Con el término "verdad" podemos referirnos a una realidad o a una proposición y, así, hablamos de una verdad ontológica (de la realidad, del ser) o de una verdad lógica (del conocimiento, de la proposición mediante la que se expresa un juicio).
En el primer caso decimos que una cosa es verdad, o verdadera, para indicar que no se trata de una ilusión, de una apariencia, siendo entonces la verdad idéntica a la realidad, a lo que las cosas son.
En el segundo caso consideramos que la verdad es una propiedad del enunciado, de la proposición (no de la realidad, del objeto) y decimos que la verdad consiste en la adecuación o correspondencia de la proposición con aquello a lo que se refiere (con los hechos, con la cosa). Si tal correspondencia no se da decimos que la proposición es falsa. Esta concepción de la verdad como adecuación, como correspondencia, fue formulada por Aristóteles y se ha mantenido como interpretación predominante de la verdad en el pensamiento filosófico hasta la actualidad, siendo reformulada en el siglo XX por B. Russell y por A. Tarski, quienes se propusieron despojarla de los elementos metafísicos, siendo conocida en la actualidad como la teoría semántica de la verdad.
En su interpretación de la verdad absoluta, la metafísica parte de la premisa de la inmutabilidad de los conocimientos humanos. Concibiendo todos los objetos y fenómenos como inmutables y dados de una vez para siempre, la metafísica acepta también toda verdad como fruto del conocimiento acabado y dado de una vez para siempre. El materialismo dialéctico niega esta clase de verdades absolutas. El conocimiento constituye un proceso histórico de movimiento del no saber al saber, del conocimiento de los fenómenos aislados, de los aspectos parciales de la Naturaleza a su conocimiento más profundo y más completo, al descubrimiento continuo de nuevas leyes de su desarrollo. Cada fase del conocimiento está limitada por el nivel de la ciencia y por las condiciones históricas de la vida de la Sociedad, que hacen inevitablemente que nuestros conocimientos sobre la Naturaleza sean relativos, incompletos. Pero las verdades descubiertas por nuestro conocimiento, siendo relativas, contienen al mismo tiempo también parte de una verdad absoluta, puesto que reflejan de manera correcta, aunque incompleta, el mundo objetivo exterior. Por eso, el conocimiento logrado mediante las verdades incompletas y relativas, nos acercan, en el desarrollo progresivo del conocimiento humano, a la verdad absoluta, es decir, al conocimiento pleno y universal del mundo objetivo. Es inconcebible agotar el conocimiento del mundo objetivo en un momento históricamente determinado del desarrollo del conocer humano. Tal conocimiento agotado significaría que el saber humano puede detenerse en su desarrollo, cuando lo que ocurre es que está constantemente progresando del conocimiento de la esencia de las cosas hacia el conocimiento más profundo de dicha esencia. Por otra parte, tal conocimiento agotado del mundo objetivo no es posible en un momento dado, debido a que el propio mundo se halla en un estado de cambio y renovación eternas. Por consiguiente, también el conocimiento que es el reflejo mental del mundo exterior, es inagotable y jamás puede acabarse; de la misma manera que es inagotable e infinito el mundo. Lenin, en su obra Materialismo y Empiriocriticismo (Ver), dio una definición dialéctica de la verdad absoluta: “Por su naturaleza, el pensamiento humano es capaz de darnos, y nos da en efecto, la verdad absoluta, la cual está integrada por una suma de verdades relativas. Cada escalón del desarrollo de la ciencia aporta nuevos granos a esta suma que constituye la verdad absoluta; pero los límites de verdad de cada tesis científica son relativos, ora dilatándose, ora restringiéndose por el desarrollo sucesivo del saber” (Lenin).
Verdad relativa
El proceso del conocimiento del mundo y de las leyes que lo rigen es tan infinito como lo es el mismo desarrollo de la Naturaleza y de la Sociedad. Nuestros conocimientos, relativamente exactos, en esta o en la otra fase del proceso de la ciencia se profundizan y se precisan cada vez más a medida que se desarrollan. Así, hasta principios del siglo XX, el átomo era considerado indivisible, pero después se demostró que también el átomo está integrado por electrones. La teoría electrónica de la estructura de la materia constituye un avance amplio y profundo de nuestros conocimientos sobre la materia. Pero tampoco lo que hoy sabe la ciencia respecto a la estructura de la materia es la última y definitiva verdad. “…El materialismo dialéctico insiste en el carácter transitorio, relativo, aproximativo, de todas estas etapas del conocimiento de la Naturaleza por la ciencia humana en progreso.
Con el término "verdad" podemos referirnos a una realidad o a una proposición y, así, hablamos de una verdad ontológica (de la realidad, del ser) o de una verdad lógica (del conocimiento, de la proposición mediante la que se expresa un juicio).
En el primer caso decimos que una cosa es verdad, o verdadera, para indicar que no se trata de una ilusión, de una apariencia, siendo entonces la verdad idéntica a la realidad, a lo que las cosas son.
En el segundo caso consideramos que la verdad es una propiedad del enunciado, de la proposición (no de la realidad, del objeto) y decimos que la verdad consiste en la adecuación o correspondencia de la proposición con aquello a lo que se refiere (con los hechos, con la cosa). Si tal correspondencia no se da decimos que la proposición es falsa. Esta concepción de la verdad como adecuación, como correspondencia, fue formulada por Aristóteles y se ha mantenido como interpretación predominante de la verdad en el pensamiento filosófico hasta la actualidad, siendo reformulada en el siglo XX por B. Russell y por A. Tarski, quienes se propusieron despojarla de los elementos metafísicos, siendo conocida en la actualidad como la teoría semántica de la verdad.
En su interpretación de la verdad absoluta, la metafísica parte de la premisa de la inmutabilidad de los conocimientos humanos. Concibiendo todos los objetos y fenómenos como inmutables y dados de una vez para siempre, la metafísica acepta también toda verdad como fruto del conocimiento acabado y dado de una vez para siempre. El materialismo dialéctico niega esta clase de verdades absolutas. El conocimiento constituye un proceso histórico de movimiento del no saber al saber, del conocimiento de los fenómenos aislados, de los aspectos parciales de la Naturaleza a su conocimiento más profundo y más completo, al descubrimiento continuo de nuevas leyes de su desarrollo. Cada fase del conocimiento está limitada por el nivel de la ciencia y por las condiciones históricas de la vida de la Sociedad, que hacen inevitablemente que nuestros conocimientos sobre la Naturaleza sean relativos, incompletos. Pero las verdades descubiertas por nuestro conocimiento, siendo relativas, contienen al mismo tiempo también parte de una verdad absoluta, puesto que reflejan de manera correcta, aunque incompleta, el mundo objetivo exterior. Por eso, el conocimiento logrado mediante las verdades incompletas y relativas, nos acercan, en el desarrollo progresivo del conocimiento humano, a la verdad absoluta, es decir, al conocimiento pleno y universal del mundo objetivo. Es inconcebible agotar el conocimiento del mundo objetivo en un momento históricamente determinado del desarrollo del conocer humano. Tal conocimiento agotado significaría que el saber humano puede detenerse en su desarrollo, cuando lo que ocurre es que está constantemente progresando del conocimiento de la esencia de las cosas hacia el conocimiento más profundo de dicha esencia. Por otra parte, tal conocimiento agotado del mundo objetivo no es posible en un momento dado, debido a que el propio mundo se halla en un estado de cambio y renovación eternas. Por consiguiente, también el conocimiento que es el reflejo mental del mundo exterior, es inagotable y jamás puede acabarse; de la misma manera que es inagotable e infinito el mundo. Lenin, en su obra Materialismo y Empiriocriticismo (Ver), dio una definición dialéctica de la verdad absoluta: “Por su naturaleza, el pensamiento humano es capaz de darnos, y nos da en efecto, la verdad absoluta, la cual está integrada por una suma de verdades relativas. Cada escalón del desarrollo de la ciencia aporta nuevos granos a esta suma que constituye la verdad absoluta; pero los límites de verdad de cada tesis científica son relativos, ora dilatándose, ora restringiéndose por el desarrollo sucesivo del saber” (Lenin).
Verdad relativa
El proceso del conocimiento del mundo y de las leyes que lo rigen es tan infinito como lo es el mismo desarrollo de la Naturaleza y de la Sociedad. Nuestros conocimientos, relativamente exactos, en esta o en la otra fase del proceso de la ciencia se profundizan y se precisan cada vez más a medida que se desarrollan. Así, hasta principios del siglo XX, el átomo era considerado indivisible, pero después se demostró que también el átomo está integrado por electrones. La teoría electrónica de la estructura de la materia constituye un avance amplio y profundo de nuestros conocimientos sobre la materia. Pero tampoco lo que hoy sabe la ciencia respecto a la estructura de la materia es la última y definitiva verdad. “…El materialismo dialéctico insiste en el carácter transitorio, relativo, aproximativo, de todas estas etapas del conocimiento de la Naturaleza por la ciencia humana en progreso.