Los pilares de la muestra son cuatro: la mitología, la tecnología, la fauna y los elementos marinos usados por los antiguos pobladores de lo que hoy llamamos Perú.
Las culturas precolombinas en las que el mar tiene fuerza gravitante para explicar sus orígenes son aquellas que estuvieron más cerca de la costa: Nasca, Moche, Chimú, Lambayeque, Chincha.
Pero otras culturas también trazaron vínculos con el mar. Las arqueólogas y curadoras de la muestra, Lida Casas Salazar y Maritza Pérez Ponce, recuerdan que para los incas, cuyo centro estaba en Cusco y alejado del litoral, el mar también era un componente importante en su cosmovisión. La adopción del oráculo de Pachacámac, con su templo y sus frisos relacionados al mar, puede ser prueba de ello.
“El mar ya estaba presente en las primeras poblaciones sedentarias como Huaca Prieta en Chicama; Culebras en Huarmey; Río Seco en Chancay; Ancón y Chillón en Lima; Asia en Cañete; Otuma, Paloma y Chilca en Ica hacia los 2.500 a 1.800 a. C. El mar era el complemento de su agricultura incipiente”, señala Pérez Ponce.
Un paso clave que se revela en la muestra es el dominio del algodón. Con este material, se tejieron redes de pescar más grandes y resistentes, lo que permitió pescar más y a mayor distancia. Para ello debieron construir embarcaciones más complejas, entre las que destacan las de la cultura Chincha (1200 a 1470). Así se logró una revolución económica y cultural: el excedente motivó a comerciar con otras poblaciones.
Pero el mar no solo aportó comida, sino también poder.
Un símbolo distintivo de esto son las conchas spondylus halladas en los lugares ceremoniales y sepulcrales más relevantes de esta parte del continente americano.
Pérez Ponce explica esto con unos aretes en forma de pez. Si pudiera, viviría en la playa, reconoce. La muestra –coinciden las arqueólogas– busca subrayar que el mar es un eje transversal en la forma de comprender el mundo de los antiguos peruanos. Y de los nuevos también, aunque no lo notemos.
ACERCAMIENTO AL MAR
La muestra tiene cerámicas de distintas culturas en las que se contempla cómo representaban su relación con el mar.
Algunos asentamientos, como los de Chilca, usaban huesos de ballenas como estructuras para sus viviendas.
Los productos marinos también eran usados como herramientas. Por ejemplo, se empleaba la piel de lobos marinos para hacer boyas.
Los pilares de la muestra son cuatro: la mitología, la tecnología, la fauna y los elementos marinos usados por los antiguos pobladores de lo que hoy llamamos Perú.
Las culturas precolombinas en las que el mar tiene fuerza gravitante para explicar sus orígenes son aquellas que estuvieron más cerca de la costa: Nasca, Moche, Chimú, Lambayeque, Chincha.
Pero otras culturas también trazaron vínculos con el mar. Las arqueólogas y curadoras de la muestra, Lida Casas Salazar y Maritza Pérez Ponce, recuerdan que para los incas, cuyo centro estaba en Cusco y alejado del litoral, el mar también era un componente importante en su cosmovisión. La adopción del oráculo de Pachacámac, con su templo y sus frisos relacionados al mar, puede ser prueba de ello.
“El mar ya estaba presente en las primeras poblaciones sedentarias como Huaca Prieta en Chicama; Culebras en Huarmey; Río Seco en Chancay; Ancón y Chillón en Lima; Asia en Cañete; Otuma, Paloma y Chilca en Ica hacia los 2.500 a 1.800 a. C. El mar era el complemento de su agricultura incipiente”, señala Pérez Ponce.
Un paso clave que se revela en la muestra es el dominio del algodón. Con este material, se tejieron redes de pescar más grandes y resistentes, lo que permitió pescar más y a mayor distancia. Para ello debieron construir embarcaciones más complejas, entre las que destacan las de la cultura Chincha (1200 a 1470). Así se logró una revolución económica y cultural: el excedente motivó a comerciar con otras poblaciones.
Pero el mar no solo aportó comida, sino también poder.
Un símbolo distintivo de esto son las conchas spondylus halladas en los lugares ceremoniales y sepulcrales más relevantes de esta parte del continente americano.
Pérez Ponce explica esto con unos aretes en forma de pez. Si pudiera, viviría en la playa, reconoce. La muestra –coinciden las arqueólogas– busca subrayar que el mar es un eje transversal en la forma de comprender el mundo de los antiguos peruanos. Y de los nuevos también, aunque no lo notemos.
ACERCAMIENTO AL MAR
La muestra tiene cerámicas de distintas culturas en las que se contempla cómo representaban su relación con el mar.
Algunos asentamientos, como los de Chilca, usaban huesos de ballenas como estructuras para sus viviendas.
Los productos marinos también eran usados como herramientas. Por ejemplo, se empleaba la piel de lobos marinos para hacer boyas.