En su visión clásica, la plutocracia suele considerarse un tipo de oligarquía. Esto viene promovido por las experiencias en algunas ciudades-estado de la Grecia clásica (Corinto, Tebas y, en algunas fases de su historia, Atenas),[5] la República Romana de 300 a 146 a.C,[6] la antigua Cartago,[7] o algunas ciudades-estado de Italia medieval (Génova, Venecia y Florencia).[8] En dichos casos, las élites económicas pudieron ejercer un papel desproporcionado o un control absoluto del poder político o social. Además, en muchos casos (Roma, Corinto o Venecia, como ejemplos) las élites limitaban el acceso a la representación política de los habitantes de dichos estados vinculándola a unos requisitos mínimos de riqueza.
Sin embargo, la plutocracia no debe confundirse por regla general con sistemas donde el ejercicio de la ciudadanía está vinculado a una riqueza mínima. Por ejemplo, en los sufragios censitarios se exige una contribución mínima a las finanzas públicas (censo) para poder votar, pero estos sistemas no son plutocráticos a priori porque las contribuciones no pasan necesariamente a fomentar únicamente los intereses de las clases plutocráticas. Tal era el caso, por ejemplo, del Reino Unido antes de 1828: el sufragio estaba restringido únicamente a ciudadanos con una renta anual mínima, solo conseguían el derecho a voto los ciudadanos de clase alta y clase media con riquezas suficientes, pero las elecciones conducían a un sistema representativo articulado en torno a partidos cuyos objetivos políticos no eran necesariamente los de satisfacer los intereses de los ciudadanos más ricos.[9]
Aunque no de manera exclusiva, la plutocracia suele conformarse en regímenes representativos, cumpliendo las siguientes características generales:
La representación atiende únicamente a aquellos que le apoyaron, no ateniéndose al mandato de la voluntad general. Los apoyos son las élites económicas, esto es, los plutócratas.
Existe la posibilidad de que el mandatario sea revocado en cualquier momento por voluntad de los plutócratas.
Existe la responsabilidad del mandatario ante aquellos que le apoyaron, con obligación de rendir cuentas de su gestión.
El carácter limitado y explícito de los poderes de los que dispone el mandatario estará sometido a instrucciones vinculantes de los plutócratas.
Se trata pues de un tipo de mandato imperativo y vinculante que establece un nexo de unión inmediata entre plutócratas y mandatario. Esta estructura suele aparecer en aquellos sistemas de gobierno en los que aquellos que ostentan el poder político y legislativo son ordenados por el poder económico.
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En su visión clásica, la plutocracia suele considerarse un tipo de oligarquía. Esto viene promovido por las experiencias en algunas ciudades-estado de la Grecia clásica (Corinto, Tebas y, en algunas fases de su historia, Atenas),[5] la República Romana de 300 a 146 a.C,[6] la antigua Cartago,[7] o algunas ciudades-estado de Italia medieval (Génova, Venecia y Florencia).[8] En dichos casos, las élites económicas pudieron ejercer un papel desproporcionado o un control absoluto del poder político o social. Además, en muchos casos (Roma, Corinto o Venecia, como ejemplos) las élites limitaban el acceso a la representación política de los habitantes de dichos estados vinculándola a unos requisitos mínimos de riqueza.
Sin embargo, la plutocracia no debe confundirse por regla general con sistemas donde el ejercicio de la ciudadanía está vinculado a una riqueza mínima. Por ejemplo, en los sufragios censitarios se exige una contribución mínima a las finanzas públicas (censo) para poder votar, pero estos sistemas no son plutocráticos a priori porque las contribuciones no pasan necesariamente a fomentar únicamente los intereses de las clases plutocráticas. Tal era el caso, por ejemplo, del Reino Unido antes de 1828: el sufragio estaba restringido únicamente a ciudadanos con una renta anual mínima, solo conseguían el derecho a voto los ciudadanos de clase alta y clase media con riquezas suficientes, pero las elecciones conducían a un sistema representativo articulado en torno a partidos cuyos objetivos políticos no eran necesariamente los de satisfacer los intereses de los ciudadanos más ricos.[9]
Aunque no de manera exclusiva, la plutocracia suele conformarse en regímenes representativos, cumpliendo las siguientes características generales:
La representación atiende únicamente a aquellos que le apoyaron, no ateniéndose al mandato de la voluntad general. Los apoyos son las élites económicas, esto es, los plutócratas.
Existe la posibilidad de que el mandatario sea revocado en cualquier momento por voluntad de los plutócratas.
Existe la responsabilidad del mandatario ante aquellos que le apoyaron, con obligación de rendir cuentas de su gestión.
El carácter limitado y explícito de los poderes de los que dispone el mandatario estará sometido a instrucciones vinculantes de los plutócratas.
Se trata pues de un tipo de mandato imperativo y vinculante que establece un nexo de unión inmediata entre plutócratas y mandatario. Esta estructura suele aparecer en aquellos sistemas de gobierno en los que aquellos que ostentan el poder político y legislativo son ordenados por el poder económico.
Respuesta:
para prevenir de los riesgos de un sistema de Gobierno excesivamente influido por los estratos más acaudalados de una sociedad