El reinado de Isabel II es el período de la historia contemporánea de España comprendido entre la muerte de Fernando VII en 1833 y el triunfo de la Revolución de 1868, que obligó a la reina a marchar al exilio. Su reinado está dividido en dos grandes etapas: la minoría de edad (1833-1843) durante la que asumieron la regencia, primero, su madre María Cristina de Borbón-Dos Sicilias y, después, el general Baldomero Espartero; y el reinado efectivo que comienza con la declaración por las Cortes en 1843 de su mayoría de edad adelantada cuando solo tenía trece años. A lo largo de su reinado se produjo la configuración del Estado liberal en España.
A la muerte de Fernando VII el 29 de septiembre de 1833, su esposa, María Cristina de Borbón-Dos Sicilias asumió la regencia con el apoyo de los liberales, en nombre de su hija y futura reina, Isabel II. El conflicto con su cuñado, Carlos María Isidro de Borbón, que aspiraba al trono en virtud de una pretendida vigencia de la Ley Sálica —ya derogada por Carlos IV y el propio Fernando VII— llevaron al país a la Primera Guerra Carlista.
Tras la breve regencia de Espartero que sucedió a la regencia de María Cristina de Borbón-Dos Sicilias, Isabel II fue proclamada mayor de edad con solo trece años por resolución de las Cortes Generales en 1843. Así comenzó el reinado efectivo de Isabel II que suele dividirse en cuatro períodos: la década moderada (1844-1854); el Bienio Progresista (1854-1856); la etapa de los gobiernos de la Unión Liberal (1856-1863) y la crisis final (1863-1868).
El reinado de Isabel II se caracterizó por un intento modernizador de España que se vio contenido, sin embargo, por las tensiones internas de los liberales, la presión que siguieron ejerciendo los partidarios del absolutismo más o menos moderado, los gobiernos totalmente influidos por el estamento militar y el fracaso final ante las dificultades económicas y la decadencia de la Unión Liberal que llevaron a España a la experiencia del Sexenio Democrático. También influyó mucho en su reinado la personalidad de la reina Isabel sin dotes para el gobierno y presionada en todo momento por la Corte, especialmente por su propia madre, y también por los generales Narváez, Espartero y O'Donnell, lo que impidió que se consolidase el tránsito del Antiguo Régimen al Estado Liberal, por lo que España llegó al último tercio del siglo xix en condiciones desfavorables respecto a otras potencias europeas.
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El reinado de Isabel II es el período de la historia contemporánea de España comprendido entre la muerte de Fernando VII en 1833 y el triunfo de la Revolución de 1868, que obligó a la reina a marchar al exilio. Su reinado está dividido en dos grandes etapas: la minoría de edad (1833-1843) durante la que asumieron la regencia, primero, su madre María Cristina de Borbón-Dos Sicilias y, después, el general Baldomero Espartero; y el reinado efectivo que comienza con la declaración por las Cortes en 1843 de su mayoría de edad adelantada cuando solo tenía trece años. A lo largo de su reinado se produjo la configuración del Estado liberal en España.
A la muerte de Fernando VII el 29 de septiembre de 1833, su esposa, María Cristina de Borbón-Dos Sicilias asumió la regencia con el apoyo de los liberales, en nombre de su hija y futura reina, Isabel II. El conflicto con su cuñado, Carlos María Isidro de Borbón, que aspiraba al trono en virtud de una pretendida vigencia de la Ley Sálica —ya derogada por Carlos IV y el propio Fernando VII— llevaron al país a la Primera Guerra Carlista.
Tras la breve regencia de Espartero que sucedió a la regencia de María Cristina de Borbón-Dos Sicilias, Isabel II fue proclamada mayor de edad con solo trece años por resolución de las Cortes Generales en 1843. Así comenzó el reinado efectivo de Isabel II que suele dividirse en cuatro períodos: la década moderada (1844-1854); el Bienio Progresista (1854-1856); la etapa de los gobiernos de la Unión Liberal (1856-1863) y la crisis final (1863-1868).
El reinado de Isabel II se caracterizó por un intento modernizador de España que se vio contenido, sin embargo, por las tensiones internas de los liberales, la presión que siguieron ejerciendo los partidarios del absolutismo más o menos moderado, los gobiernos totalmente influidos por el estamento militar y el fracaso final ante las dificultades económicas y la decadencia de la Unión Liberal que llevaron a España a la experiencia del Sexenio Democrático. También influyó mucho en su reinado la personalidad de la reina Isabel sin dotes para el gobierno y presionada en todo momento por la Corte, especialmente por su propia madre, y también por los generales Narváez, Espartero y O'Donnell, lo que impidió que se consolidase el tránsito del Antiguo Régimen al Estado Liberal, por lo que España llegó al último tercio del siglo xix en condiciones desfavorables respecto a otras potencias europeas.