La tristeza es una de las emociones básicas del ser humano, junto con el miedo, la ira, el asco, la alegría y la sorpresa.
En concreto, la alegría es la emoción contraria a la tristeza.
A menudo nos sentimos tristes cuando nuestras expectativas no se ven cumplidas o cuando las circunstancias de la vida son más dolorosas que alegres.
Estar triste de vez en cuando es algo completamente normal. Pero, a veces cuando estamos tristes podemos pensar que esa tristeza va a durar siempre. No somos capaces de pensar que posiblemente ese sentimiento sólo dure horas o días.
Las causas más frecuentes de la tristeza son la pérdida de algo o alguien importante para nosotros (como la muerte de un familiar próximo o un divorcio), o una desgracia que nos haya ocurrido (como una enfermedad, o un accidente, o problemas financieros).
También nos solemos sentir tristes cuando nos sentimos solos, sobre todo cuando no hemos elegido dicha situación. O cuando sentimos una decepción muy fuerte porque no conseguimos lo que nos proponemos.
Algunas personas se ponen más tristes en invierno, cuando los días son más cortos y hay menos horas de luz. Esto puede deberse a que la cantidad de horas de luz afecta al equilibrio de ciertos compuestos químicos en el cerebro (parece que aumenta la melatonina, lo que produce más aletargamiento y cansancio, y disminuye la dopamina, lo que reduce los niveles de energía). Por ello, en esa época nos sentimos más cansados, con menos energía y con más dificultades para concentrarnos y prestar atención.
También es muy importante tener en cuenta que la forma que tenemos de ser y de afrontar las cosas influye a la hora de estar más o menos alegres o tristes. Las personas con esquemas mentales negativos, que son muy pesimistas, tienen una baja autoestima y tendencia a la preocupación excesiva, son más propensas a padecer de depresión. Estos patrones de pensamiento negativo típicamente se establecen en la niñez o adolescencia y van conformando a lo largo del tiempo un patrón de pensamiento depresivo.
La tristeza se convierte en algo patológico cuando dura mucho tiempo, es demasiado intensa e impide que una persona disfrute de las cosas buenas de la vida. Entonces podemos estar hablando de una depresión.
Aunque la tristeza sea una emoción normal, un poco de apoyo familiar o profesional puede ayudarnos a no pasarlo tan mal y de este modo evitar que acabe complicándose en una depresión.
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algunas personas antes los problemas q genera tristeza ansiedad y estres x a veces no contar con alguien q los ayude y pueda desahogar
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La tristeza es una de las emociones básicas del ser humano, junto con el miedo, la ira, el asco, la alegría y la sorpresa.
En concreto, la alegría es la emoción contraria a la tristeza.
A menudo nos sentimos tristes cuando nuestras expectativas no se ven cumplidas o cuando las circunstancias de la vida son más dolorosas que alegres.
Estar triste de vez en cuando es algo completamente normal. Pero, a veces cuando estamos tristes podemos pensar que esa tristeza va a durar siempre. No somos capaces de pensar que posiblemente ese sentimiento sólo dure horas o días.
Las causas más frecuentes de la tristeza son la pérdida de algo o alguien importante para nosotros (como la muerte de un familiar próximo o un divorcio), o una desgracia que nos haya ocurrido (como una enfermedad, o un accidente, o problemas financieros).
También nos solemos sentir tristes cuando nos sentimos solos, sobre todo cuando no hemos elegido dicha situación. O cuando sentimos una decepción muy fuerte porque no conseguimos lo que nos proponemos.
Algunas personas se ponen más tristes en invierno, cuando los días son más cortos y hay menos horas de luz. Esto puede deberse a que la cantidad de horas de luz afecta al equilibrio de ciertos compuestos químicos en el cerebro (parece que aumenta la melatonina, lo que produce más aletargamiento y cansancio, y disminuye la dopamina, lo que reduce los niveles de energía). Por ello, en esa época nos sentimos más cansados, con menos energía y con más dificultades para concentrarnos y prestar atención.
También es muy importante tener en cuenta que la forma que tenemos de ser y de afrontar las cosas influye a la hora de estar más o menos alegres o tristes. Las personas con esquemas mentales negativos, que son muy pesimistas, tienen una baja autoestima y tendencia a la preocupación excesiva, son más propensas a padecer de depresión. Estos patrones de pensamiento negativo típicamente se establecen en la niñez o adolescencia y van conformando a lo largo del tiempo un patrón de pensamiento depresivo.
La tristeza se convierte en algo patológico cuando dura mucho tiempo, es demasiado intensa e impide que una persona disfrute de las cosas buenas de la vida. Entonces podemos estar hablando de una depresión.
Aunque la tristeza sea una emoción normal, un poco de apoyo familiar o profesional puede ayudarnos a no pasarlo tan mal y de este modo evitar que acabe complicándose en una depresión.
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