La tecnología avanzó más rápido que la ley, como suele suceder. La plataforma Uber se enfrenta a un inminente cierre en el país, debido a una decisión del Ministerio de Transporte que considera ilegal su funcionamiento. En un intento más por quitarle fuerza a la ya popular plataforma, Uber tiene prohibida realizar publicidad digital en Colombia. Cabe anotar que esta empresa, dada su naturaleza, tiene una estrategia de publicidad digital muy bien montada a través de plataformas como redes sociales y banners en páginas web (entre otros elementos). Asimismo, el senador Jorge Robledo quiere quitar la personería jurídica de Uber en el país para frenar del todo su operación.
Por supuesto, las voces de los usuarios no se han hecho esperar. Muchos han optado por Uber debido a la comodidad y efectividad del servicio, en un país donde el transporte público no tiene un desempeño óptimo ni responde a las necesidades de muchos. No es solo una cuestión de tarifas, sino que los usuarios también protestan por la arbitrariedad de los taxistas para elegir destinos o pasajeros, la congestión para encontrar un medio de transporte en horas de alto tráfico y los cobros exagerados sin regulación.
Como suele suceder, la tecnología avanza más rápido que las leyes, que se quedan cortas para siquiera ponerse al día con todo lo que está y todo lo que se viene.
El asunto es más complejo de lo que parece y entran en juego muchos actores, no solo los taxistas ni los usuarios. Sin embargo, cerrar del todo la plataforma no es la solución y es evidente el mensaje contradictorio del gobierno con respecto a las tecnologías. Por un lado, se habla de innovación y disrupción, pero por otro, como sucede con el caso Uber, se ponen obstáculos y trabas para que la tecnología no incursione en ciertos aspectos y todo esté igual que siempre.
Ciertamente se necesita regulación y legalidad en el caso de Uber, porque debido a su naturaleza, la plataforma está en un limbo jurídico jamás contemplado por la ley. Como suele suceder, la tecnología avanza más rápido que las leyes, que se quedan cortas para siquiera ponerse al día con todo lo que está y todo lo que se viene.
A nivel educativo, preocupa además el mensaje que se envía contra la innovación. El cierre de Uber es dañino no solo por la censura que sufre una plataforma internacional, sino que también evidencia lo cerrados que son algunos de los gobernantes en el país. Una clara muestra de involución tecnológica que no invita a la innovación, sino que, por el contrario, da la impresión que es mejor dejar ‘todo como está’.
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La tecnología avanzó más rápido que la ley, como suele suceder. La plataforma Uber se enfrenta a un inminente cierre en el país, debido a una decisión del Ministerio de Transporte que considera ilegal su funcionamiento. En un intento más por quitarle fuerza a la ya popular plataforma, Uber tiene prohibida realizar publicidad digital en Colombia. Cabe anotar que esta empresa, dada su naturaleza, tiene una estrategia de publicidad digital muy bien montada a través de plataformas como redes sociales y banners en páginas web (entre otros elementos). Asimismo, el senador Jorge Robledo quiere quitar la personería jurídica de Uber en el país para frenar del todo su operación.
Por supuesto, las voces de los usuarios no se han hecho esperar. Muchos han optado por Uber debido a la comodidad y efectividad del servicio, en un país donde el transporte público no tiene un desempeño óptimo ni responde a las necesidades de muchos. No es solo una cuestión de tarifas, sino que los usuarios también protestan por la arbitrariedad de los taxistas para elegir destinos o pasajeros, la congestión para encontrar un medio de transporte en horas de alto tráfico y los cobros exagerados sin regulación.
Como suele suceder, la tecnología avanza más rápido que las leyes, que se quedan cortas para siquiera ponerse al día con todo lo que está y todo lo que se viene.
El asunto es más complejo de lo que parece y entran en juego muchos actores, no solo los taxistas ni los usuarios. Sin embargo, cerrar del todo la plataforma no es la solución y es evidente el mensaje contradictorio del gobierno con respecto a las tecnologías. Por un lado, se habla de innovación y disrupción, pero por otro, como sucede con el caso Uber, se ponen obstáculos y trabas para que la tecnología no incursione en ciertos aspectos y todo esté igual que siempre.
Ciertamente se necesita regulación y legalidad en el caso de Uber, porque debido a su naturaleza, la plataforma está en un limbo jurídico jamás contemplado por la ley. Como suele suceder, la tecnología avanza más rápido que las leyes, que se quedan cortas para siquiera ponerse al día con todo lo que está y todo lo que se viene.
A nivel educativo, preocupa además el mensaje que se envía contra la innovación. El cierre de Uber es dañino no solo por la censura que sufre una plataforma internacional, sino que también evidencia lo cerrados que son algunos de los gobernantes en el país. Una clara muestra de involución tecnológica que no invita a la innovación, sino que, por el contrario, da la impresión que es mejor dejar ‘todo como está’.
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que va empeorando ósea que no evoluciona si no que se queda estancada
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