En aquel amanecer del 12 de octubre de 1492, el grito del grumete sevillano Rodrigo de Triana, a la vista de la isla de Guanahaní, anuncia el encuentro de dos mundos con diferentes culturas y distintas tradiciones milenarias. Todavía sigue resonando con trascendencia histórica, a lo largo de los 494 años transcurridos, el pregón heráldico que fue el alarido estentóreo del vigía trianero.
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En aquel amanecer del 12 de octubre de 1492, el grito del grumete sevillano Rodrigo de Triana, a la vista de la isla de Guanahaní, anuncia el encuentro de dos mundos con diferentes culturas y distintas tradiciones milenarias. Todavía sigue resonando con trascendencia histórica, a lo largo de los 494 años transcurridos, el pregón heráldico que fue el alarido estentóreo del vigía trianero.