El proyecto genoma abre las puertas de un nuevo universo de conocimientos que involucra diversos ámbitos. Esta característica ha generado una gran polémica que se centra en los riesgos y ventajas de su aplicabilidad.
La información que este proyecto nos arroja no sólo representa para la humanidad un descubrimiento científico, sino que marca lo que podría ser el inicio de una nueva era donde el uso de la “tecnología invisible”1 se convierte en el requisito indispensable que tendrá que poseer cada país para que así sus habitantes formen parte de esta era inalcanzable e increíble para muchos, pero para otros una realidad cercana y avasallante.
El estudio del genoma incidirá en el contexto económico, social y ético de manera cualitativa y cuantitativamente.
En lo económico; el conjunto de actividades que la colectividad humana llevará a cabo para la producción, distribución y consumo de sus riquezas se enfrentará a nuevos retos que conducirán a la transformación del ámbito. En el Proyecto Genoma el recurso limitante es la “tecnología invisible”.
Esta gran fábrica global que se instala más allá de cualquier frontera va a ser un elemento dinamizador de las economías-mundo 2 , las cuales establecerán nuevas articulaciones entre el capital, la tecnología, la división social del trabajo, la planeación y el mercado.
Este sistema de interrelaciones trae consigo oportunidades que deberán enfrentar los consumidores y los productores.
Los consumidores manifiestan sus preferencias a través de la elección de un conjunto de bienes antes de ser adquiridos, estos deben verificar su naturaleza, por lo que es necesario “distinguir entre bienes de búsqueda o inspección, de experiencia, y de confianza; los primeros serían aquellos cuyas características relevantes se pueden determinar mediante una inspección previa a la compra por parte del comprador potencial, los segundos serían aquellos cuyas características sólo se pueden determinar consumiendo la mercancía, y en el caso de los terceros, no cabe ni esa posibilidad”3. Por lo tanto el papel de la información es determinante, por cuanto le permite a los consumidores conocer las características de los bienes, disminuyendo la incertidumbre y el riesgo de incurrir en el problema de selección adversa y azar moral, ya que el hecho de que exista información asimétrica posibilita el comportamiento o actitudes “oportunistas”.
El proyecto genoma humano (PGH) es una investigación internacional donde participan Alemania, China, Estados unidos, Francia, Gran Bretaña y Japón. Este consorcio está compuesto por 18 instituciones que orientan su actividad a la selección de un modelo de organismo humano por medio del mapeo de la secuencia de ADN (ácido desoxirribonucléico). Fue creado en 1988 por el gobierno federal de los Estados Unidos; la idea original la tuvo Sidney Prenner quien sugirió su acrónimo (HUGO) en el primer congreso de cartografía y secuenciación del genoma humano, en Cold Spring Habor Laboratory, su sede principal está en Ginebra, pero hay tres centros regionales ( América, Europa y Pacifico). Este proyecto se inicia oficialmente en 1990; los objetivos propuestos eran (y que ya se han conseguido):
La creación de mapas genéticos, con el fin de identificar cuáles son los genes existentes.El desarrollo de mapas físicos, con el fin de situar a los genes en los cromosomas.La determinación de la secuencia completa del genoma humano.
El proyecto genoma abre las puertas de un nuevo universo de conocimientos que involucra diversos ámbitos. Esta característica ha generado una gran polémica que se centra en los riesgos y ventajas de su aplicabilidad.
La información que este proyecto nos arroja no sólo representa para la humanidad un descubrimiento científico, sino que marca lo que podría ser el inicio de una nueva era donde el uso de la “tecnología invisible”1 se convierte en el requisito indispensable que tendrá que poseer cada país para que así sus habitantes formen parte de esta era inalcanzable e increíble para muchos, pero para otros una realidad cercana y avasallante.
El estudio del genoma incidirá en el contexto económico, social y ético de manera cualitativa y cuantitativamente.
En lo económico; el conjunto de actividades que la colectividad humana llevará a cabo para la producción, distribución y consumo de sus riquezas se enfrentará a nuevos retos que conducirán a la transformación del ámbito. En el Proyecto Genoma el recurso limitante es la “tecnología invisible”.
Esta gran fábrica global que se instala más allá de cualquier frontera va a ser un elemento dinamizador de las economías-mundo 2 , las cuales establecerán nuevas articulaciones entre el capital, la tecnología, la división social del trabajo, la planeación y el mercado.
Este sistema de interrelaciones trae consigo oportunidades que deberán enfrentar los consumidores y los productores.
Los consumidores manifiestan sus preferencias a través de la elección de un conjunto de bienes antes de ser adquiridos, estos deben verificar su naturaleza, por lo que es necesario “distinguir entre bienes de búsqueda o inspección, de experiencia, y de confianza; los primeros serían aquellos cuyas características relevantes se pueden determinar mediante una inspección previa a la compra por parte del comprador potencial, los segundos serían aquellos cuyas características sólo se pueden determinar consumiendo la mercancía, y en el caso de los terceros, no cabe ni esa posibilidad”3. Por lo tanto el papel de la información es determinante, por cuanto le permite a los consumidores conocer las características de los bienes, disminuyendo la incertidumbre y el riesgo de incurrir en el problema de selección adversa y azar moral, ya que el hecho de que exista información asimétrica posibilita el comportamiento o actitudes “oportunistas”.
El proyecto genoma humano (PGH) es una investigación internacional donde participan Alemania, China, Estados unidos, Francia, Gran Bretaña y Japón. Este consorcio está compuesto por 18 instituciones que orientan su actividad a la selección de un modelo de organismo humano por medio del mapeo de la secuencia de ADN (ácido desoxirribonucléico). Fue creado en 1988 por el gobierno federal de los Estados Unidos; la idea original la tuvo Sidney Prenner quien sugirió su acrónimo (HUGO) en el primer congreso de cartografía y secuenciación del genoma humano, en Cold Spring Habor Laboratory, su sede principal está en Ginebra, pero hay tres centros regionales ( América, Europa y Pacifico). Este proyecto se inicia oficialmente en 1990; los objetivos propuestos eran (y que ya se han conseguido):
La creación de mapas genéticos, con el fin de identificar cuáles son los genes existentes.El desarrollo de mapas físicos, con el fin de situar a los genes en los cromosomas.La determinación de la secuencia completa del genoma humano.