Los esfuerzos diplomáticos para fijar una frontera definitiva entre Perú y Colombia, realizados desde los inicios republicanos hasta comienzos del siglo XX, resultaron estériles. El hecho se complicaba porque el problema era tripartito, debido a las pretensiones del Ecuador sobre territorios en la margen septentrional del Amazonas, dominados tradicionalmente por el Perú. De hecho existía una suerte de frontera de facto entre el Perú y Colombia que se movía entre el Putumayo y el Caquetá. El historiador colombiano Alberto Donadio así lo ha reconocido:
"A finales de la primera década del siglo XX, los peruanos eran soberanos de hecho en toda la franja situada entre los ríos Caquetá y Putumayo. La pretensión colombiana podía estar fundada en justos títulos, pero no pasaba de ser una ilusión ante el avance real de los peruanos".
Julio C. Arana, empresario cauchero peruano, con intereses en la zona del Putumayo.
Según los colombianos, la presencia peruana en esa zona era una dominación de facto, mientras que ellos contaban con justos títulos coloniales (de jure). Mediaba la peculiar circunstancia de que el Brasil jamás había querido acogerse al principio del Uti possidetis juris de 1810 (mantener las divisiones administrativas españolas tal como estaban en ese año), sino que invocaba el principio del Uti possidetis facti (como estaba la ocupación de hecho en el momento de la delimitación), que le resultaba más favorable, gracias a su mayor capacidad de expansión frente a países como Colombia, Perú, Bolivia, Paraguay, etc., que mal podían emular con su gigantesco vecino. La mentalidad que hacía de la ocupación un título al territorio se había generalizado de tal modo en la región amazónica, que el Perú, que por años había sido una potencia militar frente a Colombia, no dejaba de lado sus intenciones de hacerse de estos territorios.
Respuesta:
Los esfuerzos diplomáticos para fijar una frontera definitiva entre Perú y Colombia, realizados desde los inicios republicanos hasta comienzos del siglo XX, resultaron estériles. El hecho se complicaba porque el problema era tripartito, debido a las pretensiones del Ecuador sobre territorios en la margen septentrional del Amazonas, dominados tradicionalmente por el Perú. De hecho existía una suerte de frontera de facto entre el Perú y Colombia que se movía entre el Putumayo y el Caquetá. El historiador colombiano Alberto Donadio así lo ha reconocido:
"A finales de la primera década del siglo XX, los peruanos eran soberanos de hecho en toda la franja situada entre los ríos Caquetá y Putumayo. La pretensión colombiana podía estar fundada en justos títulos, pero no pasaba de ser una ilusión ante el avance real de los peruanos".
Julio C. Arana, empresario cauchero peruano, con intereses en la zona del Putumayo.
Según los colombianos, la presencia peruana en esa zona era una dominación de facto, mientras que ellos contaban con justos títulos coloniales (de jure). Mediaba la peculiar circunstancia de que el Brasil jamás había querido acogerse al principio del Uti possidetis juris de 1810 (mantener las divisiones administrativas españolas tal como estaban en ese año), sino que invocaba el principio del Uti possidetis facti (como estaba la ocupación de hecho en el momento de la delimitación), que le resultaba más favorable, gracias a su mayor capacidad de expansión frente a países como Colombia, Perú, Bolivia, Paraguay, etc., que mal podían emular con su gigantesco vecino. La mentalidad que hacía de la ocupación un título al territorio se había generalizado de tal modo en la región amazónica, que el Perú, que por años había sido una potencia militar frente a Colombia, no dejaba de lado sus intenciones de hacerse de estos territorios.