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Un problema importante en ciencias sociales es entender cómo incide la historia en la realidad actual y a través de cuáles mecanismos. Si bien se sabe que muchas de las diferencias en el nivel de desarrollo socio-económico de los países o de sus regiones tienen origen en periodos remotos, no hay consenso acerca de qué parte de su historia generó tales diferencias ni acerca de cómo surgieron. Las instituciones sociales, políticas y económicas ofrecen una posible respuesta a estas preguntas, pero no siempre es claro por qué tales instituciones prevalecen en el tiempo y se traducen en diferentes resultados.
En su intento de entender el desarrollo comparativo de las naciones, muchos autores prestan atención al papel del pasado colonial. Adam Smith, por ejemplo, señaló que el estilo de los países colonizadores europeos era un determinante esencial de su política colonial; en las colonias británicas habría una influencia del espíritu liberal más marcada que en las portuguesas o españolas, lo que se traduciría en sistemas legales favorables al desarrollo temprano del capitalismo y quizá al desarrollo económico y social en el largo plazo. Desde otra perspectiva, en un influyente artículo publicado en el American Economic Review en 2001, Acemoglu, Johnson y Robinson argumentaron que las instituciones coloniales que garantizaban la protección de los derechos de propiedad fueron una de las causas del desarrollo de largo plazo y que su establecimiento en las colonias estuvo determinado por las condiciones geográficas y climáticas. En las zonas donde la mortalidad de los colonizadores era relativamente alta, estos optaron por usar las colonias como fuente de extracción de recursos minerales en vez de asentarse en forma permanente; esto habría dificultado la implantación de las instituciones del país colonizador y retrasado el desarrollo del capitalismo.
El libro Colonialismo y desarrollo post-colonial de James Mahoney, profesor de ciencia política y sociología de la Universidad de Northwestern, es una réplica a estas dos visiones parciales de la historia. Desde su punto de vista, fijarse únicamente en la identidad del colonizador o en las condiciones preexistentes en los territorios conquistados es insuficiente para entender la relación entre el pasado colonial y el desarrollo de largo plazo. Su análisis se centra en los países continentales de América que hicieron parte del Imperio Español y elabora una teoría que explica cómo se relacionan las experiencias coloniales de estos países durante cerca de trescientos años con sus niveles de desarrollo económico y social de largo plazo. A modo de ilustración compara brevemente el caso de los imperios británico y portugués, para mostrar la validez externa de la teoría.
Respuesta:
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Explicación:
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Un problema importante en ciencias sociales es entender cómo incide la historia en la realidad actual y a través de cuáles mecanismos. Si bien se sabe que muchas de las diferencias en el nivel de desarrollo socio-económico de los países o de sus regiones tienen origen en periodos remotos, no hay consenso acerca de qué parte de su historia generó tales diferencias ni acerca de cómo surgieron. Las instituciones sociales, políticas y económicas ofrecen una posible respuesta a estas preguntas, pero no siempre es claro por qué tales instituciones prevalecen en el tiempo y se traducen en diferentes resultados.
En su intento de entender el desarrollo comparativo de las naciones, muchos autores prestan atención al papel del pasado colonial. Adam Smith, por ejemplo, señaló que el estilo de los países colonizadores europeos era un determinante esencial de su política colonial; en las colonias británicas habría una influencia del espíritu liberal más marcada que en las portuguesas o españolas, lo que se traduciría en sistemas legales favorables al desarrollo temprano del capitalismo y quizá al desarrollo económico y social en el largo plazo. Desde otra perspectiva, en un influyente artículo publicado en el American Economic Review en 2001, Acemoglu, Johnson y Robinson argumentaron que las instituciones coloniales que garantizaban la protección de los derechos de propiedad fueron una de las causas del desarrollo de largo plazo y que su establecimiento en las colonias estuvo determinado por las condiciones geográficas y climáticas. En las zonas donde la mortalidad de los colonizadores era relativamente alta, estos optaron por usar las colonias como fuente de extracción de recursos minerales en vez de asentarse en forma permanente; esto habría dificultado la implantación de las instituciones del país colonizador y retrasado el desarrollo del capitalismo.
El libro Colonialismo y desarrollo post-colonial de James Mahoney, profesor de ciencia política y sociología de la Universidad de Northwestern, es una réplica a estas dos visiones parciales de la historia. Desde su punto de vista, fijarse únicamente en la identidad del colonizador o en las condiciones preexistentes en los territorios conquistados es insuficiente para entender la relación entre el pasado colonial y el desarrollo de largo plazo. Su análisis se centra en los países continentales de América que hicieron parte del Imperio Español y elabora una teoría que explica cómo se relacionan las experiencias coloniales de estos países durante cerca de trescientos años con sus niveles de desarrollo económico y social de largo plazo. A modo de ilustración compara brevemente el caso de los imperios británico y portugués, para mostrar la validez externa de la teoría.
Explicación:
no se