Reginaaaa
Una representa comedia y la otra tragedia
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susan42
Cuando nos referimos a las máscaras, inmediatamente las asociamos con el teatro, muy raras veces con el carnaval o con algunas danzas; está tan arraigada en nosotros esa asociación que ésta se hace de forma instantánea, por eso, no vamos a tocar el aspecto mágico-espiritual de las mismas, sino sólo su uso teatral.
Demos pues una miradita a este fascinante tema.
Sabemos que los orígenes del teatro se confunden con los rituales, y si bien es cierto no hay datos fidedignos de representaciones teatrales en Egipto, las representaciones de seres con cabezas zoomorfas podrían sugerirnos el uso de máscaras para esos fines rituales.
Es en Grecia donde al desarrollarse el teatro y dada la limitación de los actores (en un principio uno y más tarde hasta tres) surge la dificultad de conciliar esa limitación con la diversidad de personajes que podría presentar un drama. Así, no había mejor solución que enmascarar al actor de tal manera que uno sólo podía representar varios personajes simplemente con cambiar de máscara. No interesaba que fuera masculino o femenino, joven o anciano, simplemente la máscara daba vida al personaje requerido, el público hacía el resto, además por ser de gran tamaño (acorde con la elevación artificial de la talla del actor) la máscara proporcionaba una especie de megáfono al disponer de una especie de bocina que amplificaba la voz del recitante.
Demos pues una miradita a este fascinante tema.
Sabemos que los orígenes del teatro se confunden con los rituales, y si bien es cierto no hay datos fidedignos de representaciones teatrales en Egipto, las representaciones de seres con cabezas zoomorfas podrían sugerirnos el uso de máscaras para esos fines rituales.
Es en Grecia donde al desarrollarse el teatro y dada la limitación de los actores (en un principio uno y más tarde hasta tres) surge la dificultad de conciliar esa limitación con la diversidad de personajes que podría presentar un drama. Así, no había mejor solución que enmascarar al actor de tal manera que uno sólo podía representar varios personajes simplemente con cambiar de máscara. No interesaba que fuera masculino o femenino, joven o anciano, simplemente la máscara daba vida al personaje requerido, el público hacía el resto, además por ser de gran tamaño (acorde con la elevación artificial de la talla del actor) la máscara proporcionaba una especie de megáfono al disponer de una especie de bocina que amplificaba la voz del recitante.