En 1821, San Martín tras establecer el Protectorado, expuso su proyecto de mantener el Perú como una monarquía independiente, que era el sistema de gobierno de mayor prestigio en esos momentos en Europa, y el que se impuso en el el virreinato de Nueva España con la independencia del Imperio Mexicano.
San Martín asumió oficialmente el mando político y militar de los departamentos libres y el título de Protector, por decreto suyo del viernes 3 de agosto. Tras el estancamiento de la guerra, y la entrevista de Guayaquil, él mismo renunció al cargo el viernes 20 de septiembre de 1822, fecha de la instalación del Congreso Constituyente que convocó el 27 de diciembre del año anterior y el cual depositó el día siguiente en la flamante Junta Gubernativa los poderes devueltos por el general.
Al momento del ascenso de San Martín, el Perú se hallaba dividido en lo militar y administrativo en dos territorios: El norte, incluyendo Lima y un sector del centro del país, se encontraban en manos de los patriotas, mientras que el sur y centro-oriente era dominado desde el Cuzco, la nueva capital virreinal, por realistas.
Ese año fundó la Biblioteca Nacional del Perú, a la que donó su colección de libros,8 y creó la Orden del Sol, hoy llamada Orden El Sol del Perú.9
Fundó la Sociedad Patriótica, formada por 40 ciudadanos peruanos, a quienes consideró los más ilustrados entre los decididos por la causa independentista. Esta se enfrascó en discusiones sobre la forma más conveniente de gobernar, entre la monarquía constitucional que apoyaba San Martín y defendían los ministros Unanue y Monteagudo, y la república, que defendían Manuel Pérez de Tudela y Mariano José de Arce. En apoyo a sus ideas monárquicas, envió a García del Río y Diego Paroissien a Europa, a conseguir un príncipe de la Casa de Sajonia-Coburgo-Gotha, para que reinara en el Perú. También debieron contratar un empréstito para continuar la campaña militar.6
Estableció la libertad de comercio y la libertad de imprenta, pero no permitió otro culto religioso que el católico. Expulsó a miles de españoles contrarios a la independencia y confiscó sus bienes.7
Desde Ancón, y luego desde Lima, San Martín envió una serie de campañas para incorporar al Protectorado al resto del Perú, pero algunos triunfos parciales no pudieron evitar que el Virrey se hiciera fuerte en la Sierra y fijara su capital en Cuzco; el Protector no tenía fuerzas para enfrentarlo con probabilidades ciertas de triunfar.10
Durante su protectorado recibió una carta del general Antonio José de Sucre, lugarteniente de Bolívar, para la campaña en el territorio de la Presidencia de Quito (actual Ecuador), en el que reclamaba la incorporación a la misma del batallón Numancia. A poco de desembarcar San Martín en territorio peruano, se había pasado a sus filas. San Martín se negó a perder la excelente unidad, y en su lugar envió una División Auxiliar al mando de Andrés de Santa Cruz ―en su mayoría compuesta por tropas inexpertas― que participaron en las batallas de Riobamba y Pichincha.
ntre el 26 y 27 de julio de 1822, se realizó la Entrevista de Guayaquil, donde se reunió con Bolívar, con el objetivo de aclarar el futuro de Guayaquil, la discusión de una posible Federación de las Américas, y el tema más importante, aclarar el futuro del Perú; San Martín llegó a plantear a Bolívar su proyecto de una Monarquía Peruana, sin embargo Bolívar se opuso rotundamente. Tras esta conversación privada, cuyo contenido solo se puede conjeturar, cedió a Bolívar la iniciativa y conclusión de la campaña libertadora. A su regreso al Perú, se enteró que su protectorado había sido disuelto, por un congreso constituyente que proclamó la República Peruana en 1822; poco después decidió retirarse de todos los cargos y volver a su país.
Su gobierno duró desde el 3 de agosto de 1821 hasta el 20 de septiembre de 1822.
Regresó a Argentina con solo ciento veinte onzas de oro, el estandarte de Francisco Pizarro bordado por Juana La Loca y la campanilla con que la Inquisición de Lima convocaba a los tribunales. El cirujano argentino René Favaloro interpretó el estandarte como «símbolo de la dominación y esclavitud sufrida por el Imperio de los incas, […] definitorias en cuanto a las convicciones del Libertador».
Respuesta:
Explicación paso a paso:
En 1821, San Martín tras establecer el Protectorado, expuso su proyecto de mantener el Perú como una monarquía independiente, que era el sistema de gobierno de mayor prestigio en esos momentos en Europa, y el que se impuso en el el virreinato de Nueva España con la independencia del Imperio Mexicano.
San Martín asumió oficialmente el mando político y militar de los departamentos libres y el título de Protector, por decreto suyo del viernes 3 de agosto. Tras el estancamiento de la guerra, y la entrevista de Guayaquil, él mismo renunció al cargo el viernes 20 de septiembre de 1822, fecha de la instalación del Congreso Constituyente que convocó el 27 de diciembre del año anterior y el cual depositó el día siguiente en la flamante Junta Gubernativa los poderes devueltos por el general.
Al momento del ascenso de San Martín, el Perú se hallaba dividido en lo militar y administrativo en dos territorios: El norte, incluyendo Lima y un sector del centro del país, se encontraban en manos de los patriotas, mientras que el sur y centro-oriente era dominado desde el Cuzco, la nueva capital virreinal, por realistas.
Ese año fundó la Biblioteca Nacional del Perú, a la que donó su colección de libros,8 y creó la Orden del Sol, hoy llamada Orden El Sol del Perú.9
Fundó la Sociedad Patriótica, formada por 40 ciudadanos peruanos, a quienes consideró los más ilustrados entre los decididos por la causa independentista. Esta se enfrascó en discusiones sobre la forma más conveniente de gobernar, entre la monarquía constitucional que apoyaba San Martín y defendían los ministros Unanue y Monteagudo, y la república, que defendían Manuel Pérez de Tudela y Mariano José de Arce. En apoyo a sus ideas monárquicas, envió a García del Río y Diego Paroissien a Europa, a conseguir un príncipe de la Casa de Sajonia-Coburgo-Gotha, para que reinara en el Perú. También debieron contratar un empréstito para continuar la campaña militar.6
Estableció la libertad de comercio y la libertad de imprenta, pero no permitió otro culto religioso que el católico. Expulsó a miles de españoles contrarios a la independencia y confiscó sus bienes.7
Desde Ancón, y luego desde Lima, San Martín envió una serie de campañas para incorporar al Protectorado al resto del Perú, pero algunos triunfos parciales no pudieron evitar que el Virrey se hiciera fuerte en la Sierra y fijara su capital en Cuzco; el Protector no tenía fuerzas para enfrentarlo con probabilidades ciertas de triunfar.10
Durante su protectorado recibió una carta del general Antonio José de Sucre, lugarteniente de Bolívar, para la campaña en el territorio de la Presidencia de Quito (actual Ecuador), en el que reclamaba la incorporación a la misma del batallón Numancia. A poco de desembarcar San Martín en territorio peruano, se había pasado a sus filas. San Martín se negó a perder la excelente unidad, y en su lugar envió una División Auxiliar al mando de Andrés de Santa Cruz ―en su mayoría compuesta por tropas inexpertas― que participaron en las batallas de Riobamba y Pichincha.
ntre el 26 y 27 de julio de 1822, se realizó la Entrevista de Guayaquil, donde se reunió con Bolívar, con el objetivo de aclarar el futuro de Guayaquil, la discusión de una posible Federación de las Américas, y el tema más importante, aclarar el futuro del Perú; San Martín llegó a plantear a Bolívar su proyecto de una Monarquía Peruana, sin embargo Bolívar se opuso rotundamente. Tras esta conversación privada, cuyo contenido solo se puede conjeturar, cedió a Bolívar la iniciativa y conclusión de la campaña libertadora. A su regreso al Perú, se enteró que su protectorado había sido disuelto, por un congreso constituyente que proclamó la República Peruana en 1822; poco después decidió retirarse de todos los cargos y volver a su país.
Su gobierno duró desde el 3 de agosto de 1821 hasta el 20 de septiembre de 1822.
Regresó a Argentina con solo ciento veinte onzas de oro, el estandarte de Francisco Pizarro bordado por Juana La Loca y la campanilla con que la Inquisición de Lima convocaba a los tribunales. El cirujano argentino René Favaloro interpretó el estandarte como «símbolo de la dominación y esclavitud sufrida por el Imperio de los incas, […] definitorias en cuanto a las convicciones del Libertador».