La concentración de la tierra, la violencia y el rezago tecnológico, entre los problemas del sector.
ElTiempo
ARCHIVO 07 de septiembre 2013, 09:28 p. m.
Los problemas del sector agropecuario en Colombia.
La concentración de la tierra, la violencia y el rezago tecnológico, entre los problemas del sector.
Foto: Archivo EL TIEMPO
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TIERRAS Y GANADO CAMPESINOS SECTOR AGROPECUARIO
Por: ÉDMER TOVAR MARTÍNEZ
07 de septiembre 2013, 09:28 p. m.
No hay que ir hasta una finca para detectar la crisis del sector agropecuario. Se ve en las calles de las ciudades e incluso en los pueblos. Los problemas del agro vienen en un kilo de plátano, papa o arroz y hasta en el cilantro que se comercializa en los supermercados y en las tiendas de barrio. Cualquier producto de la pequeña agricultura es un espejo de lo que le sucede al campo colombiano. La crisis tiene un eje central. Cada vez que sale una cosecha, los precios caen y los ingresos de muchos cultivadores, especialmente de los más pequeños, no alcanzan para cubrir los costos de producción. Eso significa que miles de campesinos trabajan a pérdida o apenas para sobrevivir. (Lea también: El campo parece otro país “No es posible que yo tenga que esperar un poco más de un año a que una mata de plátano produzca un racimo, para luego venderlo en 1.500 pesos”, dice Antonio Cuéllar, un campesino que tiene una finca de cinco hectáreas en la vereda Regueros, en Pitalito (Huila). El problema es que ese mismo racimo cuesta unos 10.000 pesos en las grandes ciudades, o más. En Bogotá, por ejemplo, un solo plátano vale entre 200 y 400 pesos. En conclusión, quien lo cultivó, preparó el suelo, sembró la semilla, hizo las desyerbas, fertilizó y recolectó la cosecha, además de que asumió los riesgos de inundación, vendaval, sequía y enfermedades y plagas, entre otras labores, y esperó más de un año para producirlo y sacarlo al mercado, al final de esta cadena recibió menos de una quinta parte del precio que pagó el consumidor. (Lea también: Importación y producción local: equilibrio complejo / Análisis) Este fenómeno se repite con todos los productos perecederos, e incluso con los granos, el algodón y otras materias primas de la producción industrial. Pero el oscuro panorama no es de ahora. Las quejas de hoy parecen copiadas de las que pronunciaban en los años 70 los directivos de la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos (Anuc), hoy prácticamente desaparecida. En su momento, esa organización era la encargada de liderar protestas como las que realizan por estos días los movimientos de dignidad agropecuaria, atomizados en sus respectivas actividades –café, papa, leche, arroz, cacao, cebolla, etc.–. (Lea también: TLC no son el 'coco', pero pueden serlo) Y cada año aumenta más la brecha social entre campo y ciudad. Según cifras del Dane, a 2012, la pobreza en el sector rural era del 46,8 por ciento, frente al 28,4 por ciento del área urbana; el 84,9 por ciento de la población campesina registraba bajo logro educativo; el analfabetismo era del 26,3 por ciento y el 93 por ciento no tenía empleo formal.
Respuesta:
porque si
Explicación:
la vida es dura
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La concentración de la tierra, la violencia y el rezago tecnológico, entre los problemas del sector.
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Los problemas del sector agropecuario en Colombia.
La concentración de la tierra, la violencia y el rezago tecnológico, entre los problemas del sector.
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Por: ÉDMER TOVAR MARTÍNEZ
07 de septiembre 2013, 09:28 p. m.
No hay que ir hasta una finca para detectar la crisis del sector agropecuario. Se ve en las calles de las ciudades e incluso en los pueblos. Los problemas del agro vienen en un kilo de plátano, papa o arroz y hasta en el cilantro que se comercializa en los supermercados y en las tiendas de barrio. Cualquier producto de la pequeña agricultura es un espejo de lo que le sucede al campo colombiano. La crisis tiene un eje central. Cada vez que sale una cosecha, los precios caen y los ingresos de muchos cultivadores, especialmente de los más pequeños, no alcanzan para cubrir los costos de producción. Eso significa que miles de campesinos trabajan a pérdida o apenas para sobrevivir. (Lea también: El campo parece otro país “No es posible que yo tenga que esperar un poco más de un año a que una mata de plátano produzca un racimo, para luego venderlo en 1.500 pesos”, dice Antonio Cuéllar, un campesino que tiene una finca de cinco hectáreas en la vereda Regueros, en Pitalito (Huila). El problema es que ese mismo racimo cuesta unos 10.000 pesos en las grandes ciudades, o más. En Bogotá, por ejemplo, un solo plátano vale entre 200 y 400 pesos. En conclusión, quien lo cultivó, preparó el suelo, sembró la semilla, hizo las desyerbas, fertilizó y recolectó la cosecha, además de que asumió los riesgos de inundación, vendaval, sequía y enfermedades y plagas, entre otras labores, y esperó más de un año para producirlo y sacarlo al mercado, al final de esta cadena recibió menos de una quinta parte del precio que pagó el consumidor. (Lea también: Importación y producción local: equilibrio complejo / Análisis) Este fenómeno se repite con todos los productos perecederos, e incluso con los granos, el algodón y otras materias primas de la producción industrial. Pero el oscuro panorama no es de ahora. Las quejas de hoy parecen copiadas de las que pronunciaban en los años 70 los directivos de la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos (Anuc), hoy prácticamente desaparecida. En su momento, esa organización era la encargada de liderar protestas como las que realizan por estos días los movimientos de dignidad agropecuaria, atomizados en sus respectivas actividades –café, papa, leche, arroz, cacao, cebolla, etc.–. (Lea también: TLC no son el 'coco', pero pueden serlo) Y cada año aumenta más la brecha social entre campo y ciudad. Según cifras del Dane, a 2012, la pobreza en el sector rural era del 46,8 por ciento, frente al 28,4 por ciento del área urbana; el 84,9 por ciento de la población campesina registraba bajo logro educativo; el analfabetismo era del 26,3 por ciento y el 93 por ciento no tenía empleo formal.
Explicación:
espero y te sirva ✨