El censo de 1961 registró que 15% de la “población peruana había salido de sus lugares de origen buscando residir en otra parte del territorio nacional(...) principalmente a la ciudad de Lima”, casi el doble de lo que se registró en el censo de 1940. Mi madre tenía solo cinco años, era 1953 y entonces hablar quechua equivalía a ser relegado al escalafón más bajo de la sociedad capitalina. Así, el dejo, la musicalidad y cualquier rezago sintáctico de la lengua de mi abuela fue convertido en objeto de escarnio y humillación. Cuando mi abuela serrana hablaba castellano, mi padre limeño solía decirle a mi madre, “traduce”. Para nosotros, era parte del humor cotidiano. Crecimos con eso. Detectando el “mote” —como le decimos en Perú a la palabra pronunciada fuera de la norma limeña— y diferenciándonos compulsivamente del “motoso”.
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Explicación:
El censo de 1961 registró que 15% de la “población peruana había salido de sus lugares de origen buscando residir en otra parte del territorio nacional(...) principalmente a la ciudad de Lima”, casi el doble de lo que se registró en el censo de 1940. Mi madre tenía solo cinco años, era 1953 y entonces hablar quechua equivalía a ser relegado al escalafón más bajo de la sociedad capitalina. Así, el dejo, la musicalidad y cualquier rezago sintáctico de la lengua de mi abuela fue convertido en objeto de escarnio y humillación. Cuando mi abuela serrana hablaba castellano, mi padre limeño solía decirle a mi madre, “traduce”. Para nosotros, era parte del humor cotidiano. Crecimos con eso. Detectando el “mote” —como le decimos en Perú a la palabra pronunciada fuera de la norma limeña— y diferenciándonos compulsivamente del “motoso”.