Desde que se fundó el Proyecto Especial Bicentenario de la Presidencia de Consejo de Ministros se tuvo la posibilidad de elegir entre dos caminos. El primero, y más evidente para todos, era el de pensar el Bicentenario como una gran fiesta que se conmemoraría el 28 de julio de 2021 por las razones que hace 200 años nos fueron dadas.
El segundo era entender este hito histórico como la gran oportunidad para imaginar juntos el país que queremos ser y emprender el camino para hacerlo realidad, a fin de llegar al 2021 seguros de que hay mucho que conmemorar y mucho también que reforzar y construir.
A pesar de las dificultades que esto supone, es esta última ruta la que decidimos transitar. Y es que no podemos ignorar las señales que nos muestran a un país fragmentado, corroído por la corrupción y la devastación del medio ambiente, en el que las personas se resisten a respetar a aquellos que piensan diferente y en donde uno de cada tres ciudadanos no confía en el otro. Sabemos, por nuestra historia, que un país no se libera si no confronta aquello que lo tiene sometido.
Esta senda al Bicentenario la construimos cada día, por ejemplo, a través de los diálogos que entablamos con los jóvenes quienes, con frustración pero también con esperanza, nos expresan cómo es ese país en el que anhelan vivir. Este trayecto al Bicentenario está hecho de cada oportunidad en la que, reunidos alrededor de una mesa de trabajo, nos encontramos con líderes, lideresas y autoridades honestas y comprometidas con sacar a sus pueblos adelante, gracias a ideas innovadoras y cargadas de posibilidades hacia el futuro.
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Desde que se fundó el Proyecto Especial Bicentenario de la Presidencia de Consejo de Ministros se tuvo la posibilidad de elegir entre dos caminos. El primero, y más evidente para todos, era el de pensar el Bicentenario como una gran fiesta que se conmemoraría el 28 de julio de 2021 por las razones que hace 200 años nos fueron dadas.
El segundo era entender este hito histórico como la gran oportunidad para imaginar juntos el país que queremos ser y emprender el camino para hacerlo realidad, a fin de llegar al 2021 seguros de que hay mucho que conmemorar y mucho también que reforzar y construir.
A pesar de las dificultades que esto supone, es esta última ruta la que decidimos transitar. Y es que no podemos ignorar las señales que nos muestran a un país fragmentado, corroído por la corrupción y la devastación del medio ambiente, en el que las personas se resisten a respetar a aquellos que piensan diferente y en donde uno de cada tres ciudadanos no confía en el otro. Sabemos, por nuestra historia, que un país no se libera si no confronta aquello que lo tiene sometido.
Esta senda al Bicentenario la construimos cada día, por ejemplo, a través de los diálogos que entablamos con los jóvenes quienes, con frustración pero también con esperanza, nos expresan cómo es ese país en el que anhelan vivir. Este trayecto al Bicentenario está hecho de cada oportunidad en la que, reunidos alrededor de una mesa de trabajo, nos encontramos con líderes, lideresas y autoridades honestas y comprometidas con sacar a sus pueblos adelante, gracias a ideas innovadoras y cargadas de posibilidades hacia el futuro.