Con respecto a la agricultura en el Antiguo Egipto, existe una asombrosa paradoja entre la imagen que los propios egipcios de esa época tenían de ella y la que tenían los visitantes extranjeros. Así, mientras que los escribas egipcios describieron el oficio de agricultor como el más abrumador e ingrato de los trabajos manuales, viajeros griegos como Heródoto y Diodoro Sículo se extasiaron delante de esa tierra donde las plantas parecían crecer sin gran esfuerzo.
A partir del 3500 a. C., el clima se volvió más árido y la agricultura del Antiguo Egipto se volvió dependiente de los ciclos anuales del Nilo, personificado por el dios Hapy (Dios de la fertilidad según los egipcios). El Nilo, que fluye desde el África ecuatorial hacia el Mediterráneo, aporta aguas ricas en materias orgánicas.
Con respecto a la agricultura en el Antiguo Egipto, existe una asombrosa paradoja entre la imagen que los propios egipcios de esa época tenían de ella y la que tenían los visitantes extranjeros. Así, mientras que los escribas egipcios describieron el oficio de agricultor como el más abrumador e ingrato de los trabajos manuales, viajeros griegos como Heródoto y Diodoro Sículo se extasiaron delante de esa tierra donde las plantas parecían crecer sin gran esfuerzo.
A partir del 3500 a. C., el clima se volvió más árido y la agricultura del Antiguo Egipto se volvió dependiente de los ciclos anuales del Nilo, personificado por el dios Hapy (Dios de la fertilidad según los egipcios). El Nilo, que fluye desde el África ecuatorial hacia el Mediterráneo, aporta aguas ricas en materias orgánicas.