Consiste en dudar de todos los conocimientos que no sean evidentes, es decir que no se manifiesten a nuestro espíritu con total claridad y distinción – aplicación de la primera regla de la evidencia.
Descartes inicia el proceso dudando de todo conocimiento empezando por el que proviene de los sentidos, pues frecuentemente nos engañan; si engañan una vez, pueden hacerlo siempre. En segundo lugar, es a veces difícil distinguir el sueño de la vigilia; hay sueños que parecen muy reales, e incluso llegan a asustarnos, pudiera ser que nuestra vida de vigilia, no fuera más que un sueño (este tipo de escepticismo estaba presente en la época y lo vemos reflejado en la literatura, por ejemplo en la Vida es sueño de Calderón de la Barca). En tercer lugar también la razón nos engaña, ya que algunas veces nos equivocamos al resolver cuentas o problemas; este hecho nos indica que podemos engañarnos siempre. Finalmente, afirma Descartes, podría existir, un genio maligno, que nos engañara a los hombres con su inmenso poder haciéndonos tomar como real lo que no es.
Sin embargo la duda metódica no lleva al escepticismo, que niega toda verdad, si no todo lo contrario; de ella va a surgir la primera evidencia o axioma: el resultado del análisis anterior revela la posibilidad de que nuestros pensamientos sean equivocados, pero con total claridad y distinción, tomamos conciencia del hecho de estar dudando, de estar pensando y de existir, porque si no existiéramos no podríamos dudar: he aquí el axioma o verdad buscada: “cogito ergo sum”, “pienso luego existo”.
Siguiendo el proceso metódico busca en el pensamiento otras ideas revestidas de igual claridad y distinción; estas ideas son la de infinito y la de extensión.
La idea de un ser infinito, de Dios, no puede tener su origen en un ser finito, limitado como es nuestro pensamiento, por tanto Descartes afirma que sólo un ser Infinito puede haber puesto en nuestra mente esa idea. La existencia es la máxima perfección. Por esto, afirma la existencia de Dios, recogiendo el antiguo argumento ontológico de San Anselmo: de la idea de Dios a la afirmación de su existencia. La existencia de un ser Infinito todopoderoso, garantiza la realidad de un mundo exterior.
Todas las verdades evidentes están en nuestro pensamiento, pero también son seres o sustancias que existen en la realidad. Descartes inicia la corriente idealista en la metafísica moderna.
Consiste en dudar de todos los conocimientos que no sean evidentes, es decir que no se manifiesten a nuestro espíritu con total claridad y distinción – aplicación de la primera regla de la evidencia.
Descartes inicia el proceso dudando de todo conocimiento empezando por el que proviene de los sentidos, pues frecuentemente nos engañan; si engañan una vez, pueden hacerlo siempre. En segundo lugar, es a veces difícil distinguir el sueño de la vigilia; hay sueños que parecen muy reales, e incluso llegan a asustarnos, pudiera ser que nuestra vida de vigilia, no fuera más que un sueño (este tipo de escepticismo estaba presente en la época y lo vemos reflejado en la literatura, por ejemplo en la Vida es sueño de Calderón de la Barca). En tercer lugar también la razón nos engaña, ya que algunas veces nos equivocamos al resolver cuentas o problemas; este hecho nos indica que podemos engañarnos siempre. Finalmente, afirma Descartes, podría existir, un genio maligno, que nos engañara a los hombres con su inmenso poder haciéndonos tomar como real lo que no es.
Sin embargo la duda metódica no lleva al escepticismo, que niega toda verdad, si no todo lo contrario; de ella va a surgir la primera evidencia o axioma: el resultado del análisis anterior revela la posibilidad de que nuestros pensamientos sean equivocados, pero con total claridad y distinción, tomamos conciencia del hecho de estar dudando, de estar pensando y de existir, porque si no existiéramos no podríamos dudar: he aquí el axioma o verdad buscada: “cogito ergo sum”, “pienso luego existo”.
Siguiendo el proceso metódico busca en el pensamiento otras ideas revestidas de igual claridad y distinción; estas ideas son la de infinito y la de extensión.
La idea de un ser infinito, de Dios, no puede tener su origen en un ser finito, limitado como es nuestro pensamiento, por tanto Descartes afirma que sólo un ser Infinito puede haber puesto en nuestra mente esa idea. La existencia es la máxima perfección. Por esto, afirma la existencia de Dios, recogiendo el antiguo argumento ontológico de San Anselmo: de la idea de Dios a la afirmación de su existencia. La existencia de un ser Infinito todopoderoso, garantiza la realidad de un mundo exterior.
Todas las verdades evidentes están en nuestro pensamiento, pero también son seres o sustancias que existen en la realidad. Descartes inicia la corriente idealista en la metafísica moderna.