Es una novela que cuenta una historia con diferentes matices; habla de la discriminación, de amores que no pueden ser, habla de un vendedor de harinilla incapaz de perdonar, habla de una tienda Lyon donde trabajan 2 mujeres empleadas con problemas: Ángela con anorexia, Graciela que ya es grande y está sola; habla de una plaza con ingredientes muy fundamentales para la narración de la escritora. Cuenta que Sabino Colque llegó de un pueblo de Bolivia llamado Tarabuco, llegó a Buenos Aires con toda la ilusión de todos los bolivianos que hoy por hoy en la actualidad llegan a la Argentina. Sabino se puso a vender en una plaza cualquiera de Buenos Aires. Como no podía ser de otra manera, siguió las costumbres de sus ancestros. Vendía diferentes yuyos que eran buenos para la digestión y para todos los dolores de cualquier índole.
También estaba Mijail, que era un vendedor bastante atípico. Vendía harinilla; no todos lo podían hacer. También le gustaba observar qué hacían los demás y muchas veces se quedaba con la intriga, si realmente pasaba tal y cual u otra cosa. Quería saber si Sabino había tenido amorío con Ángela o no. También quería saber cómo era el festejo de los entrañables carnavales bolivianos.
Es una novela que cuenta una historia con diferentes matices; habla de la discriminación, de amores que no pueden ser, habla de un vendedor de harinilla incapaz de perdonar, habla de una tienda Lyon donde trabajan 2 mujeres empleadas con problemas: Ángela con anorexia, Graciela que ya es grande y está sola; habla de una plaza con ingredientes muy fundamentales para la narración de la escritora. Cuenta que Sabino Colque llegó de un pueblo de Bolivia llamado Tarabuco, llegó a Buenos Aires con toda la ilusión de todos los bolivianos que hoy por hoy en la actualidad llegan a la Argentina. Sabino se puso a vender en una plaza cualquiera de Buenos Aires. Como no podía ser de otra manera, siguió las costumbres de sus ancestros. Vendía diferentes yuyos que eran buenos para la digestión y para todos los dolores de cualquier índole.
También estaba Mijail, que era un vendedor bastante atípico. Vendía harinilla; no todos lo podían hacer. También le gustaba observar qué hacían los demás y muchas veces se quedaba con la intriga, si realmente pasaba tal y cual u otra cosa. Quería saber si Sabino había tenido amorío con Ángela o no. También quería saber cómo era el festejo de los entrañables carnavales bolivianos.
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