todo esto empeso como muchas otras festividades prehispánicas, con la llegada de los españoles y en su afán evangelizador, se buscó empatar estas fiestas con una contraparte católica para así redirigir la devoción original.
A finales del siglo tercero, la emperatriz Elena se abocó a hallar la cruz en la que Cristo murió. Como parte de sus pesquisas mandó demoler un templo dedicado a los viejos dioses paganos de los romanos, y bajo los escombros hallaron las tres cruces. Para descifrar cuál era la que había sostenido a Jesús, llevaron a un moribundo y lo hicieron tocar cada cruz; en cuanto tocó una de estas recuperó instantáneamente su energía vital. Por este hallazgo la mujer fue canonizada, y hasta la fecha se le venera como Santa Elena de la Cruz.
Posteriormente, y tras la muerte de su padre, el hijo de Elena, Constantino, sería proclamado emperador. Mientras este se dirigía a luchar con su contrincante Majencio, con quien se disputaba el dominio del Imperio Romano, y la decisión del credo que se habría de adoptar oficialmente, Constantino y su ejército recibieron una señal divina: se delineó el símbolo que arroparía su victoria ante un ejército mucho más poderoso, una cruz inscrita en el cielo. La causa de la cruz triunfaría y los cristianos no solo dejaron de ser perseguidos, sino que eventualmente se convertirían, aprovechando su nueva posición, en los perseguidores de los viejos cultos paganos.
En diferentes lugares de México se llevan a cabo ritos conmemorando la cruz santa que sostuvo a Jesucristo. Un ejemplo de estas fiestas es la acarreada –desde Santa Cruz Xochitepec, en Xochimilco, hasta el “cerro de las flores”–, de una monumental cruz de encino.
todo esto empeso como muchas otras festividades prehispánicas, con la llegada de los españoles y en su afán evangelizador, se buscó empatar estas fiestas con una contraparte católica para así redirigir la devoción original.
A finales del siglo tercero, la emperatriz Elena se abocó a hallar la cruz en la que Cristo murió. Como parte de sus pesquisas mandó demoler un templo dedicado a los viejos dioses paganos de los romanos, y bajo los escombros hallaron las tres cruces. Para descifrar cuál era la que había sostenido a Jesús, llevaron a un moribundo y lo hicieron tocar cada cruz; en cuanto tocó una de estas recuperó instantáneamente su energía vital. Por este hallazgo la mujer fue canonizada, y hasta la fecha se le venera como Santa Elena de la Cruz.
Posteriormente, y tras la muerte de su padre, el hijo de Elena, Constantino, sería proclamado emperador. Mientras este se dirigía a luchar con su contrincante Majencio, con quien se disputaba el dominio del Imperio Romano, y la decisión del credo que se habría de adoptar oficialmente, Constantino y su ejército recibieron una señal divina: se delineó el símbolo que arroparía su victoria ante un ejército mucho más poderoso, una cruz inscrita en el cielo. La causa de la cruz triunfaría y los cristianos no solo dejaron de ser perseguidos, sino que eventualmente se convertirían, aprovechando su nueva posición, en los perseguidores de los viejos cultos paganos.
En diferentes lugares de México se llevan a cabo ritos conmemorando la cruz santa que sostuvo a Jesucristo. Un ejemplo de estas fiestas es la acarreada –desde Santa Cruz Xochitepec, en Xochimilco, hasta el “cerro de las flores”–, de una monumental cruz de encino.