resumen de: La religión concede una gran importancia a la persona humana y a su dignidad como fuente de los derechos del hombre. Dicha dignidad no sólo forma el eje de la doctrina social de la mayoría de las religiones, sino que también sirve como punto de convergencia entre ellas y así se ofrece como fundamento de la sociedad, aquí encontramos la relación entre la dignidad humana y los derechos del hombre. Siendo la paz un derecho fundamental y fundamental en el reconocimiento de la dignidad humana, las religiones tienen un papel decisivo en la promoción de ella, pues deben ayudar a la sociedad a promover la dignidad inviolable de todo ser humano, asegura el mensaje papal enviado al Encuentro Internacional de Oración por la Paz. Todos los pueblos, para vivir como una auténtica comunidad de hermanos y hermanas, necesitan inspirarse y apoyarse sobre el fundamento común de valores espirituales y ético. Reconociendo en Dios la fuente de la existencia de cada hombre, las religiones ayudan a la entera sociedad a promover la dignidad inviolable de todo ser humano. Las religiones tienen mucho que decir sobre el futuro, sobre la naturaleza, condiciones, exigencias y finalidades del verdadero desarrollo y sobre los obstáculos que se oponen a él. Al hacerlo así, cumple su misión evangelizadora, ya que da su primera contribución a la solución del problema urgente del desarrollo cuando proclama la verdad sobre Cristo, sobre sí misma y sobre el hombre, aplicándola a una situación concreta (cf. Juan Pablo II, Discurso a los Obispos de América Latina, 1979). A este fin la Iglesia utiliza como instrumento su doctrina social. En la difícil coyuntura actual, para favorecer tanto el planteamiento correcto de los problemas como sus soluciones mejores, podrá ayudar mucho un conocimiento más exacto y una difusión más amplia del "conjunto de principios de reflexión, de criterios de juicios y de directrices de acción" propuestos por su enseñanza. La Iglesia, pues, en virtud del Evangelio que se le ha confiado, proclama los derechos del hombre y reconoce y estima en mucho el dinamismo de la época actual, que está promoviendo por todas partes tales derechos. Debe, sin embargo, lograrse que este movimiento quede imbuido del espíritu evangélico y garantizado frente a cualquier apariencia de falsa autonomía. Acecha, en efecto, la tentación de juzgar que nuestros derechos personales solamente son salvados en su plenitud cuando nos vemos libres de toda norma divina. Por ese camino, la dignidad humana no se salva; por el contrario, perece.
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has un resumen del texto que viene a continuacion LAS RELIGIONES AL SERVICIO DE LA DIGNIDAD DE LA PERSONA LEA Y REFLEXIONE EL SIGUIENTE TEXTO: La religión concede una gran importancia a la persona humana y a su dignidad como fuente de los derechos del hombre. Dicha dignidad no sólo forma el eje de la doctrina social de la mayoría de las religiones, sino que también sirve como punto de convergencia entre ellas y así se ofrece como fundamento de la sociedad, aquí encontramos la relación entre la dignidad humana y los derechos del hombre. Siendo la paz un derecho fundamental y fundamental en el reconocimiento de la dignidad humana, las religiones tienen un papel decisivo en la promoción de ella, pues deben ayudar a la sociedad a promover la dignidad inviolable de todo ser humano, asegura el mensaje papal enviado al Encuentro Internacional de Oración por la Paz. Todos los pueblos, para vivir como una auténtica comunidad de hermanos y hermanas, necesitan inspirarse y apoyarse sobre el fundamento común de valores espirituales y ético. Reconociendo en Dios la fuente de la existencia de cada hombre, las religiones ayudan a la entera sociedad a promover la dignidad inviolable de todo ser humano. Las religiones tienen mucho que decir sobre el futuro, sobre la naturaleza, condiciones, exigencias y finalidades del verdadero desarrollo y sobre los obstáculos que se oponen a él. Al hacerlo así, cumple su misión evangelizadora, ya que da su primera contribución a la solución del problema urgente del desarrollo cuando proclama la verdad sobre Cristo, sobre sí misma y sobre el hombre, aplicándola a una situación concreta (cf. Juan Pablo II, Discurso a los Obispos de América Latina, 1979). A este fin la Iglesia utiliza como instrumento su doctrina social. En la difícil coyuntura actual, para favorecer tanto el planteamiento correcto de los problemas como sus soluciones mejores, podrá ayudar mucho un conocimiento más exacto y una difusión más amplia del "conjunto de principios de reflexión, de criterios de juicios y de directrices de acción" propuestos por su enseñanza. La Iglesia, pues, en virtud del Evangelio que se le ha confiado, proclama los derechos del hombre y reconoce y estima en mucho el dinamismo de la época actual, que está promoviendo por todas partes tales derechos. Debe, sin embargo, lograrse que este movimiento quede imbuido del espíritu evangélico y garantizado frente a cualquier apariencia de falsa autonomía. Acecha, en efecto, la tentación de juzgar que nuestros derechos personales solamente son salvados en su plenitud cuando nos vemos libres de toda norma divina. Por ese camino, la dignidad humana no se salva; por el contrario, perece hacer un resumen porfavor
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