la mentira , o el no decir toda la verdad de forma interesada, ha pasado a formar parte de nuestra cultura. Estamos más que acostumbrados a escuchar información que posteriormente se desmiente, sin que por ello produzca ninguna dimisión ni corrección por parte de quien emitió dicha mentira. Esto tiene unas enormes consecuencias, porque estamos acostumbrándonos a aceptar la información tal y como nos llega, sin preocuparnos por buscar eternamente la verdad.
Esto también ocurre a nivel personal. Nos han educado a ser políticamente correctos y ante la oportunidad de ser sinceros y enfrentarnos a un problema concreto, huimos hacia los cerros de Úbeda y vamos alimentando la mentira una y otra vez. No solo a nivel personal, sino principalmente en los entornos laborales. Huimos del conflicto y vamos dejando pasar oportunidades de contar y decir la verdad. De expresar juicios de valor que pueden destruir al otro, pero también pueden ayudar a construir una relación duradera. ¿cuántas veces nos hemos enfrentado con gente de nuestro equipo cuyo rendimiento era manifiestamente mejorable y no les hemos dicho nada? Sabemos incluso que dentro del departamento alguno de nuestros paralelos difaman información sobre nosotros nada contrastada. ¿por qué no nos enfrentamos a la verdad?
En materia de coaching ejecutivo , intentamos siempre buscar la verdad que hay detrás de una decisión de nuestros clientes , de sus prejuicios o de sus creencias interiorizadas.
No os hacéis la idea la cantidad de veces que los problemas crecen infinitamente porque no nos hemos atrevido a decir la verdad, a utilizar la sinceridad como forma de empatía con los nuestros. Tenía una compañera de trabajo que jamás presentaba cifras malas de las ventas. Siempre buscaba un dato, por pequeño que fuera, para centrar su comunicación. Y todos conocíamos la verdad que había detrás de su excel, pero nunca nos atrevíamos a echárselo en cara. ¿cultura, educación, o miedo?
Decir la verdad es una manera de empatizar y construir relaciones fuertes y duraderas.
Decir la verdad nos hace más humanos , más cercanos y nos permite relacionarnos más y mejor con las personas a las que queremos o con las que tenemos un proyecto en común ( como el trabajo ). Ahora bien, una cosa es la sinceridad y otra el sincericidio. Hay veces que por ser demasiados sinceros tocamos emociones difíciles de gestionar. Y aquí es donde es fundamental aplicar la sensibilidad en todo lo que decimos, en cómo lo decimos, en cuándo, en donde, en la preparación previa…
Cuántos problemas pasados fueron evitados por decir y sobre todo por escuchar la verdad. Hoy solo quiero rodearme de gente que me diga la verdad, me ahorrarán tiempo, disgustos y ganaré mucho en mis relaciones sinceras con los demás y conmigo mismo. Y tú ¿ estás dispuesto/a a escuchar la verdad, aunque duela?
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PORQUE LA VERDAD NOS HACE LIBRES, ADEMAS DIOS SE AGRADA CUANDO LO HACES, ES LO CORRECTO Y ES UNO DE LOS MANDAMIENTOS.
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la mentira , o el no decir toda la verdad de forma interesada, ha pasado a formar parte de nuestra cultura. Estamos más que acostumbrados a escuchar información que posteriormente se desmiente, sin que por ello produzca ninguna dimisión ni corrección por parte de quien emitió dicha mentira. Esto tiene unas enormes consecuencias, porque estamos acostumbrándonos a aceptar la información tal y como nos llega, sin preocuparnos por buscar eternamente la verdad.
Esto también ocurre a nivel personal. Nos han educado a ser políticamente correctos y ante la oportunidad de ser sinceros y enfrentarnos a un problema concreto, huimos hacia los cerros de Úbeda y vamos alimentando la mentira una y otra vez. No solo a nivel personal, sino principalmente en los entornos laborales. Huimos del conflicto y vamos dejando pasar oportunidades de contar y decir la verdad. De expresar juicios de valor que pueden destruir al otro, pero también pueden ayudar a construir una relación duradera. ¿cuántas veces nos hemos enfrentado con gente de nuestro equipo cuyo rendimiento era manifiestamente mejorable y no les hemos dicho nada? Sabemos incluso que dentro del departamento alguno de nuestros paralelos difaman información sobre nosotros nada contrastada. ¿por qué no nos enfrentamos a la verdad?
En materia de coaching ejecutivo , intentamos siempre buscar la verdad que hay detrás de una decisión de nuestros clientes , de sus prejuicios o de sus creencias interiorizadas.
No os hacéis la idea la cantidad de veces que los problemas crecen infinitamente porque no nos hemos atrevido a decir la verdad, a utilizar la sinceridad como forma de empatía con los nuestros. Tenía una compañera de trabajo que jamás presentaba cifras malas de las ventas. Siempre buscaba un dato, por pequeño que fuera, para centrar su comunicación. Y todos conocíamos la verdad que había detrás de su excel, pero nunca nos atrevíamos a echárselo en cara. ¿cultura, educación, o miedo?
Decir la verdad es una manera de empatizar y construir relaciones fuertes y duraderas.
Decir la verdad nos hace más humanos , más cercanos y nos permite relacionarnos más y mejor con las personas a las que queremos o con las que tenemos un proyecto en común ( como el trabajo ). Ahora bien, una cosa es la sinceridad y otra el sincericidio. Hay veces que por ser demasiados sinceros tocamos emociones difíciles de gestionar. Y aquí es donde es fundamental aplicar la sensibilidad en todo lo que decimos, en cómo lo decimos, en cuándo, en donde, en la preparación previa…
Cuántos problemas pasados fueron evitados por decir y sobre todo por escuchar la verdad. Hoy solo quiero rodearme de gente que me diga la verdad, me ahorrarán tiempo, disgustos y ganaré mucho en mis relaciones sinceras con los demás y conmigo mismo. Y tú ¿ estás dispuesto/a a escuchar la verdad, aunque duela?
Explicación:
yo digo