A partir de una muestra de personas de clase media de la ciudad de Lima (n= 81), se analiza la dinámica de las relaciones intergrupales en el Perú. Basándonos en los estereotipos y prejuicios hacia diversos grupos étnicos encontramos la existencia de grupos de alto y bajo estatus, cuya situación es percibida en función a sus posibilidades de acceso al poder. Las implicancias de estos resultados se analizan en términos de los procesos sociales, culturales, cognitivos y afectivos que median las relaciones intergrupales y que derivan en la manifestación de la exclusión social. Finalmente, estos resultados nos llevan a considerar que la institucionalización de las prácticas de exclusión surge como una manera de preservar el poder de los grupos dominantes
Conflictos entre distintos grupos sociales han sido tradicionalmente parte de los problemas más graves que los humanos han afrontado como especie (Jussim, Ashmore & Wilder, 2001). En este escenario, el estudio de las relaciones intergrupales asigna particular importancia al proceso de identificación social, pues este media la forma en que las personas perciben, piensan, sienten y actúan con relación a otras personas en función a su membresía grupal (Hogg & Abrams, 2001; Sherif, 1958).
Las relaciones intergrupales deben ser analizadas dentro del contexto cultural en el que se desarrollan. Entendiendo a la cultura como un conjunto de valores, creencias y normas compartidas por un grupo (Hofstede, 1991; Lehman, Chiu & Schaller, 2004), observamos que esta es formal o informalmente institucionalizada, operando como un mecanismo de transmisión de sus contenidos a los nuevos miembros del grupo. De esta forma, garantiza su mantenimiento a través del tiempo (Lehman et al.). En este proceso, se transmiten y perpetúan estereotipos, prejuicios y conductas discriminatorias hacia determinados grupos sociales.
Tomando en cuenta las relaciones de poder establecidas en cada sociedad, los contenidos transmitidos pueden convertirse en un conjunto de prácticas de exclusión social ejercidas por los grupos de mayor poder, a partir de las cuales los grupos menos poderosos quedan fuera del ámbito de la justicia y de las preocupaciones morales de la población mayoritaria (Bierbrauer como se cita en Morales, 2003). Morales refiere dos tipos de manifestación de la exclusión social. La primera está basada en la falta de reconocimiento del sufrimiento que se origina a otros, lesionando su derecho a recursos básicos o imponiéndoles unas relaciones en las que el respeto y la justicia están ausentes, mientras que la segunda se asocia a eventos más impactantes, directamente relacionados con la violación de los derechos humanos y los casos de represión política extrema. Lo anterior es relevante para comprender las relaciones intergrupales al interior de una nación racial, étnica y socialmente diversa como el Perú, en la cual las interacciones entre distintos grupos han estado caracterizadas por situaciones de desigualdad y exclusión social que tradicionalmente han afectado a los grupos de menor estatus y acceso al poder, y que, en consecuencia, suelen derivar en manifestaciones de conflicto intergrupal. Así, analizando el conflicto que vivió el país durante los años 80, se observa que la población más afectada por el mismo correspondía a un perfil racial, étnico y social cuyo acceso al poder ha sido tradicionalmente limitado (CVR, 2004; Manrique, 2007; Merino, 2007).
En el Perú observamos que la exclusión social, manifestada como prejuicio y discriminación, supone el escenario para la aparición de situaciones de conflicto e impide el tránsito desde una sociedad jerarquizada y excluyente a una democrática e inclusiva (Manrique, 2007; Merino, 2007). En ese sentido, este estudio busca describir y analizar, desde una perspectiva psicosocial, cómo se manifiestan las relaciones intergrupales en un contexto multicultural como el peruano, tratando de alcanzar una mayor comprensión de las bases del conflicto intergrupal para poder esbozar alternativas de solución al mismo.
Categorización social e identidad social como base de las relaciones intergrupales
Uno de los procesos fundamentales en la comprensión de las relaciones intergrupales es el de categorización social. La segmentación del ambiente en categorías sociales cumple una función fundamental para la supervivencia, pues permite guiar las actitudes, acciones e intenciones de comportamiento (Tajfel & Forgas, 1981). Cuando se categorizan personas, el proceso divide rutinariamente a estas en términos de nosotros (endogrupo) y ellos (exogrupo) (Stangor, 2000), lo que facilita la identificación de las mismas como miembros de determinados grupos sociales (Smith & Mackie, 2000).
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A partir de una muestra de personas de clase media de la ciudad de Lima (n= 81), se analiza la dinámica de las relaciones intergrupales en el Perú. Basándonos en los estereotipos y prejuicios hacia diversos grupos étnicos encontramos la existencia de grupos de alto y bajo estatus, cuya situación es percibida en función a sus posibilidades de acceso al poder. Las implicancias de estos resultados se analizan en términos de los procesos sociales, culturales, cognitivos y afectivos que median las relaciones intergrupales y que derivan en la manifestación de la exclusión social. Finalmente, estos resultados nos llevan a considerar que la institucionalización de las prácticas de exclusión surge como una manera de preservar el poder de los grupos dominantes
Conflictos entre distintos grupos sociales han sido tradicionalmente parte de los problemas más graves que los humanos han afrontado como especie (Jussim, Ashmore & Wilder, 2001). En este escenario, el estudio de las relaciones intergrupales asigna particular importancia al proceso de identificación social, pues este media la forma en que las personas perciben, piensan, sienten y actúan con relación a otras personas en función a su membresía grupal (Hogg & Abrams, 2001; Sherif, 1958).
Las relaciones intergrupales deben ser analizadas dentro del contexto cultural en el que se desarrollan. Entendiendo a la cultura como un conjunto de valores, creencias y normas compartidas por un grupo (Hofstede, 1991; Lehman, Chiu & Schaller, 2004), observamos que esta es formal o informalmente institucionalizada, operando como un mecanismo de transmisión de sus contenidos a los nuevos miembros del grupo. De esta forma, garantiza su mantenimiento a través del tiempo (Lehman et al.). En este proceso, se transmiten y perpetúan estereotipos, prejuicios y conductas discriminatorias hacia determinados grupos sociales.
Tomando en cuenta las relaciones de poder establecidas en cada sociedad, los contenidos transmitidos pueden convertirse en un conjunto de prácticas de exclusión social ejercidas por los grupos de mayor poder, a partir de las cuales los grupos menos poderosos quedan fuera del ámbito de la justicia y de las preocupaciones morales de la población mayoritaria (Bierbrauer como se cita en Morales, 2003). Morales refiere dos tipos de manifestación de la exclusión social. La primera está basada en la falta de reconocimiento del sufrimiento que se origina a otros, lesionando su derecho a recursos básicos o imponiéndoles unas relaciones en las que el respeto y la justicia están ausentes, mientras que la segunda se asocia a eventos más impactantes, directamente relacionados con la violación de los derechos humanos y los casos de represión política extrema. Lo anterior es relevante para comprender las relaciones intergrupales al interior de una nación racial, étnica y socialmente diversa como el Perú, en la cual las interacciones entre distintos grupos han estado caracterizadas por situaciones de desigualdad y exclusión social que tradicionalmente han afectado a los grupos de menor estatus y acceso al poder, y que, en consecuencia, suelen derivar en manifestaciones de conflicto intergrupal. Así, analizando el conflicto que vivió el país durante los años 80, se observa que la población más afectada por el mismo correspondía a un perfil racial, étnico y social cuyo acceso al poder ha sido tradicionalmente limitado (CVR, 2004; Manrique, 2007; Merino, 2007).
En el Perú observamos que la exclusión social, manifestada como prejuicio y discriminación, supone el escenario para la aparición de situaciones de conflicto e impide el tránsito desde una sociedad jerarquizada y excluyente a una democrática e inclusiva (Manrique, 2007; Merino, 2007). En ese sentido, este estudio busca describir y analizar, desde una perspectiva psicosocial, cómo se manifiestan las relaciones intergrupales en un contexto multicultural como el peruano, tratando de alcanzar una mayor comprensión de las bases del conflicto intergrupal para poder esbozar alternativas de solución al mismo.
Categorización social e identidad social como base de las relaciones intergrupales
Uno de los procesos fundamentales en la comprensión de las relaciones intergrupales es el de categorización social. La segmentación del ambiente en categorías sociales cumple una función fundamental para la supervivencia, pues permite guiar las actitudes, acciones e intenciones de comportamiento (Tajfel & Forgas, 1981). Cuando se categorizan personas, el proceso divide rutinariamente a estas en términos de nosotros (endogrupo) y ellos (exogrupo) (Stangor, 2000), lo que facilita la identificación de las mismas como miembros de determinados grupos sociales (Smith & Mackie, 2000).
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Espero te ayude, coronita plis