La sangre está conformada por tres tipos de células sanguíneas que se forman en la médula ósea: los glóbulos blancos o leucocitos que se encargan de defender el cuerpo de infecciones o de cuerpos extraños que pueden afectarlo. Los glóbulos rojos o eritrocitos que se encargan de transportar oxígeno a lo largo de todo el cuerpo y llevan el dióxido de carbono de cada célula de vuelta a los pulmones y las plaquetas o trombocitos que se encargan de la coagulación de la sangre para que si ocurre alguna rotura de un vaso sanguíneo no ocurra ningún derrame.
Las células musculares son células que se contraen y que es la que compone a los tejidos musculares. Hay distintos tipos: el tejido muscular, el músculo liso, estriado esquelético y el cardíaco.
En ese orden de ideas, dichos músculos permiten el movimiento del cuerpo, la movilidad de los órganos internos y el bombeo cardíaco del corazón.
La sangre está conformada por tres tipos de células sanguíneas que se forman en la médula ósea: los glóbulos blancos o leucocitos que se encargan de defender el cuerpo de infecciones o de cuerpos extraños que pueden afectarlo. Los glóbulos rojos o eritrocitos que se encargan de transportar oxígeno a lo largo de todo el cuerpo y llevan el dióxido de carbono de cada célula de vuelta a los pulmones y las plaquetas o trombocitos que se encargan de la coagulación de la sangre para que si ocurre alguna rotura de un vaso sanguíneo no ocurra ningún derrame.
Las células musculares son células que se contraen y que es la que compone a los tejidos musculares. Hay distintos tipos: el tejido muscular, el músculo liso, estriado esquelético y el cardíaco.
En ese orden de ideas, dichos músculos permiten el movimiento del cuerpo, la movilidad de los órganos internos y el bombeo cardíaco del corazón.