Porque cree que es importante para su formación como persona el hecho de conocer y practicar el DIBUJO
RaksoplusYT
Dibujar es una actividad que favorece la comunicación interpersonal, ayuda a la exteriorización de emociones y fomenta la creatividad.
Ya desde una edad muy temprana las personas comienzan a realizar primitivos garabatos como forma de expresión, antes incluso de la aparición del lenguaje.
Más adelante, en las diferentes etapas del crecimiento, se produce un desarrollo progresivo de las habilidades psicomotrices que premiten la creación de líneas rectas, círculos, cuadrados, rombos y, finalmente, dibujos complejos y escenas concretas.
El dibujo es un medio a través del que expresamos nuestros sentimientos, una herramienta que utilizamos en muchos casos de manera inconsciente para que aflore nuestro mundo más personal, emocional y afectivo. Por supuesto, ha de ser un especialista el encargado de anailizar e interpretar el dibujo y sacar las conclusiones pertinentes en función de su profesionalidad y conocimientos. En el caso de los más pequeños, la psicóloga Claudia López de Huhn asegura que los niños "proyectan en el dibujo emociones a las que no pueden poner palabras".
Por su parte el enfermero y psicólogo infantil Daniel Toro añade que "no es tan importante el contenido de los dibujos como la manera de realizarlos (tipo de trazo, colores escogidos, líneas rectas o curvas, presión aplicada sobre el papel...), ya que ello ayuda enormemente a observar los diferentes rasgos de la personalidad y los distintos estados de ánimo del niño".
En una línea similar se expresa la también psicóloga Cristina Gómez García cuando dice que "lo importante no es qué expresan los niños a través de sus dibujos. Es en el mero hecho de plasmar sus estados internos donde radica la importancia de los dibujos”, y añade que a través del dibujo “el niño aprende a conocer y a manejar sus gestos, el espacio, las formas y los colores, agudiza el sentido de la observación y la aptitud para esquematizar”.
Como ejemplo, López de Huhn habla de posibles alertas "si siempre escoge el color rojo o el negro para dibujar o pintar, pues el primero está relacionado con la agresividad y el segundo con la tristeza". Del mismo modo, el tamaño de los dibujos respecto al folio también puede llegar a ser un indicador de timidez o inhibición en el caso de ser extremadamente pequeños, o de falta de límites si son enormes y desmesurados.
El dibujo de la figura humana también nos aporta datos importantes sobre el concepto que la persona tiene de sí misma. De esta forma, alguien que rápidamente borra su autorretrato puede denotar baja autoestima, o quién no acaba nunca de colocar detalles una vez finalizada la obra manifiesta un cierto grado de obsesión. De la misma manera, aquellos que se sienten acomplejados por determinados aspectos de su físico tienden a minimizarlos o sombrearlos en el dibujo (nariz u orejas grandes, baja estatura, exceso de peso...).
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Ya desde una edad muy temprana las personas comienzan a realizar primitivos garabatos como forma de expresión, antes incluso de la aparición del lenguaje.
Más adelante, en las diferentes etapas del crecimiento, se produce un desarrollo progresivo de las habilidades psicomotrices que premiten la creación de líneas rectas, círculos, cuadrados, rombos y, finalmente, dibujos complejos y escenas concretas.
El dibujo es un medio a través del que expresamos nuestros sentimientos, una herramienta que utilizamos en muchos casos de manera inconsciente para que aflore nuestro mundo más personal, emocional y afectivo. Por supuesto, ha de ser un especialista el encargado de anailizar e interpretar el dibujo y sacar las conclusiones pertinentes en función de su profesionalidad y conocimientos. En el caso de los más pequeños, la psicóloga Claudia López de Huhn asegura que los niños "proyectan en el dibujo emociones a las que no pueden poner palabras".
Por su parte el enfermero y psicólogo infantil Daniel Toro añade que "no es tan importante el contenido de los dibujos como la manera de realizarlos (tipo de trazo, colores escogidos, líneas rectas o curvas, presión aplicada sobre el papel...), ya que ello ayuda enormemente a observar los diferentes rasgos de la personalidad y los distintos estados de ánimo del niño".
En una línea similar se expresa la también psicóloga Cristina Gómez García cuando dice que "lo importante no es qué expresan los niños a través de sus dibujos. Es en el mero hecho de plasmar sus estados internos donde radica la importancia de los dibujos”, y añade que a través del dibujo “el niño aprende a conocer y a manejar sus gestos, el espacio, las formas y los colores, agudiza el sentido de la observación y la aptitud para esquematizar”.
Como ejemplo, López de Huhn habla de posibles alertas "si siempre escoge el color rojo o el negro para dibujar o pintar, pues el primero está relacionado con la agresividad y el segundo con la tristeza". Del mismo modo, el tamaño de los dibujos respecto al folio también puede llegar a ser un indicador de timidez o inhibición en el caso de ser extremadamente pequeños, o de falta de límites si son enormes y desmesurados.
El dibujo de la figura humana también nos aporta datos importantes sobre el concepto que la persona tiene de sí misma. De esta forma, alguien que rápidamente borra su autorretrato puede denotar baja autoestima, o quién no acaba nunca de colocar detalles una vez finalizada la obra manifiesta un cierto grado de obsesión. De la misma manera, aquellos que se sienten acomplejados por determinados aspectos de su físico tienden a minimizarlos o sombrearlos en el dibujo (nariz u orejas grandes, baja estatura, exceso de peso...).
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