1. Tu estómago es más grande que el de tus amigas. Independientemente de la talla de sus jeans, el tamaño del estómago podría explicar por qué necesitas tanta comida.
2. Siempre desayunas, pero hoy no lo hiciste. Las personas que acostumbran desayunar diario y un día no lo hacen tendrán más hambre que quienes se saltan el desayuno. La buena noticia es que se ha comprobado que saltarse el desayuno no significa que te atascarás a la hora de la comida.
3. Bebes demasiado alcohol. Varios estudios han demostrado que el alcohol aumenta el apetito y prohíbe que te autocontroles.
4. No comes suficientes proteínas. Cuando consumes una buena cantidad de proteínas, como una pechuga de pollo o yogurt griego, tu cuerpo descompone los nutrientes en aminoácidos. Éstos ayudan a regular el apetito para que dejes de comer cuando estés satisfecha. Si no comes las proteínas necesarias, tu organismo te seguirá pidiendo comida una y otra vez.
5. Te la vives estresada. Mientras que las tensiones temporales (como los nervios antes de una entrevista de trabajo) pueden provocar que no tengas hambre durante un rato, el estrés constante aumenta tus ganas de comer durante todo el día.
6. Eres adicta a los dulces. El azúcar interrumpe las señales naturales del apetito. Así que la bolsa de ‘Skittles’ que te comiste en la tarde, hará que tengas mucha hambre a la hora de cenar.
7. Estás en tus días. No hay duda de que las hormonas sexuales influyen en el apetito. Se ha comprobado que el estrógeno desempeña un papel importante en la regulación del apetito (las calorías que entran) y del metabolismo (las calorías que salen). Justo antes de estar en tu period los niveles de estrógeno bajan, y esa podría ser la razón por la que tienes tantos antojos al final de tu ciclo.
1. Tu estómago es más grande que el de tus amigas. Independientemente de la talla de sus jeans, el tamaño del estómago podría explicar por qué necesitas tanta comida.
2. Siempre desayunas, pero hoy no lo hiciste. Las personas que acostumbran desayunar diario y un día no lo hacen tendrán más hambre que quienes se saltan el desayuno. La buena noticia es que se ha comprobado que saltarse el desayuno no significa que te atascarás a la hora de la comida.
3. Bebes demasiado alcohol. Varios estudios han demostrado que el alcohol aumenta el apetito y prohíbe que te autocontroles.
4. No comes suficientes proteínas. Cuando consumes una buena cantidad de proteínas, como una pechuga de pollo o yogurt griego, tu cuerpo descompone los nutrientes en aminoácidos. Éstos ayudan a regular el apetito para que dejes de comer cuando estés satisfecha. Si no comes las proteínas necesarias, tu organismo te seguirá pidiendo comida una y otra vez.
5. Te la vives estresada. Mientras que las tensiones temporales (como los nervios antes de una entrevista de trabajo) pueden provocar que no tengas hambre durante un rato, el estrés constante aumenta tus ganas de comer durante todo el día.
6. Eres adicta a los dulces. El azúcar interrumpe las señales naturales del apetito. Así que la bolsa de ‘Skittles’ que te comiste en la tarde, hará que tengas mucha hambre a la hora de cenar.
7. Estás en tus días. No hay duda de que las hormonas sexuales influyen en el apetito. Se ha comprobado que el estrógeno desempeña un papel importante en la regulación del apetito (las calorías que entran) y del metabolismo (las calorías que salen). Justo antes de estar en tu period los niveles de estrógeno bajan, y esa podría ser la razón por la que tienes tantos antojos al final de tu ciclo.