En los tiempos de Jesús, como en los nuestros, todas las culturas eran patriarcales. Las mujeres estaban subordinadas primero a sus padres, y luego a sus maridos. No obstante, su condición socioeconómica variaba significativamente de acuerdo con el grado de derechos civiles y de herencia asignados a ellas por cada una de las culturas mediterráneas
. LA CONDICIÓN DE LA MUJER EN TIEMPOS DE JESÚS Preparado por Humberto E. Corrales Junio 2015
2. • Jesús nació en medio de una sociedad en cuya conciencia colectiva estaban grabados algunos estereotipos sobre la mujer, trasmitidos de una generación a otra durante siglos. • Mientras crecía, Jesús los pudo ir percibiendo en su propia familia, entre sus amigos y en la convivencia diaria en su comunidad.
3. La mujer era considerada como ocasión de tentación y pecado
4. • Según el relato del Génesis (Gen 2, 18), Dios había creado a la mujer solo para proporcionarle una ayuda adecuada al varón. Para los judíos ese era el destino de la mujer. • Sin embargo, en vez de ayudarlo, fue ella la que le dio a comer del fruto prohibido, provocando la expulsión de ambos del paraíso. • Este relato , transmitido de generación en generación, fue desarrollando en el pueblo judío una visión negativa de la mujer como fuente peligrosa de tentación y de pecado. La actitud más sabia era acercarse a ella con mucha cautela y mantenerla siempre bajo control.
5. La mujer era propiedad del varón
6. • Para la sociedad patriarcal judía dominada y controlada por los varones, la mujer era propiedad del varón. • Primero pertenecía a su padre; al casarse pasaba a ser propiedad de su esposo; si quedaba viuda, pertenecía a sus hijos o volvía bajo la tutela de su padre y hermanos. Era, pues, inconcebible una mujer que tuviera autonomía propia. • Aun el decálogo, entregado por Dios a Moisés, la consideraba una posesión más del jefe de la casa: “No codiciaras la casa de tu prójimo. No codiciaras su mujer, ni sus servidores, su buey o su burro. No codiciarás nada de lo que le pertenece”. (Ex 20, 17) • Su lugar en la sociedad estaba bien definido: tener hijos y servir fielmente al marido al que pertenecía.
7. La mujer era considerada como fuente de impureza
8. La sangre que vierte la mujer durante su período menstrual y en el parto, es signo de la capacidad de vida que las mujeres llevan en su seno. Pero una religión controlada y legislada por varones, hizo de esa sangre de vida una impureza, algo sucio que contagiaba algo malo, obligando a las mujeres al aislamiento, razón por la cual se vieron limitadas de participar activa y plenamente en la vida social y comunitaria.
9. • El control sobre la mujer estaba fuertemente condicionado por las reglas de pureza sexual. • Durante la menstruación, cada mes, habían siete o más días durante los cuales ella estaba ritualmente impura. • Lo mismo después del parto, necesitaban purificación luego de dar a luz; cuando nacía un varón la madre estaba impura por 40 días, cuando era niña, lo era por 80 días (Levítico 12:1-8). • Nadie debía acercarse a la mujer en esa condición. Las personas y los objetos que tocaba quedaban contaminados. • Esta era, probablemente, la principal razón por la que las mujeres eran excluidas del sacerdocio, de la participación plena en el culto y del acceso a las áreas más sagradas del templo.
10. “La mujer que ha tenido sus reglas será impura por espacio de siete días, por ser un derrame de sangre de su cuerpo. Quien la toque será impuro hasta la tarde. Todo aquello en que se acueste durante su impureza quedará impuro, lo mismo que todo aquello sobre lo que siente. Quien toque su cama deberá lavar sus vestidos y luego bañarse, y permanecerá impuro hasta la tarde. Quien toque un asiento sobre el que se ha sentado deberá lavar sus vestidos y luego bañarse, y quedará impuro hasta la tarde. Quien toque algo que se puso sobre el lecho o sobre el mueble donde ella se ha sentado quedará impuro hasta la tarde. Si un hombre se acuesta con ella a pesar de su impureza, comparte su impureza y queda impuro siete días; toda cama en que él se acueste será impura. Si una mujer tiene derrame de sangre durante muchos días, fuera del tiempo de sus reglas, o si éstas se prolongan, quedará impura durante todo este tiempo, como en los días del derrame menstrual.” Una vez que sane de su derrame, contará siete días y quedará pura. Al octavo día tomará para sí dos tórtolas o dos pichones y los presentará al sacerdote a la entrada de la Tienda del Encuentro. Éste los ofrecerá, uno como sacrificio por el pecado y el otro como holocausto, y hará la expiación por ella ante Yahvé, por el derrame que la hacía impura”. (Levítico 15, 19-30)
Respuesta:
En los tiempos de Jesús, como en los nuestros, todas las culturas eran patriarcales. Las mujeres estaban subordinadas primero a sus padres, y luego a sus maridos. No obstante, su condición socioeconómica variaba significativamente de acuerdo con el grado de derechos civiles y de herencia asignados a ellas por cada una de las culturas mediterráneas
Explicación:
espero que te ayude :)❤️❤️❤️
Respuesta:
. LA CONDICIÓN DE LA MUJER EN TIEMPOS DE JESÚS Preparado por Humberto E. Corrales Junio 2015
2. • Jesús nació en medio de una sociedad en cuya conciencia colectiva estaban grabados algunos estereotipos sobre la mujer, trasmitidos de una generación a otra durante siglos. • Mientras crecía, Jesús los pudo ir percibiendo en su propia familia, entre sus amigos y en la convivencia diaria en su comunidad.
3. La mujer era considerada como ocasión de tentación y pecado
4. • Según el relato del Génesis (Gen 2, 18), Dios había creado a la mujer solo para proporcionarle una ayuda adecuada al varón. Para los judíos ese era el destino de la mujer. • Sin embargo, en vez de ayudarlo, fue ella la que le dio a comer del fruto prohibido, provocando la expulsión de ambos del paraíso. • Este relato , transmitido de generación en generación, fue desarrollando en el pueblo judío una visión negativa de la mujer como fuente peligrosa de tentación y de pecado. La actitud más sabia era acercarse a ella con mucha cautela y mantenerla siempre bajo control.
5. La mujer era propiedad del varón
6. • Para la sociedad patriarcal judía dominada y controlada por los varones, la mujer era propiedad del varón. • Primero pertenecía a su padre; al casarse pasaba a ser propiedad de su esposo; si quedaba viuda, pertenecía a sus hijos o volvía bajo la tutela de su padre y hermanos. Era, pues, inconcebible una mujer que tuviera autonomía propia. • Aun el decálogo, entregado por Dios a Moisés, la consideraba una posesión más del jefe de la casa: “No codiciaras la casa de tu prójimo. No codiciaras su mujer, ni sus servidores, su buey o su burro. No codiciarás nada de lo que le pertenece”. (Ex 20, 17) • Su lugar en la sociedad estaba bien definido: tener hijos y servir fielmente al marido al que pertenecía.
7. La mujer era considerada como fuente de impureza
8. La sangre que vierte la mujer durante su período menstrual y en el parto, es signo de la capacidad de vida que las mujeres llevan en su seno. Pero una religión controlada y legislada por varones, hizo de esa sangre de vida una impureza, algo sucio que contagiaba algo malo, obligando a las mujeres al aislamiento, razón por la cual se vieron limitadas de participar activa y plenamente en la vida social y comunitaria.
9. • El control sobre la mujer estaba fuertemente condicionado por las reglas de pureza sexual. • Durante la menstruación, cada mes, habían siete o más días durante los cuales ella estaba ritualmente impura. • Lo mismo después del parto, necesitaban purificación luego de dar a luz; cuando nacía un varón la madre estaba impura por 40 días, cuando era niña, lo era por 80 días (Levítico 12:1-8). • Nadie debía acercarse a la mujer en esa condición. Las personas y los objetos que tocaba quedaban contaminados. • Esta era, probablemente, la principal razón por la que las mujeres eran excluidas del sacerdocio, de la participación plena en el culto y del acceso a las áreas más sagradas del templo.
10. “La mujer que ha tenido sus reglas será impura por espacio de siete días, por ser un derrame de sangre de su cuerpo. Quien la toque será impuro hasta la tarde. Todo aquello en que se acueste durante su impureza quedará impuro, lo mismo que todo aquello sobre lo que siente. Quien toque su cama deberá lavar sus vestidos y luego bañarse, y permanecerá impuro hasta la tarde. Quien toque un asiento sobre el que se ha sentado deberá lavar sus vestidos y luego bañarse, y quedará impuro hasta la tarde. Quien toque algo que se puso sobre el lecho o sobre el mueble donde ella se ha sentado quedará impuro hasta la tarde. Si un hombre se acuesta con ella a pesar de su impureza, comparte su impureza y queda impuro siete días; toda cama en que él se acueste será impura. Si una mujer tiene derrame de sangre durante muchos días, fuera del tiempo de sus reglas, o si éstas se prolongan, quedará impura durante todo este tiempo, como en los días del derrame menstrual.” Una vez que sane de su derrame, contará siete días y quedará pura. Al octavo día tomará para sí dos tórtolas o dos pichones y los presentará al sacerdote a la entrada de la Tienda del Encuentro. Éste los ofrecerá, uno como sacrificio por el pecado y el otro como holocausto, y hará la expiación por ella ante Yahvé, por el derrame que la hacía impura”. (Levítico 15, 19-30)