Una de las pocas seguridades que jalonaron el camino espiritual de Francisco fue su convicción de que la forma de vida evangélica que el Señor le había inspirado debía crecer y realizarse dentro de la Iglesia. La Iglesia era el ámbito natural de la presencia del Señor hecha Palabra; en ella resonaba el Evangelio como una invitación a convertirse y entrar en la dinámica del Reino; por eso, en ella debía concretarse la respuesta existencial de la fe, viviendo el Evangelio según el modo que mejor expresase la decisión de seguir a Jesús.
El Evangelio, como utopía realizable de una nueva vida ofrecida por Jesús, puede quedarse en un proyecto etéreo si no se materializa en las formas ordinarias que los humanos tenemos para ser y expresarnos como hombres. Las propuestas de Jesús son para ser vividas, y en cada momento histórico hay que traducirlas a los esquemas y estructuras sociales que las hagan posibles.Entre las propuestas evangélicas de Jesús está la fraternidad. El amor que Dios tiene a cada persona fundamenta la experiencia del amor fraterno. Si Dios quiere a todos, incluso a los ingratos y perversos (Lc 6,35), el amor cristiano debe hacerse extensible también a los enemigos (Lc 6,27s).
La fraternidad proclamada por Jesús tiene su expresión máxima en las comunidades primitivas. En ellas se palpa, al menos como tarea, el primer fruto del Espíritu: el amor. La comunión de corazones y el compartir los bienes aparecen no sólo como características de la comunidad de Jerusalén, sino como ideal para todos los cristianos que en el futuro entren a formar parte de la Iglesia.
Esta experiencia de fraternidad se fue condensando de manera particular en la vida monástica. La espiritualidad de los monjes tenía como modelo la vida apostólica; es decir, la imitación de los apóstoles y la primitiva comunidad de Jerusalén, hasta el punto que Casiano verá en el monacato la prolongación histórica de esa comunidad.
La fraternidad, como trama de relaciones mutuas donde se concreta de una forma real el amor de unos a otros, tiene en cada época su modo de estructurarse. A la fraternidad monástica acompañó, a partir del siglo XII, otro modo de sentirse hermanos, fruto de los cambios sociales y políticos. Los monjes entendían su fraternidad a partir del modelo estático y sedentario de la comunidad de Jerusalén. La sociedad feudal, que les aporta las estructuras, será la matriz de un amor jerarquizado y vertical, donde las relaciones con los iguales o no existen o están ritualizadas; mientras que las Fraternidades medievales, por apoyarse en estructuras socioculturales caracterizadas por relaciones de solidaridad y horizontalidad, buscarán su modelo apostólico en la comunidad de Jesús enviada en misión.
Francisco disponía, al menos, de estas dos formas eclesiales para encarnar su voluntad de vivir el Evangelio. La decantación por un tipo de Fraternidad que concentraba las nuevas aspiraciones tanto sociales como religiosas de la sociedad que estaba naciendo, supuso la aparición del grupo franciscano como la encarnación del ideal evangélico en unas estructuras significantes y provocadoras que trataban de desencadenar la conversión al Reino desde la perspectiva penitencial.espero que te sirva
Una de las pocas seguridades que jalonaron el camino espiritual de Francisco fue su convicción de que la forma de vida evangélica que el Señor le había inspirado debía crecer y realizarse dentro de la Iglesia. La Iglesia era el ámbito natural de la presencia del Señor hecha Palabra; en ella resonaba el Evangelio como una invitación a convertirse y entrar en la dinámica del Reino; por eso, en ella debía concretarse la respuesta existencial de la fe, viviendo el Evangelio según el modo que mejor expresase la decisión de seguir a Jesús.
El Evangelio, como utopía realizable de una nueva vida ofrecida por Jesús, puede quedarse en un proyecto etéreo si no se materializa en las formas ordinarias que los humanos tenemos para ser y expresarnos como hombres. Las propuestas de Jesús son para ser vividas, y en cada momento histórico hay que traducirlas a los esquemas y estructuras sociales que las hagan posibles.Entre las propuestas evangélicas de Jesús está la fraternidad. El amor que Dios tiene a cada persona fundamenta la experiencia del amor fraterno. Si Dios quiere a todos, incluso a los ingratos y perversos (Lc 6,35), el amor cristiano debe hacerse extensible también a los enemigos (Lc 6,27s).
La fraternidad proclamada por Jesús tiene su expresión máxima en las comunidades primitivas. En ellas se palpa, al menos como tarea, el primer fruto del Espíritu: el amor. La comunión de corazones y el compartir los bienes aparecen no sólo como características de la comunidad de Jerusalén, sino como ideal para todos los cristianos que en el futuro entren a formar parte de la Iglesia.
Esta experiencia de fraternidad se fue condensando de manera particular en la vida monástica. La espiritualidad de los monjes tenía como modelo la vida apostólica; es decir, la imitación de los apóstoles y la primitiva comunidad de Jerusalén, hasta el punto que Casiano verá en el monacato la prolongación histórica de esa comunidad.
La fraternidad, como trama de relaciones mutuas donde se concreta de una forma real el amor de unos a otros, tiene en cada época su modo de estructurarse. A la fraternidad monástica acompañó, a partir del siglo XII, otro modo de sentirse hermanos, fruto de los cambios sociales y políticos. Los monjes entendían su fraternidad a partir del modelo estático y sedentario de la comunidad de Jerusalén. La sociedad feudal, que les aporta las estructuras, será la matriz de un amor jerarquizado y vertical, donde las relaciones con los iguales o no existen o están ritualizadas; mientras que las Fraternidades medievales, por apoyarse en estructuras socioculturales caracterizadas por relaciones de solidaridad y horizontalidad, buscarán su modelo apostólico en la comunidad de Jesús enviada en misión.
Francisco disponía, al menos, de estas dos formas eclesiales para encarnar su voluntad de vivir el Evangelio. La decantación por un tipo de Fraternidad que concentraba las nuevas aspiraciones tanto sociales como religiosas de la sociedad que estaba naciendo, supuso la aparición del grupo franciscano como la encarnación del ideal evangélico en unas estructuras significantes y provocadoras que trataban de desencadenar la conversión al Reino desde la perspectiva penitencial.espero que te sirva