Oscurantismo es la práctica deliberada de evitar que determinados hechos y conocimientos sean difundidos a la población. Histórica e intelectualmente tiene dos sentidos comunes: la restricción u oposición a la difusión del conocimiento al público y, lo que se conoce como oscuridad deliberada, un estilo abstruso —como a veces se da en la literatura y el arte— caracterizado por una deliberada vaguedad.[1][2][3]
Anti-oscurantista: Johann Reuchlin (1455-1522).
El término oscurantismo proviene del título de la sátira del siglo XVI Epistolæ Obscurorum Virorum (Cartas de los hombres oscuros), basado en la disputa intelectual entre el humanista alemán Johann Reuchlin y los frailes dominicos, como el judío converso Johannes Pfefferkorn, acerca de si se deberían quemar o no todos los libros judíos por no ser cristianos. En 1509, el fraile Pfefferkorn había obtenido el permiso de Maximiliano I (1486-1519), emperador del Sacro Imperio Romano, para incinerar todos los ejemplares del Talmud (la ley y la ética judías) de que se tuviese conocimiento en el Sacro Imperio Romano; las Cartas de los hombres oscuros satirizaban a los frailes dominicanos por sus argumentos en favor de la quema de obras no cristianas.
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Oscurantismo es la práctica deliberada de evitar que determinados hechos y conocimientos sean difundidos a la población. Histórica e intelectualmente tiene dos sentidos comunes: la restricción u oposición a la difusión del conocimiento al público y, lo que se conoce como oscuridad deliberada, un estilo abstruso —como a veces se da en la literatura y el arte— caracterizado por una deliberada vaguedad.[1][2][3]
Anti-oscurantista: Johann Reuchlin (1455-1522).
El término oscurantismo proviene del título de la sátira del siglo XVI Epistolæ Obscurorum Virorum (Cartas de los hombres oscuros), basado en la disputa intelectual entre el humanista alemán Johann Reuchlin y los frailes dominicos, como el judío converso Johannes Pfefferkorn, acerca de si se deberían quemar o no todos los libros judíos por no ser cristianos. En 1509, el fraile Pfefferkorn había obtenido el permiso de Maximiliano I (1486-1519), emperador del Sacro Imperio Romano, para incinerar todos los ejemplares del Talmud (la ley y la ética judías) de que se tuviese conocimiento en el Sacro Imperio Romano; las Cartas de los hombres oscuros satirizaban a los frailes dominicanos por sus argumentos en favor de la quema de obras no cristianas.