Las actividades de las Naciones Unidas para consolidar la paz en situaciones posteriores a conflictos implican, muchas veces, supervisar la recolección y la destrucción de cientos de miles de armas y facilitar la reintegración de excombatientes en la sociedad civil.
Las Naciones Unidas han hecho todo lo posible por alentar a los países a apoyar la Convención de Ottawa de 1997, que prevé la prohibición total de la producción, la exportación y el empleo de minas terrestres, y sigue promoviendo la adhesión universal a dicho tratado.
El apoyo de las Naciones Unidas ha propiciado una amplia gama de acuerdos, incluidos el Tratado sobre la no proliferación de las armas nucleares, el Tratado de prohibición completa de los ensayos nucleares y tratados para establecer zonas desnuclearizadas.
En el decenio de 1990, más de 2 millones de niños resultaron muertos y 6 millones gravemente heridos en conflictos en los que se utilizaron revólveres, fusiles de asalto, morteros, granadas de mano y lanzamisiles portátiles. En la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el tráfico ilícito de armas pequeñas y ligeras, celebrada en 2001, los Estados acordaron medidas para fortalecer la cooperación internacional en la lucha contra el comercio ilícito de armas.
Las actividades de las Naciones Unidas para consolidar la paz en situaciones posteriores a conflictos implican, muchas veces, supervisar la recolección y la destrucción de cientos de miles de armas y facilitar la reintegración de excombatientes en la sociedad civil.
Las Naciones Unidas han hecho todo lo posible por alentar a los países a apoyar la Convención de Ottawa de 1997, que prevé la prohibición total de la producción, la exportación y el empleo de minas terrestres, y sigue promoviendo la adhesión universal a dicho tratado.
El apoyo de las Naciones Unidas ha propiciado una amplia gama de acuerdos, incluidos el Tratado sobre la no proliferación de las armas nucleares, el Tratado de prohibición completa de los ensayos nucleares y tratados para establecer zonas desnuclearizadas.
En el decenio de 1990, más de 2 millones de niños resultaron muertos y 6 millones gravemente heridos en conflictos en los que se utilizaron revólveres, fusiles de asalto, morteros, granadas de mano y lanzamisiles portátiles. En la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el tráfico ilícito de armas pequeñas y ligeras, celebrada en 2001, los Estados acordaron medidas para fortalecer la cooperación internacional en la lucha contra el comercio ilícito de armas.