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Leguía quiso negociar con Sánchez Cerro. El rechazo fue enérgico e inmediato. El domingo 24 reunió a su Gabinete anunciándole su intención de no resistir y reunir al Congreso para dimitir. Esa misma tarde asistió al hipódromo de Santa Beatriz donde sus caballos triunfaron en dos carreras. Recibió aplausos y saludó con sombrero en alto. Cuando regresó a Palacio hubo gritos y disparos en el camino. En la madrugada del 25 se presentó en Palacio un grupo numeroso de militares para exigirle su renuncia. El diálogo por momentos se tornó airado y violento. Leguía no tuvo más remedio de entregar el mando a una Junta Militar presidida por el general Manuel María Ponce.
Esa misma madrugada Leguía abandonó para siempre la Casa de Gobierno. Salió por una puerta lateral de Palacio camino al Callao para embarcarse a bordo del crucero “Almirante Grau” rumbo a Panamá. Pocos fueron los que estuvieron a su lado en aquellos momentos de derrota. Casi todos sus antiguos “amigos”, aquellos que se enriquecieron con la Patria Nueva y proclamaron “El Siglo de Leguía”, se escondieron o, peor aún, se pasaron a la oposición. Uno de los que permaneció a su lado fue su edecán, el oficial de Marina Teodosio Cabada
Esa misma madrugada Leguía abandonó para siempre la Casa de Gobierno. Salió por una puerta lateral de Palacio camino al Callao para embarcarse a bordo del crucero “Almirante Grau” rumbo a Panamá. Pocos fueron los que estuvieron a su lado en aquellos momentos de derrota. Casi todos sus antiguos “amigos”, aquellos que se enriquecieron con la Patria Nueva y proclamaron “El Siglo de Leguía”, se escondieron o, peor aún, se pasaron a la oposición. Uno de los que permaneció a su lado fue su edecán, el oficial de Marina Teodosio Cabada