A partir de que, desde el primer tercio del siglo XX, la propia ciencia dejara de ser determinista (demonio de Laplace)7 y se hiciera probabilística y consciente de sus propios límites (principio de incertidumbre o relación de indeterminación de Heisenberg, teoremas de incompletitud de Gödel y otras expresiones de impredecibilidad,8 impredicatividad9 e indecidibilidad en ciencia) y de la influencia decisiva del observador en la observación; cambió también la perspectiva sobre la teoría y la historia de la ciencia.
A mediados del siglo XX, tres filósofos de la ciencia presentaron tres opciones distintas en la consideración de la naturaleza progresiva o no del conocimiento científico y su forma histórica de producirse: Karl Popper (el conocimiento científico es progresivo y acumulativo, pero "falsable", con lo que únicamente se puede considerar ciencia lo que puede ser cuestionado), Thomas Kuhn (el conocimiento científico no es necesariamente progresivo, sino una respuesta a las demandas sociales, y en la mayor parte de los casos, la "ciencia normal" es únicamente el constante esfuerzo por confirmar el vigente paradigma, que únicamente cambiará por una revolución científica, de las que ha habido muy pocas históricamente), y Paul Feyerabend (el conocimiento científico no es acumulativo o progresivo, sino inconsistente y anárquico -anarquismo epistemológico-, no habiendo criterio de demarcación, en términos de método, entre lo que suele llamarse "ciencia" y cualquier otra forma de investigación).
Los griegos fueron los primeros filósofos de la ciencia. Su filosofía natural, que era como le llamaban entonces a la ciencia, consistía en un conjunto de verdades, como que los cielos estaban formados por siete esferas de cristal. Con la revolución científica del siglo XVII llegaron nuevos inventos, como el telescopio y el microscopio. Y, así, se empezó a entender mejor el Universo y se demostró que el mundo no era exactamente lo que parecía.
A partir de que, desde el primer tercio del siglo XX, la propia ciencia dejara de ser determinista (demonio de Laplace)7 y se hiciera probabilística y consciente de sus propios límites (principio de incertidumbre o relación de indeterminación de Heisenberg, teoremas de incompletitud de Gödel y otras expresiones de impredecibilidad,8 impredicatividad9 e indecidibilidad en ciencia) y de la influencia decisiva del observador en la observación; cambió también la perspectiva sobre la teoría y la historia de la ciencia.
A mediados del siglo XX, tres filósofos de la ciencia presentaron tres opciones distintas en la consideración de la naturaleza progresiva o no del conocimiento científico y su forma histórica de producirse: Karl Popper (el conocimiento científico es progresivo y acumulativo, pero "falsable", con lo que únicamente se puede considerar ciencia lo que puede ser cuestionado), Thomas Kuhn (el conocimiento científico no es necesariamente progresivo, sino una respuesta a las demandas sociales, y en la mayor parte de los casos, la "ciencia normal" es únicamente el constante esfuerzo por confirmar el vigente paradigma, que únicamente cambiará por una revolución científica, de las que ha habido muy pocas históricamente), y Paul Feyerabend (el conocimiento científico no es acumulativo o progresivo, sino inconsistente y anárquico -anarquismo epistemológico-, no habiendo criterio de demarcación, en términos de método, entre lo que suele llamarse "ciencia" y cualquier otra forma de investigación).
suerte ✌️
Los griegos fueron los primeros filósofos de la ciencia. Su filosofía natural, que era como le llamaban entonces a la ciencia, consistía en un conjunto de verdades, como que los cielos estaban formados por siete esferas de cristal. Con la revolución científica del siglo XVII llegaron nuevos inventos, como el telescopio y el microscopio. Y, así, se empezó a entender mejor el Universo y se demostró que el mundo no era exactamente lo que parecía.