En cuantas ocasiones no nos hemos tropezado con la misma escena: personas reunidas que en lugar de estar hablando entre sí, pasan la mayor parte del tiempo mirando sus teléfonos. Es muy común ver mesas con cuatro o cinco amigos, cada uno abstraído en la pantalla de su dispositivo, probablemente intercambiando con otros amigos no-presentes o bien pasando aplicaciones de un móvil a otro.
Es curioso observar que se encuentren personas sentadas frente a nosotros y que, sin embargo, se elija hablar con alguien que se encuentra al otro lado del teléfono.
-¿Acaso, cuesta hablar con quienes están presentes?
-¿Estamos perdiendo la capacidad de comunicarnos mediante la interacción cara a cara?
Pues, la respuesta es Sí, sin discusión en lo absoluto, la tecnología ha vuelto a los individuos cada vez más dependiente de la misma, sólo se prefiere la socialización de modo virtual. La falta de un verdadero diálogo se hace evidente.
No se trata solamente de la perdida de entrar en contacto con otro ser humano, sino de las oportunidades únicas para negociar, enriquecer la lengua materna y devenir en conflictos, algo de extrema importancia para el desarrollo de todos los individuos. En lugar de escuchar activamente, nos estamos escuchando a nosotros mismos; continuamos con nuestro propio parloteo mental y nos perdemos la posibilidad de generar un intercambio sincero con nuestros coetáneos y enriquecernos.
Cuando escuchamos a los demás y nos tomamos el trabajo de entender sus argumentos, nos damos tiempo a nosotros mismos para elaborar nuestras ideas, explicar claramente lo que necesitamos y darnos cuenta de forma certera de si la otra persona comparte o no nuestro punto de vista.
Es sorprendente el hecho de que, en innumerables ocasiones, nos enganchemos en discusiones áridas con personas que desde el principio estaban de acuerdo con nosotros.
Además de estructurar nuestro propio argumento, escuchar nos permite captar información en el discurso de la otra persona que nos hace falta o nos es útil fuera de esa discusión. Si no ponemos atención a las palabras de nuestro interlocutor, estamos en riesgo de perder datos que nos son importantes.
Perdemos una conexión importante con el otro y es obvio que el diálogo no puede nunca ser fluido, pues con frecuencia no sabemos cómo responder o de qué hablar. La lengua escrita es mucho menos rica de ideas espontáneas y carece por completo en su mayoría de una verdadera expresión sentimental, donde la observación conductual del otro, jamás será juzgada, ya que no está en frente.
Sin dudas el mundo de la tecnología móvil y sus disímiles aplicaciones tiene poseída a la mayor parte de los adolescentes y jóvenes alrededor de todo el planeta, practicando estos, una nueva forma de socialización donde jamás serán expresados los valores humanos, los principios, la educación, la comunicación en su esencia cara-cara es prácticamente nula y llegamos al punto donde los principios de la socialización han quedado en el olvido.
Esperemos que con este venidero año aparezca alguna aplicación donde sea necesario la presencia del otro o al menos que nuestra comunicación no tenga mayor peso en la lengua escrita que parlante, alguna manera de forzar u obligar al dialogo mediante la comunicación cara-cara tan importante para el desarrollo y evolución de los sujetos.
Respuesta:
En cuantas ocasiones no nos hemos tropezado con la misma escena: personas reunidas que en lugar de estar hablando entre sí, pasan la mayor parte del tiempo mirando sus teléfonos. Es muy común ver mesas con cuatro o cinco amigos, cada uno abstraído en la pantalla de su dispositivo, probablemente intercambiando con otros amigos no-presentes o bien pasando aplicaciones de un móvil a otro.
Es curioso observar que se encuentren personas sentadas frente a nosotros y que, sin embargo, se elija hablar con alguien que se encuentra al otro lado del teléfono.
-¿Acaso, cuesta hablar con quienes están presentes?
-¿Estamos perdiendo la capacidad de comunicarnos mediante la interacción cara a cara?
Pues, la respuesta es Sí, sin discusión en lo absoluto, la tecnología ha vuelto a los individuos cada vez más dependiente de la misma, sólo se prefiere la socialización de modo virtual. La falta de un verdadero diálogo se hace evidente.
No se trata solamente de la perdida de entrar en contacto con otro ser humano, sino de las oportunidades únicas para negociar, enriquecer la lengua materna y devenir en conflictos, algo de extrema importancia para el desarrollo de todos los individuos. En lugar de escuchar activamente, nos estamos escuchando a nosotros mismos; continuamos con nuestro propio parloteo mental y nos perdemos la posibilidad de generar un intercambio sincero con nuestros coetáneos y enriquecernos.
Cuando escuchamos a los demás y nos tomamos el trabajo de entender sus argumentos, nos damos tiempo a nosotros mismos para elaborar nuestras ideas, explicar claramente lo que necesitamos y darnos cuenta de forma certera de si la otra persona comparte o no nuestro punto de vista.
Es sorprendente el hecho de que, en innumerables ocasiones, nos enganchemos en discusiones áridas con personas que desde el principio estaban de acuerdo con nosotros.
Además de estructurar nuestro propio argumento, escuchar nos permite captar información en el discurso de la otra persona que nos hace falta o nos es útil fuera de esa discusión. Si no ponemos atención a las palabras de nuestro interlocutor, estamos en riesgo de perder datos que nos son importantes.
Perdemos una conexión importante con el otro y es obvio que el diálogo no puede nunca ser fluido, pues con frecuencia no sabemos cómo responder o de qué hablar. La lengua escrita es mucho menos rica de ideas espontáneas y carece por completo en su mayoría de una verdadera expresión sentimental, donde la observación conductual del otro, jamás será juzgada, ya que no está en frente.
Sin dudas el mundo de la tecnología móvil y sus disímiles aplicaciones tiene poseída a la mayor parte de los adolescentes y jóvenes alrededor de todo el planeta, practicando estos, una nueva forma de socialización donde jamás serán expresados los valores humanos, los principios, la educación, la comunicación en su esencia cara-cara es prácticamente nula y llegamos al punto donde los principios de la socialización han quedado en el olvido.
Esperemos que con este venidero año aparezca alguna aplicación donde sea necesario la presencia del otro o al menos que nuestra comunicación no tenga mayor peso en la lengua escrita que parlante, alguna manera de forzar u obligar al dialogo mediante la comunicación cara-cara tan importante para el desarrollo y evolución de los sujetos.