Las tierras áridas cuentan entre los ecosistemas más frágiles del mundo, y su situación de fragilidad es acentuada por las sequías periódicas y la creciente sobreexplotación de unos recursos exiguos. Las tierras áridas y semiáridas cubren alrededor de un tercio de la superficie de tierras emergidas, y en ellas vive una población de aproximadamente mil millones de personas que en su mayoría están entre las más pobres del mundo.
Los bosques, árboles y pastos son elementos constitutivos esenciales de los ecosistemas de zonas áridas, y mantener unas condiciones adecuadas para las actividades agrícolas, los pastizales y los medios de subsistencia humana. En las zonas áridas, los bosques y árboles potencian las estrategias de mitigación de la pobreza y reducen la inseguridad alimentaria, ya que proporcionan a la población rural pobre bienes (especialmente leña y productos no madereros) y servicios medioambientales y ayudan a la diversificación de las fuentes de ingreso de los hogares.
Aproximadamente el 6 por ciento de la superficie forestal mundial (o alrededor de 230 millones de hectáreas) se encuentra en tierras áridas (FAO, 2002). Los árboles fuera del bosque (diseminados por el paisaje, tierras labrantías, tierras de pastoreo, sabanas y estepas, tierras yermas y zonas urbanas) desempeñan una función vital en las tierras áridas, aunque resulta difícil evaluar la extensión que ocupan.
La disponibilidad de agua (agua superficial, agua subterránea y humedad del aire) es por lo general el factor principal que limita la distribución natural de los árboles en las tierras áridas, junto con el clima (pluviosidad, temperaturas, viento) y la calidad del suelo. Cada especie de árbol está adaptada a determinadas condiciones y está localizada en su «nicho» propio. Cuando en una zona amplia imperan unas condiciones óptimas, los bosques o arbustos pueden llegar a cubrir superficies extensas. A causa de las restricciones que determina la escasez de agua, la vegetación se concentra más a menudo en lugares donde hay acumulación de agua de escorrentía o en lugares accesibles al agua subterránea. Esta situación conduce a la distribución irregular de los árboles y arbustos,
Sin embargo, la distribución natural de la vegetación ha sufrido durante mucho tiempo los efectos de la alteración producida por las actividades humanas. Entre las principales causas de la degradación de las tierras en las zonas áridas mencionar la deforestación y la degradación de las formaciones arboladas y arbustivas (especialmente de resultas de su conversión en usos agrícolas) y la sobreexplotación de bosques y montes claros (a causa de la recolección de leña y el sobrepastoreo). Además, se pronostica que el recalentamiento mundial determinará una disminución de la pluviosidad en la mayor parte de las zonas áridas, y una consiguiente escasez más grave de agua y mayores riesgos de desertificación.
La plantación de árboles es uno de los muchos métodos a que se recurre para invertir los procesos de deforestación, degradación y desertificación de las tierras.
Sin embargo, antes de comenzar la plantación de árboles, es preciso efectuar un balance hídrico.
Respuesta:
Las tierras áridas cuentan entre los ecosistemas más frágiles del mundo, y su situación de fragilidad es acentuada por las sequías periódicas y la creciente sobreexplotación de unos recursos exiguos. Las tierras áridas y semiáridas cubren alrededor de un tercio de la superficie de tierras emergidas, y en ellas vive una población de aproximadamente mil millones de personas que en su mayoría están entre las más pobres del mundo.
Los bosques, árboles y pastos son elementos constitutivos esenciales de los ecosistemas de zonas áridas, y mantener unas condiciones adecuadas para las actividades agrícolas, los pastizales y los medios de subsistencia humana. En las zonas áridas, los bosques y árboles potencian las estrategias de mitigación de la pobreza y reducen la inseguridad alimentaria, ya que proporcionan a la población rural pobre bienes (especialmente leña y productos no madereros) y servicios medioambientales y ayudan a la diversificación de las fuentes de ingreso de los hogares.
Aproximadamente el 6 por ciento de la superficie forestal mundial (o alrededor de 230 millones de hectáreas) se encuentra en tierras áridas (FAO, 2002). Los árboles fuera del bosque (diseminados por el paisaje, tierras labrantías, tierras de pastoreo, sabanas y estepas, tierras yermas y zonas urbanas) desempeñan una función vital en las tierras áridas, aunque resulta difícil evaluar la extensión que ocupan.
La disponibilidad de agua (agua superficial, agua subterránea y humedad del aire) es por lo general el factor principal que limita la distribución natural de los árboles en las tierras áridas, junto con el clima (pluviosidad, temperaturas, viento) y la calidad del suelo. Cada especie de árbol está adaptada a determinadas condiciones y está localizada en su «nicho» propio. Cuando en una zona amplia imperan unas condiciones óptimas, los bosques o arbustos pueden llegar a cubrir superficies extensas. A causa de las restricciones que determina la escasez de agua, la vegetación se concentra más a menudo en lugares donde hay acumulación de agua de escorrentía o en lugares accesibles al agua subterránea. Esta situación conduce a la distribución irregular de los árboles y arbustos,
Sin embargo, la distribución natural de la vegetación ha sufrido durante mucho tiempo los efectos de la alteración producida por las actividades humanas. Entre las principales causas de la degradación de las tierras en las zonas áridas mencionar la deforestación y la degradación de las formaciones arboladas y arbustivas (especialmente de resultas de su conversión en usos agrícolas) y la sobreexplotación de bosques y montes claros (a causa de la recolección de leña y el sobrepastoreo). Además, se pronostica que el recalentamiento mundial determinará una disminución de la pluviosidad en la mayor parte de las zonas áridas, y una consiguiente escasez más grave de agua y mayores riesgos de desertificación.
La plantación de árboles es uno de los muchos métodos a que se recurre para invertir los procesos de deforestación, degradación y desertificación de las tierras.
Sin embargo, antes de comenzar la plantación de árboles, es preciso efectuar un balance hídrico.
Explicación:
Espero que te ayude 7u7