QUE HACE NUESTRO CUERPO CUANDO DESCANSA PROFUNDAMENTE
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El descanso nocturno es mucho más importante de lo que parece
La mejor manera de almacenar una nueva información es dormir durante dos horas, dentro de las cinco siguientes al aprendizaje, según estudios de la Universidad de Pensilvania
Seguro que lo has experimentado en carne propia: la noche que descansas poco o mal, amaneces agotada, con los ojos enrojecidos, la piel apagada y, en general, con un mal cuerpo que no te deja opción: empiezas el día con muy pocas ganas.
Y es que el descanso nocturno es mucho más importante de lo que parece. Si piensas que durante estas horas disminuye la actividad corporal, estás muy equivocada. Todo lo contrario: durante la noche, el organismo libera hormonas que nos ayudan a mantener el bienestar a lo largo del día y que se convierten en aliadas de nuestra salud y también de nuestra belleza.
“El sueño no es que sea beneficioso, es que es imprescindible”. Un dato que nos ayuda a entender lo necesario de tener dulces sueños es que pasamos un tercio de nuestra vida durmiendo. Por algo será. Una persona que viva 90 años habrá dedicado 30 a dormir. Lejos de lo que pueda parecer, esto no es, ni mucho menos, una pérdida de tiempo: esta persona habrá necesitado dormir esos 30 años para poder vivir los otros 60.
Pero no todas las horas de sueño son iguales ni inciden en el organismo del mismo modo. Mientras dormimos pasamos por varias etapas, que se van repitiendo a lo largo de toda la noche. Las primeras, las fases 1 y 2, nos regalan un sueño ligero en el que la musculatura se relaja; la presión arterial, la frecuencia cardiaca y la respiratoria descienden, y se registra una menor actividad cerebral. En las fases 3 y 4, el sueño es profundo, las ondas cerebrales son muy lentas (se llaman ondas delta). Otra fase, la denominada REM, que se caracteriza por el movimiento rápido de los ojos (en inglés, Rapid Eye Movement), es en la que se registra un alto nivel de actividad cerebral, en contraste con la gran relajación muscular. En esta fase se producen la mayoría de los sueños que solemos recordar.
Fabricamos Músculo
Mientras dormimos, al estar tumbados, el organismo descansa más. La posición horizontal facilita que las articulaciones soporten menos peso que durante el día y que los músculos se liberen de la tensión, se relajen y se regeneren. “Durante el sueño profundo, en las fases 3 y 4, el organismo segrega la hormona del crecimiento, que resulta muy importante para la regeneración muscular”, afirman especialistas en el tema. Esta hormona resulta imprescindible para los niños, razón por la que su descanso nocturno (o, en el caso de los bebés, a lo largo del día) debe ser dilatado y muy profundo.
La mejor manera de almacenar una nueva información es dormir durante dos horas, dentro de las cinco siguientes al aprendizaje, según estudios de la Universidad de Pensilvania
Seguro que lo has experimentado en carne propia: la noche que descansas poco o mal, amaneces agotada, con los ojos enrojecidos, la piel apagada y, en general, con un mal cuerpo que no te deja opción: empiezas el día con muy pocas ganas.
Y es que el descanso nocturno es mucho más importante de lo que parece. Si piensas que durante estas horas disminuye la actividad corporal, estás muy equivocada. Todo lo contrario: durante la noche, el organismo libera hormonas que nos ayudan a mantener el bienestar a lo largo del día y que se convierten en aliadas de nuestra salud y también de nuestra belleza.
“El sueño no es que sea beneficioso, es que es imprescindible”. Un dato que nos ayuda a entender lo necesario de tener dulces sueños es que pasamos un tercio de nuestra vida durmiendo. Por algo será. Una persona que viva 90 años habrá dedicado 30 a dormir. Lejos de lo que pueda parecer, esto no es, ni mucho menos, una pérdida de tiempo: esta persona habrá necesitado dormir esos 30 años para poder vivir los otros 60.
Pero no todas las horas de sueño son iguales ni inciden en el organismo del mismo modo. Mientras dormimos pasamos por varias etapas, que se van repitiendo a lo largo de toda la noche. Las primeras, las fases 1 y 2, nos regalan un sueño ligero en el que la musculatura se relaja; la presión arterial, la frecuencia cardiaca y la respiratoria descienden, y se registra una menor actividad cerebral. En las fases 3 y 4, el sueño es profundo, las ondas cerebrales son muy lentas (se llaman ondas delta). Otra fase, la denominada REM, que se caracteriza por el movimiento rápido de los ojos (en inglés, Rapid Eye Movement), es en la que se registra un alto nivel de actividad cerebral, en contraste con la gran relajación muscular. En esta fase se producen la mayoría de los sueños que solemos recordar.
Fabricamos Músculo
Mientras dormimos, al estar tumbados, el organismo descansa más. La posición horizontal facilita que las articulaciones soporten menos peso que durante el día y que los músculos se liberen de la tensión, se relajen y se regeneren. “Durante el sueño profundo, en las fases 3 y 4, el organismo segrega la hormona del crecimiento, que resulta muy importante para la regeneración muscular”, afirman especialistas en el tema. Esta hormona resulta imprescindible para los niños, razón por la que su descanso nocturno (o, en el caso de los bebés, a lo largo del día) debe ser dilatado y muy profundo.