La Luna tarda exactamente lo mismo en rotar sobre su eje que en orbitar alrededor de la Tierra, algo más de 27 días, y por eso vemos siempre el mismo hemisferio lunar. Es un fenómeno denominado acoplamiento gravitacional. Prueba a rodear un árbol manteniendo todo el rato tu cara hacia él: cuando completes la vuelta, habrás girado sobre ti mismo 360º.
Pero no siempre fue así. Hace 4.500 millones de años, la Luna recién formada orbitaba la Tierra a menos de una décima parte de la distancia actual, y ambos cuerpos rotaban mucho más rápido. De hecho, la Luna rotaba más rápido de lo que tardaba en completar una órbita, y por tanto no siempre daba la misma cara a la Tierra. La interacción gravitatoria a lo largo del tiempo ha ido equilibrando el sistema, alejando la Luna de la Tierra y decelerando la rotación de ambas, en un proceso que aún continúa. Es un fenómeno común que se da en la mayoría de las grandes lunas de otros planetas.
Sin embargo, esta idea básica precisa una pequeña matización. En realidad, no es cierto que sólo podamos ver el 50% de la superficie de la Luna desde la Tierra. Si observamos en diferentes momentos y desde diferentes lugares, podemos alcanzar un 59% por tres fenómenos que se suman.
El primero son las pequeñas variaciones en la velocidad de la Luna durante su órbita, que no es circular sino elíptica. Cuando la Luna está más cerca de la Tierra, acelera, y decelera al alejarse, pero mantiene su velocidad de rotación intacta.
El segundo fenómeno sucede porque la Luna está inclinada 6,5º respecto a su plano orbital. Por lo tanto, desde la Tierra, podemos apreciar esos grados de variación de norte a sur.
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La Luna tarda exactamente lo mismo en rotar sobre su eje que en orbitar alrededor de la Tierra, algo más de 27 días, y por eso vemos siempre el mismo hemisferio lunar. Es un fenómeno denominado acoplamiento gravitacional. Prueba a rodear un árbol manteniendo todo el rato tu cara hacia él: cuando completes la vuelta, habrás girado sobre ti mismo 360º.
Pero no siempre fue así. Hace 4.500 millones de años, la Luna recién formada orbitaba la Tierra a menos de una décima parte de la distancia actual, y ambos cuerpos rotaban mucho más rápido. De hecho, la Luna rotaba más rápido de lo que tardaba en completar una órbita, y por tanto no siempre daba la misma cara a la Tierra. La interacción gravitatoria a lo largo del tiempo ha ido equilibrando el sistema, alejando la Luna de la Tierra y decelerando la rotación de ambas, en un proceso que aún continúa. Es un fenómeno común que se da en la mayoría de las grandes lunas de otros planetas.
Sin embargo, esta idea básica precisa una pequeña matización. En realidad, no es cierto que sólo podamos ver el 50% de la superficie de la Luna desde la Tierra. Si observamos en diferentes momentos y desde diferentes lugares, podemos alcanzar un 59% por tres fenómenos que se suman.
El primero son las pequeñas variaciones en la velocidad de la Luna durante su órbita, que no es circular sino elíptica. Cuando la Luna está más cerca de la Tierra, acelera, y decelera al alejarse, pero mantiene su velocidad de rotación intacta.
El segundo fenómeno sucede porque la Luna está inclinada 6,5º respecto a su plano orbital. Por lo tanto, desde la Tierra, podemos apreciar esos grados de variación de norte a sur.