Respuesta: La era de 1870 a 1914 se convirtió en un periodo donde los países del Centro podían contar con la posibilidad de avanzar rápidamente bajo un esquema económico serio y soportado sobre la gestión gubernamental y la responsabilidad de sus dirigentes. Pero fue la misma vanidad política e imprecisión diplomática la que condujo a que la competencia económica, los avances económicos y la acumulación de capital en diferentes lugares del sistema económico internacional se desvanecieran y se convirtieran en la piedra angular para sustentar los asuntos políticos, el poder, la rivalidad territorial, la hegemonía imperial y, finalmente, la financiación de la Gran Guerra. Sería el inicio de un periodo donde las diferencias en el desarrollo económico se ampliarían y se afectaría la estabilidad futura del sistema político y económico internacional.
...el equilibrio rara vez surge de un designio consciente.
Kissinger
La historia mundial se ha estructurado sobre el avance, consolidación y decadencia de los imperios en diversas y diferentes dimensiones. Desde la historia antigua, y en los lugares más apartados de nuestro planeta, han existido los imperios, con estructuras perdurables en el tiempo, como el Imperio Romano; con una importante capacidad militar, pero con debilidades de gestión, como el Imperio Mongol; o con capacidad impositiva, pero con serias limitantes económicas, como el Imperio Español. «Una extraordinaria variabilidad en la cronología, así como en la extensión geográfica de sus dominios»1. Así mismo, se pasa de imperios intensivos en coerción a imperios intensivos en capital, que facilitan aún más su proceso de fortalecimiento no sólo como imperios, sino como naciones.
El siguiente análisis se enfoca en un periodo donde el interés nacional, la carrera hegemónica y la importancia del aparato económico se convirtieron en la piedra angular de las decisiones y la estrategia diplomática de los países entre 1870 y 1914. Al pasar de la rivalidad territorial a la competencia económica se tiene como consecuencia un incremento en el promedio anual del comercio mundial de mercancías: para el periodo comprendido entre 1876 y 1880 era de 6.010 millones de dólares en exportaciones y 7.060 millones de dólares en importaciones; entre 1911 y 1913 pasaría a ser de más de 18.320 millones de dólares en exportaciones y 19.920 millones de dólares en importaciones de promedio anual2.
Es importante determinar si ese avance imperialista y la reactivación del colonialismo se soporta sobre la tesis de la geopolítica, el nacionalismo económico o de la globalización, estableciéndose como la primera era de la globalización; o más bien una evolución imperial que se determina por la multipolaridad, rivalidad y la falta de un imperio hegemónico, fundamentada sobre la raison d'état de los franceses, la realpolitik de los alemanes o simplemente el interés nacional, el cual se soportaría sobre la estrategia internacional de los países que deseaban iniciar una carrera hegemónica, la cual había sido diezmada durante más de cincuenta años por la capacidad y estrategia del imperio británico. Así mismo, el avance del transporte y las comunicaciones, que dependiendo de la dinámica económica de cada Estado y la consolidación de sus recursos financieros, lograban fortalecer aún más su capacidad de conquista y colonización.
Aunque el análisis no solamente se debe sustentar en el aspecto político, que habitualmente enmarca las características del imperialismo, también debe precisar que los elementos económicos lanzaron a los países en esta carrera, apoyados posiblemente sobre la vanidad política de Guillermo II, la intención de gloria «pour la gloire» de una Francia necesitada de renovar herencias y de unos Estados Unidos listos a mostrar sus credenciales constitucionales en el terreno internacional, con una base económica amplia y suficiente para lograrlo.
Pero realmente ¿cuál es el límite del avance imperial? Se podría determinar que era el factor económico, la capacidad militar, el conocimiento geográfico o el afán de hegemonía; o como menciona Henry Kissinger en su obra: «¿Hasta dónde se podía llegar antes de que los intereses del Estado se consideraran satisfechos? ¿Cuántas guerras se necesitaban para alcanzar la seguridad?»3. ¿Qué se necesitaba para mantener a flote un modelo económico que estaba perdiendo su capacidad, su productividad, y donde posiblemente los rendimientos decrecientes del capital cada vez eran más frecuentes para economías maduras como la británica?; o para países como Estados Unidos y Alemania, que estaban empezando a consolidarse gracias a su fortaleza y dinámica económica, la cual se soportaba sobre la innovación, los rendimientos crecientes del capital y los procesos migratorios para, el caso de Estados Unidos.
Respuesta: La era de 1870 a 1914 se convirtió en un periodo donde los países del Centro podían contar con la posibilidad de avanzar rápidamente bajo un esquema económico serio y soportado sobre la gestión gubernamental y la responsabilidad de sus dirigentes. Pero fue la misma vanidad política e imprecisión diplomática la que condujo a que la competencia económica, los avances económicos y la acumulación de capital en diferentes lugares del sistema económico internacional se desvanecieran y se convirtieran en la piedra angular para sustentar los asuntos políticos, el poder, la rivalidad territorial, la hegemonía imperial y, finalmente, la financiación de la Gran Guerra. Sería el inicio de un periodo donde las diferencias en el desarrollo económico se ampliarían y se afectaría la estabilidad futura del sistema político y económico internacional.
Palabras clave: Imperialismo, globalización, nacionalismo económico, inversión extranjera, poder.
INTRODUCCIÓN
...el equilibrio rara vez surge de un designio consciente.
Kissinger
La historia mundial se ha estructurado sobre el avance, consolidación y decadencia de los imperios en diversas y diferentes dimensiones. Desde la historia antigua, y en los lugares más apartados de nuestro planeta, han existido los imperios, con estructuras perdurables en el tiempo, como el Imperio Romano; con una importante capacidad militar, pero con debilidades de gestión, como el Imperio Mongol; o con capacidad impositiva, pero con serias limitantes económicas, como el Imperio Español. «Una extraordinaria variabilidad en la cronología, así como en la extensión geográfica de sus dominios»1. Así mismo, se pasa de imperios intensivos en coerción a imperios intensivos en capital, que facilitan aún más su proceso de fortalecimiento no sólo como imperios, sino como naciones.
El siguiente análisis se enfoca en un periodo donde el interés nacional, la carrera hegemónica y la importancia del aparato económico se convirtieron en la piedra angular de las decisiones y la estrategia diplomática de los países entre 1870 y 1914. Al pasar de la rivalidad territorial a la competencia económica se tiene como consecuencia un incremento en el promedio anual del comercio mundial de mercancías: para el periodo comprendido entre 1876 y 1880 era de 6.010 millones de dólares en exportaciones y 7.060 millones de dólares en importaciones; entre 1911 y 1913 pasaría a ser de más de 18.320 millones de dólares en exportaciones y 19.920 millones de dólares en importaciones de promedio anual2.
Es importante determinar si ese avance imperialista y la reactivación del colonialismo se soporta sobre la tesis de la geopolítica, el nacionalismo económico o de la globalización, estableciéndose como la primera era de la globalización; o más bien una evolución imperial que se determina por la multipolaridad, rivalidad y la falta de un imperio hegemónico, fundamentada sobre la raison d'état de los franceses, la realpolitik de los alemanes o simplemente el interés nacional, el cual se soportaría sobre la estrategia internacional de los países que deseaban iniciar una carrera hegemónica, la cual había sido diezmada durante más de cincuenta años por la capacidad y estrategia del imperio británico. Así mismo, el avance del transporte y las comunicaciones, que dependiendo de la dinámica económica de cada Estado y la consolidación de sus recursos financieros, lograban fortalecer aún más su capacidad de conquista y colonización.
Aunque el análisis no solamente se debe sustentar en el aspecto político, que habitualmente enmarca las características del imperialismo, también debe precisar que los elementos económicos lanzaron a los países en esta carrera, apoyados posiblemente sobre la vanidad política de Guillermo II, la intención de gloria «pour la gloire» de una Francia necesitada de renovar herencias y de unos Estados Unidos listos a mostrar sus credenciales constitucionales en el terreno internacional, con una base económica amplia y suficiente para lograrlo.
Pero realmente ¿cuál es el límite del avance imperial? Se podría determinar que era el factor económico, la capacidad militar, el conocimiento geográfico o el afán de hegemonía; o como menciona Henry Kissinger en su obra: «¿Hasta dónde se podía llegar antes de que los intereses del Estado se consideraran satisfechos? ¿Cuántas guerras se necesitaban para alcanzar la seguridad?»3. ¿Qué se necesitaba para mantener a flote un modelo económico que estaba perdiendo su capacidad, su productividad, y donde posiblemente los rendimientos decrecientes del capital cada vez eran más frecuentes para economías maduras como la británica?; o para países como Estados Unidos y Alemania, que estaban empezando a consolidarse gracias a su fortaleza y dinámica económica, la cual se soportaba sobre la innovación, los rendimientos crecientes del capital y los procesos migratorios para, el caso de Estados Unidos.