C. Wright Mills (1916-1962) es un fiel ejemplo de éste último tipo. Desde sus escritos sociológicos, fue el exponente intelectual principal del liberalismo radical o progresista de las décadas de los ’40 y los ‘50. Batalló contra el nuevo liberalismo de David Truman, Daniel Bell, Seymour Martin Lipset, Charles Frankel, Richard Hofstadter e incluso Reinhold Niebuhr (1); rebeló la inutilidad del behaviourismo de Lloyd Warner y la innecesaria parsimonia de la teoría sistémica de Talcott Parsons.(2) Más significativo aún, llamó la atención sobre las características sociológicas más perversas de los Estados Unidos tras el fin de la Segunda Guerra Mundial y el comienzo de la Guerra Fría, denunciando lo que nadie denunciaba, desde un lenguaje legible por todos. Esquivó las formalidades y abandonó la neutralidad política propia del mundo académico de su época. Su agudo pensamiento sociológico se volvió praxis política a favor de sus valores e ideales, a favor de la “liberación del hombre a través de su razón”.
Sus raíces intelectuales se nutrieron fundamentalmente de la obra de Max Weber, seguido por Thorsten Veblen y en un tercer plano, Karl Marx (si bien Mills se autodescartó como marxista), Vilfredo Pareto, Gaetano Mosca y Emile Durkheim. Por ello es que partió en sus estudios desde la visión sociológica tradicional, aquella que analiza a un sistema sociocultural desde su totalidad y en la que poseen centralidad conceptos tales como “poder”, “instituciones”, “clase social”, “élite”, “capitalismo”, “racionalidad” y “burocracia”, entre otros. Con estas herramientas, Mills logró radiografiar la división del trabajo interna de los Estados Unidos. Lo hizo a través de una trilogía: The New Men of Power (1948), donde analiza a las clases trabajadoras en el contexto del New Deal, White Collar (1951) donde explora a las clases medias y sus crecientes vinculaciones con el corporativismo, y The Power Elite (1956), la obra que en esta oportunidad nos congrega, donde aborda los “altos círculos” de la sociedad estadounidense. De acuerdo a Irving Horowitz, su biógrafo y crítico, estas tres obras “ayudaron a definir la literatura crítica sobre la composición de clases en Norteamérica y revelaron definitivamente a Mills como un académico de primer nivel”. (3)
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C. Wright Mills (1916-1962) es un fiel ejemplo de éste último tipo. Desde sus escritos sociológicos, fue el exponente intelectual principal del liberalismo radical o progresista de las décadas de los ’40 y los ‘50. Batalló contra el nuevo liberalismo de David Truman, Daniel Bell, Seymour Martin Lipset, Charles Frankel, Richard Hofstadter e incluso Reinhold Niebuhr (1); rebeló la inutilidad del behaviourismo de Lloyd Warner y la innecesaria parsimonia de la teoría sistémica de Talcott Parsons.(2) Más significativo aún, llamó la atención sobre las características sociológicas más perversas de los Estados Unidos tras el fin de la Segunda Guerra Mundial y el comienzo de la Guerra Fría, denunciando lo que nadie denunciaba, desde un lenguaje legible por todos. Esquivó las formalidades y abandonó la neutralidad política propia del mundo académico de su época. Su agudo pensamiento sociológico se volvió praxis política a favor de sus valores e ideales, a favor de la “liberación del hombre a través de su razón”.
Sus raíces intelectuales se nutrieron fundamentalmente de la obra de Max Weber, seguido por Thorsten Veblen y en un tercer plano, Karl Marx (si bien Mills se autodescartó como marxista), Vilfredo Pareto, Gaetano Mosca y Emile Durkheim. Por ello es que partió en sus estudios desde la visión sociológica tradicional, aquella que analiza a un sistema sociocultural desde su totalidad y en la que poseen centralidad conceptos tales como “poder”, “instituciones”, “clase social”, “élite”, “capitalismo”, “racionalidad” y “burocracia”, entre otros. Con estas herramientas, Mills logró radiografiar la división del trabajo interna de los Estados Unidos. Lo hizo a través de una trilogía: The New Men of Power (1948), donde analiza a las clases trabajadoras en el contexto del New Deal, White Collar (1951) donde explora a las clases medias y sus crecientes vinculaciones con el corporativismo, y The Power Elite (1956), la obra que en esta oportunidad nos congrega, donde aborda los “altos círculos” de la sociedad estadounidense. De acuerdo a Irving Horowitz, su biógrafo y crítico, estas tres obras “ayudaron a definir la literatura crítica sobre la composición de clases en Norteamérica y revelaron definitivamente a Mills como un académico de primer nivel”. (3)
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