Un texto dramático es como una partitura; su fin no es la recepción del lector, sino la ejecución de lo que allí se propone, en este caso en un escenario, representado por actores, con música, con escenografía y con todos aquellos toques que le dé el director.
Un texto dramático es como una partitura; su fin no es la recepción del lector, sino la ejecución de lo que allí se propone, en este caso en un escenario, representado por actores, con música, con escenografía y con todos aquellos toques que le dé el director.
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