La riqueza y permanencia de los recursos marítimos determine la sedentarización definitiva de los antiguos seminómadas y su establecimiento en pequeñas aldeas permanentes que se distribuyeron regularmente, a distancias casi constantes, por todo el litoral de la comarca. Dichas aldeas no se diferenciaban mucho de los campamentos estacionarios que las habían antecedido y las pocas viviendas que las conformaban se alineaban o agrupaban en semicírculos o círculos, a corta distancia del mar, y preferentemente a ambos lados de la desembocadura de los ríos. La población de esas aldeas tempranas no pasaba de 50 a 100 personas, cuya economía, básicamente de índole marítima, se complementaba con el cultivo de las huertas y la explotación de las lomas cercanas.
El arquitecto Carlos Williams (1981), sostiene que tal tipo de economía demandaba una baja densidad poblacional que no podía exceder de 0.5 habitantes por kilómetro cuadrado y que, por tanto, un asentamiento promedio significaba un dominio territorial de no menos de 50 Km. cuadrados, que comprendía una faja de playa y su correspondiente extensión continental hasta alcanzar la zona de lomas. Tal hecho explica la sorprendente regularidad existente en la ubicación geográfica de las aldeas tempranas, puesto que el régimen imperante de explotación del medio obligaba a una división territorial en áreas semejantes o parecidas.
Restos de dichas aldeas se encontraban hasta hace poco en los alrededores de las desembocaduras de los ríos Chillón, Rímac y Lurín, los que infortunadamente han desaparecido por el desarrollo urbano y/o industrial que se ha llevado a cabo en dichas zonas. En Punta Márquez, en la margen izquierda del Chillón, encima de las estribaciones más cercanas al mar, quedan los restos de rústicas construcciones de piedra sin labrar, que, al parecer, conformaron las viviendas de una aldea temprana. Igualmente, en la playa Chira-Villa, en el lado sur-este de Punta Chira, existen vestigios de un asentamiento parecido al del Chillón y, finalmente, en los arenales de Lurín se hallan numerosos conchales, que, como ya se ha indicado, denuncian la anterior presencia de asentamientos tempranos.
En los años siguientes la sedentarización permitió la existencia y aprovechamiento de los "ocios" de los pobladores, lo que determinó un importante desarrollo tecnológico, un notable incremento de los conocimientos y un perfeccionamiento de la organización social de las comunidades aldeanas. Todo ello significó una mejora en las condiciones de vida y, consecuentemente, un notable aumento demográfico que tuvo su correlato inmediato en la proliferación de los asentamientos poblacionales. El aumento del número de habitantes de las aldeas y la existencia de la relación hombre-tierra a la que hemos hecho referencia, obligó a la población excedente a fundar nuevos asentamientos de características similares a los originales y a intercalarlos convenientemente entre las aldeas pre-existentes.
Las nuevas técnicas y mejores instrumentos utilizados en la explotación de los recursos naturales, tales como la utilización de redes en la pesca, el uso de abonos en los cultivos, la domesticación de un mayor numero de plantas y la práctica de tareas comunitarias, permitió el incremento de la producción de alimentos y por ende la mejora del coeficiente hombre/tierra. Esta situación posibilitó que las aldeas pudieran ubicarse más cercanamente y que se multiplicaran tanto en número como en población.
Primeramente, las nuevas aldeas se situaron a lo largo del litoral, disminuyendo al mínimo la distancia entre ellas, y luego bordearon las márgenes de los valles, hasta ascender por las estribaciones andinas. Alrededor del 4000 a.c. todo el litoral comarcano estaba poblado de asentamientos que se ubicaban a distancias de 7 Km. a 10 Km. el uno del otro y cuyos habitantes fluctuaban entre las 10 y 20 familias. Williams propone una lista de aldeas tempranas situadas en la ribera marítima comarcana, cuya relación reproducimos en términos generales.
Los sitios de asentamientos fueron los siguientes: Ancón, Ventanilla, Punta Márquez, Bocanegra, La Perla, Magdalena, Bajada de Baños, Chorrillos, Chira-Villa, Tablada de Lurín, Pachacámac, Playa Arica, Punta Roca y Curayacu.
Las primeras aldeas tempranas estaban constituidas por un grupo de viviendas que se agrupaban de acuerdo al patrón de asentamiento al que hemos hecho referencia, sin que existieran estructuras que expresaran la existencia de funciones distintas a las habitacionales.
Las casas eran construcciones rústicas, generalmente de un solo cuarto, complementadas por instalaciones destinadas a desecar, hornear o almacenar los productos alimenticios.
creo qeu algo de eso te pude ayudar lee lo saque de un linc pero aqui no me deja poner el linc
Respuesta:
La riqueza y permanencia de los recursos marítimos determine la sedentarización definitiva de los antiguos seminómadas y su establecimiento en pequeñas aldeas permanentes que se distribuyeron regularmente, a distancias casi constantes, por todo el litoral de la comarca. Dichas aldeas no se diferenciaban mucho de los campamentos estacionarios que las habían antecedido y las pocas viviendas que las conformaban se alineaban o agrupaban en semicírculos o círculos, a corta distancia del mar, y preferentemente a ambos lados de la desembocadura de los ríos. La población de esas aldeas tempranas no pasaba de 50 a 100 personas, cuya economía, básicamente de índole marítima, se complementaba con el cultivo de las huertas y la explotación de las lomas cercanas.
El arquitecto Carlos Williams (1981), sostiene que tal tipo de economía demandaba una baja densidad poblacional que no podía exceder de 0.5 habitantes por kilómetro cuadrado y que, por tanto, un asentamiento promedio significaba un dominio territorial de no menos de 50 Km. cuadrados, que comprendía una faja de playa y su correspondiente extensión continental hasta alcanzar la zona de lomas. Tal hecho explica la sorprendente regularidad existente en la ubicación geográfica de las aldeas tempranas, puesto que el régimen imperante de explotación del medio obligaba a una división territorial en áreas semejantes o parecidas.
Restos de dichas aldeas se encontraban hasta hace poco en los alrededores de las desembocaduras de los ríos Chillón, Rímac y Lurín, los que infortunadamente han desaparecido por el desarrollo urbano y/o industrial que se ha llevado a cabo en dichas zonas. En Punta Márquez, en la margen izquierda del Chillón, encima de las estribaciones más cercanas al mar, quedan los restos de rústicas construcciones de piedra sin labrar, que, al parecer, conformaron las viviendas de una aldea temprana. Igualmente, en la playa Chira-Villa, en el lado sur-este de Punta Chira, existen vestigios de un asentamiento parecido al del Chillón y, finalmente, en los arenales de Lurín se hallan numerosos conchales, que, como ya se ha indicado, denuncian la anterior presencia de asentamientos tempranos.
En los años siguientes la sedentarización permitió la existencia y aprovechamiento de los "ocios" de los pobladores, lo que determinó un importante desarrollo tecnológico, un notable incremento de los conocimientos y un perfeccionamiento de la organización social de las comunidades aldeanas. Todo ello significó una mejora en las condiciones de vida y, consecuentemente, un notable aumento demográfico que tuvo su correlato inmediato en la proliferación de los asentamientos poblacionales. El aumento del número de habitantes de las aldeas y la existencia de la relación hombre-tierra a la que hemos hecho referencia, obligó a la población excedente a fundar nuevos asentamientos de características similares a los originales y a intercalarlos convenientemente entre las aldeas pre-existentes.
Las nuevas técnicas y mejores instrumentos utilizados en la explotación de los recursos naturales, tales como la utilización de redes en la pesca, el uso de abonos en los cultivos, la domesticación de un mayor numero de plantas y la práctica de tareas comunitarias, permitió el incremento de la producción de alimentos y por ende la mejora del coeficiente hombre/tierra. Esta situación posibilitó que las aldeas pudieran ubicarse más cercanamente y que se multiplicaran tanto en número como en población.
Primeramente, las nuevas aldeas se situaron a lo largo del litoral, disminuyendo al mínimo la distancia entre ellas, y luego bordearon las márgenes de los valles, hasta ascender por las estribaciones andinas. Alrededor del 4000 a.c. todo el litoral comarcano estaba poblado de asentamientos que se ubicaban a distancias de 7 Km. a 10 Km. el uno del otro y cuyos habitantes fluctuaban entre las 10 y 20 familias. Williams propone una lista de aldeas tempranas situadas en la ribera marítima comarcana, cuya relación reproducimos en términos generales.
Los sitios de asentamientos fueron los siguientes: Ancón, Ventanilla, Punta Márquez, Bocanegra, La Perla, Magdalena, Bajada de Baños, Chorrillos, Chira-Villa, Tablada de Lurín, Pachacámac, Playa Arica, Punta Roca y Curayacu.
Las primeras aldeas tempranas estaban constituidas por un grupo de viviendas que se agrupaban de acuerdo al patrón de asentamiento al que hemos hecho referencia, sin que existieran estructuras que expresaran la existencia de funciones distintas a las habitacionales.
Las casas eran construcciones rústicas, generalmente de un solo cuarto, complementadas por instalaciones destinadas a desecar, hornear o almacenar los productos alimenticios.
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te amo quiero q laguien me aga hijo
Explicación:
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