avrilita6
El virus causante de la polio vive en la saliva, mucosidad y heces de las personas infectadas. Puede sobrevivir también durante bastantes minutos en otros lugares que hayan entrado en contacto con esas sustancias, como los pañuelos, las manos, o algunas superficies. Cuando una persona sana entra en contacto con el poliovirus, éste entra por la boca y pasa así al tubo digestivo. Puede introducirse en la sangre a través de las amígdalas o la pared del intestino, por este motivo, puede aparecer diarrea o vómitos en algunos casos.
El responsable de la poliomielitis es un pequeño virus que se conoce como poliovirus. Está formado por una estructura de proteínas que contiene material genético sencillo, en forma de ARN. Hay tres tipos diferentes de poliovirus, pero no se han encontrado grandes diferencias en cuanto a su agresividad. El poliovirus se engloba dentro del grupo de los enterovirus, que incluye a otros virus como el Coxackie o el Echovirus. El prefijo 'entero' hace referencia al sistema digestivo del hombre, ya que es el mecanismo de transmisión que utilizan estos virus para propagarse e infectar a las personas.
El virus causante de la polio vive en la saliva, mucosidad y heces de las personas infectadas. Puede sobrevivir también durante bastantes minutos en otros lugares que hayan entrado en contacto con esas sustancias, como los pañuelos, las manos, o algunas superficies. Cuando una persona sana entra en contacto con el poliovirus, éste entra por la boca y pasa así al tubo digestivo. Puede introducirse en la sangre a través de las amígdalas o la pared del intestino, por este motivo, puede aparecer diarrea o vómitos en algunos casos.
Una vez dentro del torrente sanguíneo el virus comienza a multiplicarse dentro de células a las que infecta. Lo más habitual es que esto suceda en el entorno del tubo digestivo, pero es normal que pase a otros lugares del cuerpo humano a través de las arterias y venas. Así, el poliovirus es capaz de llegar al sistema nervioso en algunos casos y allí provoca una infección más o menos grave, según el caso. La parte del sistema nervioso que se ve afectada con más frecuencia son las meninges, las cubiertas del cerebro, provocando así una meningitis.
Sólo en unos pocos casos de meningitis se produce daño colateral del sistema nervioso central. Si esto ocurre, las neuronas motoras, responsables de la movilidad de los músculos de nuestro esqueleto, se inutilizan de forma permanente. Así, los músculos afectados se quedan paralizados, flácidos, y al poco tiempo se atrofian volviéndose pequeños y fibrosos.
A los pocos días de la infección el virus deja de multiplicarse en nuestro organismo y más tarde se eliminará completamente, tanto si ha producido daño cerebral como si no. Siempre que el virus esté dentro del cuerpo, el niño infectado será una fuente de contagio de poliomielitis para el resto de personas cercanas a él.
Se trata de una enfermedad casi erradicada, de la que solo suelen darse casos en algunos países de Asia (Pakistán, Afganistán) y África (Nigeria), por lo que los contagios suelen darse entre pequeños de estas zonas o tras haber viajado a una de estas zonas en las que haya un brote de polio.
El responsable de la poliomielitis es un pequeño virus que se conoce como poliovirus. Está formado por una estructura de proteínas que contiene material genético sencillo, en forma de ARN. Hay tres tipos diferentes de poliovirus, pero no se han encontrado grandes diferencias en cuanto a su agresividad. El poliovirus se engloba dentro del grupo de los enterovirus, que incluye a otros virus como el Coxackie o el Echovirus. El prefijo 'entero' hace referencia al sistema digestivo del hombre, ya que es el mecanismo de transmisión que utilizan estos virus para propagarse e infectar a las personas.
El virus causante de la polio vive en la saliva, mucosidad y heces de las personas infectadas. Puede sobrevivir también durante bastantes minutos en otros lugares que hayan entrado en contacto con esas sustancias, como los pañuelos, las manos, o algunas superficies. Cuando una persona sana entra en contacto con el poliovirus, éste entra por la boca y pasa así al tubo digestivo. Puede introducirse en la sangre a través de las amígdalas o la pared del intestino, por este motivo, puede aparecer diarrea o vómitos en algunos casos.
Una vez dentro del torrente sanguíneo el virus comienza a multiplicarse dentro de células a las que infecta. Lo más habitual es que esto suceda en el entorno del tubo digestivo, pero es normal que pase a otros lugares del cuerpo humano a través de las arterias y venas. Así, el poliovirus es capaz de llegar al sistema nervioso en algunos casos y allí provoca una infección más o menos grave, según el caso. La parte del sistema nervioso que se ve afectada con más frecuencia son las meninges, las cubiertas del cerebro, provocando así una meningitis.
Sólo en unos pocos casos de meningitis se produce daño colateral del sistema nervioso central. Si esto ocurre, las neuronas motoras, responsables de la movilidad de los músculos de nuestro esqueleto, se inutilizan de forma permanente. Así, los músculos afectados se quedan paralizados, flácidos, y al poco tiempo se atrofian volviéndose pequeños y fibrosos.
A los pocos días de la infección el virus deja de multiplicarse en nuestro organismo y más tarde se eliminará completamente, tanto si ha producido daño cerebral como si no. Siempre que el virus esté dentro del cuerpo, el niño infectado será una fuente de contagio de poliomielitis para el resto de personas cercanas a él.
Se trata de una enfermedad casi erradicada, de la que solo suelen darse casos en algunos países de Asia (Pakistán, Afganistán) y África (Nigeria), por lo que los contagios suelen darse entre pequeños de estas zonas o tras haber viajado a una de estas zonas en las que haya un brote de polio.