Es muy común observar quiebres entre las expectativas electorales, los planes políticos propuestos por los candidatos y la realidad de su implementación. Esto debido a que son completamente diferentes, tienen intereses diferentes y obviamente están percibidos desde ópticas distintas.
Veamos, las expectativas electorales son lo que la gente espera que ocurra cuando vota por alguien, que cosas quieren que mejore y otras que no ocurran de nuevo. No todas se cumplen y por eso hay decepción; por otra parte, los planes políticos de los candidatos tienen dos enfoques: el primero es el deseo de ganar, lo que a veces genera en promesas incumplibles y que cuando se obtiene el cargo público se dan cuenta que los recursos no son suficientes o hay otras condiciones (sin incluir delitos como corrupción) para llevar a cabo el plan político, lo que genera la fractura entre expectativas y realidad, la decepción de los ciudadanos también.
Es muy común observar quiebres entre las expectativas electorales, los planes políticos propuestos por los candidatos y la realidad de su implementación. Esto debido a que son completamente diferentes, tienen intereses diferentes y obviamente están percibidos desde ópticas distintas.
Veamos, las expectativas electorales son lo que la gente espera que ocurra cuando vota por alguien, que cosas quieren que mejore y otras que no ocurran de nuevo. No todas se cumplen y por eso hay decepción; por otra parte, los planes políticos de los candidatos tienen dos enfoques: el primero es el deseo de ganar, lo que a veces genera en promesas incumplibles y que cuando se obtiene el cargo público se dan cuenta que los recursos no son suficientes o hay otras condiciones (sin incluir delitos como corrupción) para llevar a cabo el plan político, lo que genera la fractura entre expectativas y realidad, la decepción de los ciudadanos también.