GiovanniJaramillo1
El ideal normativo de una sociedad homogénea no contribuye al establecimiento de una nación armónica. Más bien, la armonía social depende del reconocimiento y aceptación de la deiversidad mediante una política social y cultural que se base en el respeto y el reconociemiento de lo diferente del otro. Desterrar actitudes etnocentristas es requisito indispensable para un aprendizaje mutuo, para realmente acercarnos, comparar y relativizar lo propio en el contacto con lo ajeno. Se trata de que la extensión de un conjunto de derechos básicos a la totalidad de la población no impida el reconociemiento de derechos específicos que suelen reclamar grupos sociales con identidades diferenciadas.