En el siglo XX, los padres usaron la televisión como niñera. Pero en el siglo XXI, sus hijos usan los Smartphone y las tabletas. Aunque estos dispositivos pueden tener aplicaciones didácticas, no es lo que necesitan los niños para su desarrollo. Antes, el niño era un consumidor pasivo de la televisión. Hoy en día, salta de una aplicación a otra, sin quedarse mucho tiempo en ninguna. La capacidad, en apariencia positiva, de realizar multitareas con la tableta impide la posibilidad de profundizar. Los niños necesitan desarrollar la motricidad fina cogiendo un lápiz, así como comunicarse con sus padres y con otros niños, compartir sus emociones… Aprenden las letras en la pantalla, pero pueden ser incapaces de escribirlas. Igualmente, dedican horas a jugar en línea con un extraño, pero les aburre jugar con otro niño en el parque. Los niños del siglo XXI crecen más rápido La velocidad con la que los niños consumen contenidos en Internet los hace crecer más rápido. Cuando necesitan pertenecer a un grupo, comienzan a usar las redes sociales. Facebook, Instagram, Youtube o Google exigen que los adolescentes tengan mínimo 13 años para crear una cuenta, pero los niños mienten sobre sus datos para entrar mucho antes, y los padres lo permiten. Asimismo, aunque los gremios médicos mencionados consideran que los niños y adolescentes entre 6 y 18 años solo deberían pasar 2 horas al día frente a la pantalla, están pasando entre 10 y 11 horas diarias. Gracias a los juegos en línea, los niños y adolescentes perciben la violencia como “normal”. Al mismo tiempo, exponen su sexualidad y privacidad, quedando a merced de los depredadores sexuales que usan las redes sociales. Actualmente, los niños son víctimas de ciberacoso, del llamado grooming y del sexting. En ningún caso tiene sentido prohibir el acceso de nuestros hijos a la tecnología e Internet. Estas invenciones llegaron para quedarse. Tarde o temprano, los niños las utilizarán, ya sea por razones educativas, informativas, recreativas, etc. Lo importante para los padres es esperar a que tengan la edad apropiada para usar estos recursos y promover el uso racional y responsable. Ello incluye no solo controlar el número de horas de uso de la tecnología, sino también los contenidos que se consumen. De igual forma, así como supervisamos el comportamiento de nuestros hijos en la vida real, también deberíamos hacerlo con las relaciones virtuales. Pedimos a nuestros hijos que tengan cuidado con personas extrañas en la calle. De la misma manera, les pedimos que sean empáticos con sus compañeros. Así pues, les deberíamos pedir lo mismo con las personas que contactan en las redes sociales. Las normas de la vida real también sirven para el tránsito por el mundo digital. Es nuestra responsabilidad apoyar y orientar a nuestros niños para que tengan la dicha de disfrutar de su infancia. ¿Por qué el autor indica que la tecnología es la nueva niñera y qué efectos produce?
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