La Fe es el don perfecto en la vida, es todopoderosa para robustecer la conciencia cristiana de nuestro pueblo, de ahí que el recuerdo del Vía Crucis es un acto de plena renovación en nuestra creencia en Dios y su Hijo Unigénito, Jesús el Mesías, el líder y el elegido para convertirse en el Salvador de la humanidad, a quien profesamos nuestra total devoción. Un Viernes Santo para entender el legado de Jesús que abrió los ojos de la humanidad a la justicia y al amor.
Vivimos tiempos de prueba, sentimos las injusticias de un proceso de cambio que tarda en ser parte de la vida colectiva, pero ante la adversidad se impone la fuerza de nuestra fe que nos permite enfrentar ciertas flaquezas, sabiendo que las bendiciones del Altísimo siempre serán más poderosas que los hechos protagonizados por los humanos impíos que ya tendrán tiempo de rendir cuentas al enmendar sus errores.
Para una comunidad creyente como la nuestra el Viernes Santo es la parte más importante y al mismo tiempo profundamente estremecedora, pues nos recuerda los hechos más dolorosos por los que pasó ese líder de la justicia y la libertad, Jesús nuestro Salvador que muere, resucita y asciende al Reino de los Cielos desde donde sigue dándonos su protección y amor.
Jesús ese humilde hijo del carpintero José y la Virgen María, no pudo cambiar el régimen oprobioso de la desigualdad y la corrupción, de la injusticia y la violencia pero dejó un legado que muy pronto prosperó y cambió las condiciones de sus seguidores que poco a poco crecieron gracias a su fe y su constancia y al ser parte del milagro de la resurrección que aumentó la seguridad en la existencia de un Ser Supremo, Dios Padre Omnipotente que sacrificó a su único hijo para salvar del pecado a la humanidad.
Jesús el elegido de Dios se convierte en el Salvador del mundo y estremece con su valor al mayor imperio de esos tiempos predicando justicia, proclamando libertad ante la desigualdad reinante en que eran más los esclavos del poder y pocos los que usufructuaban de un Estado que se mantenía por efecto de la egolatría de sus fanáticos emperadores.
Respuesta:
La Fe es el don perfecto en la vida, es todopoderosa para robustecer la conciencia cristiana de nuestro pueblo, de ahí que el recuerdo del Vía Crucis es un acto de plena renovación en nuestra creencia en Dios y su Hijo Unigénito, Jesús el Mesías, el líder y el elegido para convertirse en el Salvador de la humanidad, a quien profesamos nuestra total devoción. Un Viernes Santo para entender el legado de Jesús que abrió los ojos de la humanidad a la justicia y al amor.
Vivimos tiempos de prueba, sentimos las injusticias de un proceso de cambio que tarda en ser parte de la vida colectiva, pero ante la adversidad se impone la fuerza de nuestra fe que nos permite enfrentar ciertas flaquezas, sabiendo que las bendiciones del Altísimo siempre serán más poderosas que los hechos protagonizados por los humanos impíos que ya tendrán tiempo de rendir cuentas al enmendar sus errores.
Para una comunidad creyente como la nuestra el Viernes Santo es la parte más importante y al mismo tiempo profundamente estremecedora, pues nos recuerda los hechos más dolorosos por los que pasó ese líder de la justicia y la libertad, Jesús nuestro Salvador que muere, resucita y asciende al Reino de los Cielos desde donde sigue dándonos su protección y amor.
Jesús ese humilde hijo del carpintero José y la Virgen María, no pudo cambiar el régimen oprobioso de la desigualdad y la corrupción, de la injusticia y la violencia pero dejó un legado que muy pronto prosperó y cambió las condiciones de sus seguidores que poco a poco crecieron gracias a su fe y su constancia y al ser parte del milagro de la resurrección que aumentó la seguridad en la existencia de un Ser Supremo, Dios Padre Omnipotente que sacrificó a su único hijo para salvar del pecado a la humanidad.
Jesús el elegido de Dios se convierte en el Salvador del mundo y estremece con su valor al mayor imperio de esos tiempos predicando justicia, proclamando libertad ante la desigualdad reinante en que eran más los esclavos del poder y pocos los que usufructuaban de un Estado que se mantenía por efecto de la egolatría de sus fanáticos emperadores.
Explicación:
espero sirva de algo .-.