Amelita10El año pasado fuimos invitados por la exsenadora y líder afrodescendiente Piedad Córdoba y la organización Poder Ciudadano a una discusión sobre el proceso de paz en Colombia y la necesidad de incluir en dicho proceso a dos sujetos étnicos afectados por más de medio siglo de guerra: afrodescendientes e indígenas. Colombia es el segundo país, después de Brasil, que tiene la más alta tasa demográfica de afrodescendientes. También su población indígena es extensa. Ambas etnias están ubicadas en lugares estratégicos como el Océano Pacífico biogeográfico, rico en etnobotánica, reservorios de aguas, oxígeno y una gran riqueza minera. Ese conflicto, entre el ejército oficial regular del Estado colombiano, bajo la asesoría del Comando Sur de Estados Unidos, la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) y las legendarias Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC-EP), produjo un desplazamiento de casi seis millones de colombianos, como pudimos ver las cifras en el Museo de la Memoria de Bogotá donde se realizó ese importante evento. “Las cicatrices que han dejado más de 50 años de conflicto armado y de disputas por la tierra se reflejan en los territorios: en 1.114 municipios de Colombia se han registrado casos de desplazamiento forzado. Lo anterior significa que en el 99% de la geografía nacional, por lo menos una persona ha sido expulsada de manera violenta, según los datos consolidados por el Registro Único de Víctimas”, según un informe del Centro Nacional de la Memoria, que expresa que en ese periodo han asesinado a más de 250 mil personas.