundo estaba muy emocionado… y nosotros también, claro. Pero sabíamos que los modelos habían de ser confirmados con observaciones directas y que no tendríamos una confirmación de nuestros datos hasta entonces. En la primera mitad del año pasado solo teníamos indicios de los análisis del telescopio Planck. Luego empezamos a trabajar con ellos y, comparando los datos, resultó que la señal del polvo galáctico era mucho mayor de que habíamos considerado.
P. Los de Planck afirman ahora que con los datos de ambos equipos no se confirma esa señal de las ondas gravitacionales, pero tampoco se descarta que pueda estar ahí.
R. Sí, esa es la situación ahora mismo.
P. Ustedes anunciaron los resultados de Bicep-2 en una rueda de prensa, en lugar de seguir el procedimiento habitual en ciencia de someter un artículo con toda la información a la evaluación de expertos.
R. Sí. Publicamos nuestro artículo on line (ArXiv) antes de someterlo al proceso de revisión, y sabíamos que se iba a propagar inmediatamente, que sería una noticia… y queríamos dar la información nosotros mismos tan claramente como fuera posible y para todo el mundo. Por supuesto que preparamos el artículo, pero entre nuestra comunicación de los resultados y su publicación oficial tuvimos indicios de que los modelos sobre el efecto del polvo podrían no ser suficientes y por eso advertimos en artículo ya publicado que hacían falta más datos porque aumentaban las incertidumbres de la interpretación.
P. ¿Se desmoralizó después de ese revés de alcance internacional?
R. No. No fueron semanas fáciles. Pero nosotros somos científicos experimentales y no estamos comprometidos tanto con una interpretación concreta de los datos, si son ondas gravitacionales o no….. Nos contentamos con que nuestros datos sirvan para averiguar la verdad. No nos desmoralizamos porque el camino está más claro ahora que antes y los datos que estamos tomando van a reducir las incertidumbres.
P. La mayoría de los especialistas han criticado las conclusiones apresuradas de Bicep-2 , pero nadie cuestiona la calidad del experimento, de los fantásticos telescopios Bicep.
R. Sí, eso creo.
P. ¿Explique un poco qué es lo que buscan?
R. Los Bicep y el Keck Array miran la luz más antigua del universo, y en ella podemos ver patrones de cómo era el cosmos inmediatamente después de la gran explosión. La imagen que obtenemos, con mucho detalle, concuerda muy bien con el modelo estándar de cosmología, con el Big Bang, pero aporta muchos detalles de las condiciones iniciales.
P. ¿Es como si esas condiciones iniciales hubieran quedado impresas en la luz que ahora captan, 13.800 millones de años después del inicio del universo?
R. Sí. Parte de las condiciones iniciales son las fluctuaciones de densidad que dieron lugar a toda la estructura del universo que vemos a nuestro alrededor. Y lo que vemos en esas fluctuaciones de densidad es que pueden ser consistentes con la predicción de la teoría de la inflación que indica un crecimiento exponencial del universo en sus primeros instantes. La inflación se habría producido en condiciones de altísima energía, muy superior a la que podemos investigar experimentalmente en los aceleradores de partículas. Es un nivel de energía extraordinariamente alto en el que deben confluir la mecánica cuántica y la relatividad general para explicar el origen del universo. Sobre esto debaten los teóricos, y con razón, porque están implicadas preguntas muy profundas. La inflación cósmica es una bella teoría y parece que las observaciones encajan muy bien en ella , pero no podemos decir que la comprendamos completamente o que estemos seguros de que es correcta, así que necesitamos verificaciones de la misma. Una predicción de la teoría es que las fluctuaciones cuánticas producen ondas gravitacionales primordiales y su señal en la luz polarizada es lo que buscamos con nuestros telescopios.