La industria utiliza aproximadamente la mitad de la energía eléctrica, una cuarta parte de su consumo de energía. La electricidad tiene muchos usos en las fábricas: se utiliza para mover motores, para obtener calor y frío, para procesos de tratamiento de superficies mediante electrólisis, etc.
Para qué la usamos?
Dada su adaptabilidad, no existe ninguna actividad económica que no utilice la electricidad.
En las fábricas
La industria utiliza aproximadamente la mitad de la energía eléctrica, una cuarta parte de su consumo de energía. La electricidad tiene muchos usos en las fábricas: se utiliza para mover motores, para obtener calor y frío, para procesos de tratamiento de superficies mediante electrólisis, etc. Una circunstancia reciente es que la industria no sólo es una gran consumidora de electricidad, sino que, gracias a la cogeneración, también empieza a ser productora.
En el transporte
Tan sólo el transporte público (y dentro de él los ferrocarriles) emplea energía eléctrica. No obstante, se lleva ya tiempo trabajando en versiones eléctricas de los vehículos de gasolina, pues supondrían una buena solución para los problemas de contaminación y ruido que genera el transporte en las ciudades. Incluso es posible (aunque no habitual) emplear la electricidad para hacer volar un avión.
El aparato diseñado por la NASA y AeroVironment convierte energía solar en energía mecánica para hacer volar un aeroplano, a través de la electricidad.
El avión está diseñado para moverse a unos 30 km de altura, a una velocidad de 40 km/h. Tiene un peso de 700 kg, incluyendo unos 100 kg de carga útil. Se cree que podrá sustituir a los satélites en muchas aplicaciones (teledetección y telecomunicaciones).
Viento, sol y biomasa son fuentes de energía primarias que pueden calificarse de «renovables», «sostenibles», «limpias» y «alternativas».
Los combustibles para propulsar los vehículos de transporte pueden provenir de muy distintas fuentes primarias: el petróleo (un combustible fósil del que se obtiene la gasolina, el gasoil o el queroseno), la biomasa (de la que se obtienen los biocombustibles), o cualquier fuente primaria que genere electricidad para posteriormente obtener hidrógeno, como el que utiliza el automóvil que reposta en esta imagen, o los de celda de combustible. Otros utilizan otros tipos de baterías (vehículo eléctrico) o son híbridos (consumen tanto gasolina como energía eléctrica). Hay otros ejemplos de propulsión alternativa.
Las hogueras y los hornos alimentados con madera o cualquier otra biomasa térmica son uno de los usos más antiguos de fuentes de energía tradicionales.
Molino de sangre impulsado por un animal de tiro que obtiene su energía de alimentos, de origen vegetal, producidos por plantas que transforman la energía del sol en moléculas energéticas.
Los sirgadores del Volga, de Ilia Repin (1870-1873). La sirga es el procedimiento para remolcar embarcaciones desde las orillas de un canal. En una sociedad preindustrial, como la rusa de mediados del siglo XIX, se utilizaba la energía humana o animal. También se usaba la energía humana en los barcos de remo. Los barcos de vela como el que se representa en el cuadro utilizan la energía del viento cuando les es posible, en su navegación por aguas libres.
Molino de mareas en Isla Cristina (España).
Molino de viento de los polders holandeses.
Presa de las Tres Gargantas (China), la mayor del mundo.
Central nuclear Bruce (Canadá), la mayor del mundo.
Pozos de petróleo de Kuwait incendiados durante la Guerra del Golfo (1991).
Central de carbón de Madrid (Estados Unidos) hacia 1935.
Central de gas de Moscú hacia 1912.
Fuente de energía es un fenómeno físico o químico del que es posible explotar su energía con fines económicos o biofísicos. Según un primer criterio de clasificación, se les llama «primarias» si provienen de un fenómeno natural y no han sido transformadas (el sol, la biomasa, las corrientes de agua,1 el viento, los minerales energéticos o radiactivos); y «secundarias» si son resultado de una transformación intencionada a partir de las primarias para obtener la forma de energía2 deseada (la energía eléctrica -que puede obtenerse a partir de cualquiera de las fuentes primarias-, la energía química de los distintos combustibles utilizados para el transporte, la calefacción o la industria -que pueden obtenerse a partir de muy distintas fuentes-, etc.) Según un segundo criterio, a las fuentes de energía primarias se las llama «renovables» si sus reservas no disminuyen de forma significativa en la escala de tiempo de su explotación (como la hidroeléctrica, la eólica, la solar, la geotérmica, la mareomotriz o la utilización energética de la biomasa); y «no renovables» si lo hacen (como los combustibles fósiles -carbón, petróleo, gas natural- y la energía nuclear). Según un tercer criterio, se las llama «limpias»3 si se las valora positivamente en un contexto ecologista (lo que coincide en su mayor parte con las renovables); y «sucias» si son valoradas negativamente (lo que coincide en su mayor parte con las no renovables), aunque en realidad ninguna fuente de energía carece de impacto ambiental en su uso (pudiendo ser más o menos negativo en distintos ámbitos). Próximos a este criterio están otros, como la diferenciación entre «fuentes de energía sostenibles»4 y no sostenibles (según su sostenibilidad), o la diferenciación entre las llamadas «fuentes de energía alternativas» y las «convencionales» o «tradicionales», por su menor o mayor polución y especialmente su menor o mayor contribución al cambio climático antropogénico por las emisiones de CO2; aunque es problemático tener que clasificar entonces la energía nuclear como alternativa a las fósiles (puesto que su peligrosidad reside no en la emisión de gases sino en la generación de residuos radiactivos y la gravedad de los accidentes nucleares).5
La industria utiliza aproximadamente la mitad de la energía eléctrica, una cuarta parte de su consumo de energía. La electricidad tiene muchos usos en las fábricas: se utiliza para mover motores, para obtener calor y frío, para procesos de tratamiento de superficies mediante electrólisis, etc.
Para qué la usamos?
Dada su adaptabilidad, no existe ninguna actividad económica que no utilice la electricidad.
En las fábricas
La industria utiliza aproximadamente la mitad de la energía eléctrica, una cuarta parte de su consumo de energía. La electricidad tiene muchos usos en las fábricas: se utiliza para mover motores, para obtener calor y frío, para procesos de tratamiento de superficies mediante electrólisis, etc. Una circunstancia reciente es que la industria no sólo es una gran consumidora de electricidad, sino que, gracias a la cogeneración, también empieza a ser productora.
En el transporte
Tan sólo el transporte público (y dentro de él los ferrocarriles) emplea energía eléctrica. No obstante, se lleva ya tiempo trabajando en versiones eléctricas de los vehículos de gasolina, pues supondrían una buena solución para los problemas de contaminación y ruido que genera el transporte en las ciudades. Incluso es posible (aunque no habitual) emplear la electricidad para hacer volar un avión.
El aparato diseñado por la NASA y AeroVironment convierte energía solar en energía mecánica para hacer volar un aeroplano, a través de la electricidad.
El avión está diseñado para moverse a unos 30 km de altura, a una velocidad de 40 km/h. Tiene un peso de 700 kg, incluyendo unos 100 kg de carga útil. Se cree que podrá sustituir a los satélites en muchas aplicaciones (teledetección y telecomunicaciones).
Viento, sol y biomasa son fuentes de energía primarias que pueden calificarse de «renovables», «sostenibles», «limpias» y «alternativas».
Los combustibles para propulsar los vehículos de transporte pueden provenir de muy distintas fuentes primarias: el petróleo (un combustible fósil del que se obtiene la gasolina, el gasoil o el queroseno), la biomasa (de la que se obtienen los biocombustibles), o cualquier fuente primaria que genere electricidad para posteriormente obtener hidrógeno, como el que utiliza el automóvil que reposta en esta imagen, o los de celda de combustible. Otros utilizan otros tipos de baterías (vehículo eléctrico) o son híbridos (consumen tanto gasolina como energía eléctrica). Hay otros ejemplos de propulsión alternativa.
Las hogueras y los hornos alimentados con madera o cualquier otra biomasa térmica son uno de los usos más antiguos de fuentes de energía tradicionales.
Molino de sangre impulsado por un animal de tiro que obtiene su energía de alimentos, de origen vegetal, producidos por plantas que transforman la energía del sol en moléculas energéticas.
Los sirgadores del Volga, de Ilia Repin (1870-1873). La sirga es el procedimiento para remolcar embarcaciones desde las orillas de un canal. En una sociedad preindustrial, como la rusa de mediados del siglo XIX, se utilizaba la energía humana o animal. También se usaba la energía humana en los barcos de remo. Los barcos de vela como el que se representa en el cuadro utilizan la energía del viento cuando les es posible, en su navegación por aguas libres.
Molino de mareas en Isla Cristina (España).
Molino de viento de los polders holandeses.
Presa de las Tres Gargantas (China), la mayor del mundo.
Central nuclear Bruce (Canadá), la mayor del mundo.
Pozos de petróleo de Kuwait incendiados durante la Guerra del Golfo (1991).
Central de carbón de Madrid (Estados Unidos) hacia 1935.
Central de gas de Moscú hacia 1912.
Fuente de energía es un fenómeno físico o químico del que es posible explotar su energía con fines económicos o biofísicos. Según un primer criterio de clasificación, se les llama «primarias» si provienen de un fenómeno natural y no han sido transformadas (el sol, la biomasa, las corrientes de agua,1 el viento, los minerales energéticos o radiactivos); y «secundarias» si son resultado de una transformación intencionada a partir de las primarias para obtener la forma de energía2 deseada (la energía eléctrica -que puede obtenerse a partir de cualquiera de las fuentes primarias-, la energía química de los distintos combustibles utilizados para el transporte, la calefacción o la industria -que pueden obtenerse a partir de muy distintas fuentes-, etc.) Según un segundo criterio, a las fuentes de energía primarias se las llama «renovables» si sus reservas no disminuyen de forma significativa en la escala de tiempo de su explotación (como la hidroeléctrica, la eólica, la solar, la geotérmica, la mareomotriz o la utilización energética de la biomasa); y «no renovables» si lo hacen (como los combustibles fósiles -carbón, petróleo, gas natural- y la energía nuclear). Según un tercer criterio, se las llama «limpias»3 si se las valora positivamente en un contexto ecologista (lo que coincide en su mayor parte con las renovables); y «sucias» si son valoradas negativamente (lo que coincide en su mayor parte con las no renovables), aunque en realidad ninguna fuente de energía carece de impacto ambiental en su uso (pudiendo ser más o menos negativo en distintos ámbitos). Próximos a este criterio están otros, como la diferenciación entre «fuentes de energía sostenibles»4 y no sostenibles (según su sostenibilidad), o la diferenciación entre las llamadas «fuentes de energía alternativas» y las «convencionales» o «tradicionales», por su menor o mayor polución y especialmente su menor o mayor contribución al cambio climático antropogénico por las emisiones de CO2; aunque es problemático tener que clasificar entonces la energía nuclear como alternativa a las fósiles (puesto que su peligrosidad reside no en la emisión de gases sino en la generación de residuos radiactivos y la gravedad de los accidentes nucleares).5