Aquel día salió Jesús de la casa y se sentó junto al mar. Y se le juntó muchas gente; y entrando Él en la barca, se sentó, y toda la gente estaba en la playa. Y les habló muchas cosas por parábolas, diciendo: «He aquí, el sembrador salió a sembrar. Y mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves y la comieron. Parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra; pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó. Y parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron, y la ahogaron. Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta por uno. El que tiene oídos para oír, oiga.
Para poder entender esta parábola es necesario basarse en los cuatro tipos de terrenos en los cuales la semilla (palabra de Dios) es esparcida. El primero de ella habla sobre la semilla al lado del camino y esto nos explica que, el lanzar una semilla a este tipo de camino es como lanzarla a aquellas personas que tienen el corazón endurecido y por eso, la palabra no prospera.
En segundo lugar encontramos a la tierra pedregosa o a las piedras en donde la semilla cae y brota pero a pesar de esto, es quemada porque no logra fundar su raíz en la tierra. Este pasaje se refiere a aquellas personas a las que la palabra logra llegar pero a pesar de esto, no logra echar raíz ocasionando un sentimiento de alegría momentánea el cual pasará con rapidez porque no existe un arrepentimiento verdadero. Cuando esto sucede, las pruebas, las tentaciones y los problemas aparecen y cuando esto sucede, la persona inmediatamente abandona todo lo que ha escuchado con anterioridad.
Luego encontramos a los oyentes representados en la tierra espinosa quienes tienen un corazón que aún no se ha rendido por completo a Dios y por eso deben de tener mucho cuidado porque a pesar de que la palabra les alimenta, cuando los problemas llegan pueden caer si no se está en oración y clamor a Dios. Aquí es importante mencionar que las espinas, que también pueden ser cosas externas y afanes del mundo, deben de ser eliminados para poder vivir conforme a la voluntad de Dios.
Por último encontramos a los que escuchan la palabra en buena tierra, los que dan frutos, aquellas personas que tienen un corazón recto y bueno y que logran guardar la palabra con perseverancia. Son las personas que logran aferrarse a la palabra de Dios para vivir su vida de forma correcta.
Respuesta:
Aquel día salió Jesús de la casa y se sentó junto al mar. Y se le juntó muchas gente; y entrando Él en la barca, se sentó, y toda la gente estaba en la playa. Y les habló muchas cosas por parábolas, diciendo: «He aquí, el sembrador salió a sembrar. Y mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves y la comieron. Parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra; pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó. Y parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron, y la ahogaron. Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta por uno. El que tiene oídos para oír, oiga.
Explicación:
Para poder entender esta parábola es necesario basarse en los cuatro tipos de terrenos en los cuales la semilla (palabra de Dios) es esparcida. El primero de ella habla sobre la semilla al lado del camino y esto nos explica que, el lanzar una semilla a este tipo de camino es como lanzarla a aquellas personas que tienen el corazón endurecido y por eso, la palabra no prospera.
En segundo lugar encontramos a la tierra pedregosa o a las piedras en donde la semilla cae y brota pero a pesar de esto, es quemada porque no logra fundar su raíz en la tierra. Este pasaje se refiere a aquellas personas a las que la palabra logra llegar pero a pesar de esto, no logra echar raíz ocasionando un sentimiento de alegría momentánea el cual pasará con rapidez porque no existe un arrepentimiento verdadero. Cuando esto sucede, las pruebas, las tentaciones y los problemas aparecen y cuando esto sucede, la persona inmediatamente abandona todo lo que ha escuchado con anterioridad.
Luego encontramos a los oyentes representados en la tierra espinosa quienes tienen un corazón que aún no se ha rendido por completo a Dios y por eso deben de tener mucho cuidado porque a pesar de que la palabra les alimenta, cuando los problemas llegan pueden caer si no se está en oración y clamor a Dios. Aquí es importante mencionar que las espinas, que también pueden ser cosas externas y afanes del mundo, deben de ser eliminados para poder vivir conforme a la voluntad de Dios.
Por último encontramos a los que escuchan la palabra en buena tierra, los que dan frutos, aquellas personas que tienen un corazón recto y bueno y que logran guardar la palabra con perseverancia. Son las personas que logran aferrarse a la palabra de Dios para vivir su vida de forma correcta.