En la Convención de Londres, Francia, Inglaterra y España firman un tratado para reclamar a México, con fuerzas armadas, la deuda que tiene con estas naciones europeas; el hecho ocurre como respuesta a la suspensión de pagos decretada por el presidente Benito Juárez.
“[...] se comprometen a adoptar, inmediatamente después de que sea firmada la presente Convención, las medidas necesarias para enviar a las costas de México fuerzas combinadas de mar y tierra, cuyo efectivo se determinará en las comunicaciones que se cambien en lo sucesivo entres sus gobiernos, pero cuyo conjunto deberá ser suficiente para poder tomar y ocupar las diversas fortalezas y posiciones del litoral mexicano. [...] Deseando, además, las Altas Partes Contratantes, que las medidas que se proponen adoptar no tengan un carácter exclusivo y, sabiendo que los Estados Unidos tienen como ellas reclamaciones que hacer por su parte contra la República Mexicana, convienen que inmediatamente después de que sea firmada la presente Convención, se remita copia de ella al gobierno de los Estados Unidos y que se invite a dicho gobierno a adherirse a ella [...]”.
Sobre este asunto, el 23 de noviembre, Carlos Marx publicó un artículo en el New York Tribune: “la propuesta de intervención en México por Inglaterra, Francia y España es, en mi opinión, una de las más monstruosas empresas jamás registradas en los anales de la historia universal, es una maquinación que lleva evidentemente la marca de Palmerston, asombrando a los no iniciados por la insanidad de propósitos e imbecilidad de medios empleados [...] el proyecto de intervención conjunta en su actual forma es inglés [...] en su factura. Se obtuvo la adhesión de España, intimidada por la presión de Francia y el consentimiento de esta última se obtuvo mediante concesiones hechas en el terreno de la política europea. [...] los únicos ingleses que desean una intervención en México, son los tenedores de bonos mexicanos, los que, naturalmente, nunca han presumido de ejercer ninguna influencia sobre la opinión nacional [...]”.
Respuesta:
31 de Octubre de 1861
En la Convención de Londres, Francia, Inglaterra y España firman un tratado para reclamar a México, con fuerzas armadas, la deuda que tiene con estas naciones europeas; el hecho ocurre como respuesta a la suspensión de pagos decretada por el presidente Benito Juárez.
“[...] se comprometen a adoptar, inmediatamente después de que sea firmada la presente Convención, las medidas necesarias para enviar a las costas de México fuerzas combinadas de mar y tierra, cuyo efectivo se determinará en las comunicaciones que se cambien en lo sucesivo entres sus gobiernos, pero cuyo conjunto deberá ser suficiente para poder tomar y ocupar las diversas fortalezas y posiciones del litoral mexicano. [...] Deseando, además, las Altas Partes Contratantes, que las medidas que se proponen adoptar no tengan un carácter exclusivo y, sabiendo que los Estados Unidos tienen como ellas reclamaciones que hacer por su parte contra la República Mexicana, convienen que inmediatamente después de que sea firmada la presente Convención, se remita copia de ella al gobierno de los Estados Unidos y que se invite a dicho gobierno a adherirse a ella [...]”.
Sobre este asunto, el 23 de noviembre, Carlos Marx publicó un artículo en el New York Tribune: “la propuesta de intervención en México por Inglaterra, Francia y España es, en mi opinión, una de las más monstruosas empresas jamás registradas en los anales de la historia universal, es una maquinación que lleva evidentemente la marca de Palmerston, asombrando a los no iniciados por la insanidad de propósitos e imbecilidad de medios empleados [...] el proyecto de intervención conjunta en su actual forma es inglés [...] en su factura. Se obtuvo la adhesión de España, intimidada por la presión de Francia y el consentimiento de esta última se obtuvo mediante concesiones hechas en el terreno de la política europea. [...] los únicos ingleses que desean una intervención en México, son los tenedores de bonos mexicanos, los que, naturalmente, nunca han presumido de ejercer ninguna influencia sobre la opinión nacional [...]”.