Yoshua40901
En estos tiempos de falsificación sistemática y de la historia y las biografías,es normal que casi todo el mundo haya "olvidado"la esencialísima relación de la monarquía con Franco. Juan Carlos no es rey por casualidad: lo es por voluntad expresa de Franco, saltándose la continuidad dinástica. En una entrevista célebre con una periodista inglesa, Juan Carlos dijo que no permitía hablar mal del Caudillo en su presencia, porque le debía la corona. Sin embargo ha permitido hablar mal de él en todas partes, hasta el punto de que se ha vuelto tabú mencionar algún punto a favor del viejo Caudillo. Y Juan Carlos mismo ha firmado la ley de memoria histórica que al ilegitimar al franquismo deslegitima implícita pero con toda claridad, a la monarquía salida, repitámoslo, de la voluntad de Franco, así como a la transición planteada por Torcuato Fernández "de la ley a la ley", es decir, desde la legitimidad franquista. Otro hecho ante el que casi todos miran a otro lado.
Decía el intelectual socialista Araquistáin, uno de los teóricos de la guerra civil de 1934 y la dictadura del "proletariado", que en el siglo XX una monarquía que cae, cae para siempre. Y por aquellos tiempos casi todo el mundo lo creía, incluida la derecha. Según terminaba la guerra mundial, el aspirante al trono, Don Juan, después de coquetear con los nazis, se sumó a los ingleses y participó con los servicios secretos useños en maniobras calificables de alta traición, como explica el botafumeiro parlante Ansón en su libro sobre el pretendiente. Este quiso entonces expulsar a Franco de poder y colocarse él, pretendiendo que la monarquía garantizaba la reconciliación de los españoles. Pero la mayoría de los españoles estaba ya reconciliada, según comprobó muy a su pesar el maquis, y lo que garantizaba Don Juan era la vuelta de quienes habían planeado y organizado la guerra civil, intentado --y en parte logrado-- exterminar la cultura cristiana de España y desmembrar la nación española. Afortunadamente, Franco rechazó la aventura, recordando al pretendiente que la rebelión del 18 de julio se había hecho por España y no por la
Y así era. Muy pocos de los sublevados de julio del 36 pensaban restaurar la monarquía. Máxime teniendo en cuenta la manera muy poco digna como esta había caído, mediante un golpe de estado dado por los monárquicos contra su propio régimen, después de haber ganado unas elecciones municipales; es decir, despreciando olímpicamente a sus votantes, algo muy propio del señoritismo de bastantes monárquicos. Porque la república llegó con un golpe de estado, pero, como he explicado en Los personajes de la República vistos por ellos mismos, los golpistas fueron precisamente los monárquicos. Los sublevados del 36 sentían que estaban luchando contra una revolución entre comunista y anarquista y contra la desmembración de España, no por una monarquía que había dejado malos recuerdos a mucha gente, no necesariamente republicana.
Franco consideraba la monarquía como un factor de estabilidad política y de continuidad nacional, pero era muy consciente del peligro de "volver a las andadas", que claramente representaba el frívolo e irresponsable Don Juan. Para evitarlo, pasó por encima de este y trató de educar a Juan Carlos sobre la experiencia de la historia, cosa que no consiguió del todo, vistos los resultados. Sin duda sabía que la monarquía iba a funcionar de manera muy distinta de su régimen, como en una ocasión le dijo a Juan Carlos. Para entenderlo basta recordar los ridículos presupuestos destinados al Movimiento Nacional, teóricamente columna vertebral del régimen, y el hecho de que en su testamento ni siquiera lo mencionase. O el testimonio de Vernon Walters (ver también el otro blog).
Algunos dicen que la legitimidad de la monarquía viene de la Constitución. Muy al contrario, esta, que no fue jurada por Juan Carlos, refrenda su origen "de la ley a la ley", es decir, a partir del franquismo, incluso podríamos decir más propiamente de Franco.Porque 36 años después de terminada la guerra, la monarquía no disfrutaba de muchas simpatías en España, y su aceptación dependió sobre todo del respaldo del viejo Caudillo.
En fin, el "olvido" de estos hechos tan indudables como cruciales es también un elemento de la lamentable multicrisis a que han llevado al país, precisamente, los antifranquistas, simples farsantes la mayoría de los que vivieron el franquismo, e ignorantes manipulados los más jóvenes. Muchos juzgan inútil e innecesaria la defensa de la verdad histórica, "para qué dar vueltas al pasado, hay que mirar al futuro". Por mi parte la considero esencial para evitar la demagogia y la infantilización de la sociedad: "Si ignoras lo que ocrrió antes de que nacieras, siempre será un niño". Me gusta recordar esta frase de Cicerón.
Decía el intelectual socialista Araquistáin, uno de los teóricos de la guerra civil de 1934 y la dictadura del "proletariado", que en el siglo XX una monarquía que cae, cae para siempre. Y por aquellos tiempos casi todo el mundo lo creía, incluida la derecha. Según terminaba la guerra mundial, el aspirante al trono, Don Juan, después de coquetear con los nazis, se sumó a los ingleses y participó con los servicios secretos useños en maniobras calificables de alta traición, como explica el botafumeiro parlante Ansón en su libro sobre el pretendiente. Este quiso entonces expulsar a Franco de poder y colocarse él, pretendiendo que la monarquía garantizaba la reconciliación de los españoles. Pero la mayoría de los españoles estaba ya reconciliada, según comprobó muy a su pesar el maquis, y lo que garantizaba Don Juan era la vuelta de quienes habían planeado y organizado la guerra civil, intentado --y en parte logrado-- exterminar la cultura cristiana de España y desmembrar la nación española. Afortunadamente, Franco rechazó la aventura, recordando al pretendiente que la rebelión del 18 de julio se había hecho por España y no por la
Y así era. Muy pocos de los sublevados de julio del 36 pensaban restaurar la monarquía. Máxime teniendo en cuenta la manera muy poco digna como esta había caído, mediante un golpe de estado dado por los monárquicos contra su propio régimen, después de haber ganado unas elecciones municipales; es decir, despreciando olímpicamente a sus votantes, algo muy propio del señoritismo de bastantes monárquicos. Porque la república llegó con un golpe de estado, pero, como he explicado en Los personajes de la República vistos por ellos mismos, los golpistas fueron precisamente los monárquicos. Los sublevados del 36 sentían que estaban luchando contra una revolución entre comunista y anarquista y contra la desmembración de España, no por una monarquía que había dejado malos recuerdos a mucha gente, no necesariamente republicana.
Franco consideraba la monarquía como un factor de estabilidad política y de continuidad nacional, pero era muy consciente del peligro de "volver a las andadas", que claramente representaba el frívolo e irresponsable Don Juan. Para evitarlo, pasó por encima de este y trató de educar a Juan Carlos sobre la experiencia de la historia, cosa que no consiguió del todo, vistos los resultados. Sin duda sabía que la monarquía iba a funcionar de manera muy distinta de su régimen, como en una ocasión le dijo a Juan Carlos. Para entenderlo basta recordar los ridículos presupuestos destinados al Movimiento Nacional, teóricamente columna vertebral del régimen, y el hecho de que en su testamento ni siquiera lo mencionase. O el testimonio de Vernon Walters (ver también el otro blog).
Algunos dicen que la legitimidad de la monarquía viene de la Constitución. Muy al contrario, esta, que no fue jurada por Juan Carlos, refrenda su origen "de la ley a la ley", es decir, a partir del franquismo, incluso podríamos decir más propiamente de Franco.Porque 36 años después de terminada la guerra, la monarquía no disfrutaba de muchas simpatías en España, y su aceptación dependió sobre todo del respaldo del viejo Caudillo.
En fin, el "olvido" de estos hechos tan indudables como cruciales es también un elemento de la lamentable multicrisis a que han llevado al país, precisamente, los antifranquistas, simples farsantes la mayoría de los que vivieron el franquismo, e ignorantes manipulados los más jóvenes. Muchos juzgan inútil e innecesaria la defensa de la verdad histórica, "para qué dar vueltas al pasado, hay que mirar al futuro". Por mi parte la considero esencial para evitar la demagogia y la infantilización de la sociedad: "Si ignoras lo que ocrrió antes de que nacieras, siempre será un niño". Me gusta recordar esta frase de Cicerón.